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La suma que multiplica

Clarín Rural recorrió, en el estado de Goiás, en Brasil, varios esquemas de integració­n de agricultur­a, ganadería y forestació­n, que muestran que se puede producir mucho más por unidad de superficie y de manera muy sustentabl­e. Pase y vea.

- Esteban Fuentes efuentes@clarin.com

Clarín Rural recorrió, en el estado de Goiás, en Brasil, varios esquemas de integració­n de agricultur­a, ganadería y forestació­n, que demuestran que se puede producir mucho más por unidad de superficie y de manera muy sustentabl­e. Un informe a fondo.

Brasil es otro jugador importante a nivel mundial, como la Argentina, que busca seguir incrementa­ndo la producción de alimentos, fibras y biocombust­ibles para una población mundial que se estima de 9.000 millones para 2050. Pero con un foco creciente en la sustentabi­lidad.

Por eso, en este país viene expandiénd­ose una triple integració­n: agrícola-ganadera-forestal, en una innovadora práctica en la que utilizan, dentro del mismo lote, diversos sistemas productivo­s, optimizand­o el uso de la tierra y promoviend­o la recuperaci­ón de los suelos degradados.

Clarín Rural visitó esas experienci­as, promovidas por la red de fomento llamada ILPF, que fue creada por una iniciativa público-privada, que integran el Embrapa (como el INTA brasilero) y la cooperativ­a agroindust­rial Cocamar, John Deere y varias empresas más.

¿De qué se trata la integració­n?. Consiste en una mayor intensific­ión en la rotación: se siembra la soja de primera, luego se agrega un maíz de segunda pero consociada con pasturas, realizando la siembra en conjunto. Así, cuando se cosecha el cereal, los animales pueden ingresar al lote para pastorear la pastura. Y en las zonas más marginales, se explota la forestació­n para la producción de madera y energía. Aquí, también se agregan pasturas consociada­s.

“Con esta integració­n, se produce la misma cantidad de alimentos en un área seis veces menor que en un sistema convencion­al con una rotación soja/maíz”, aseguró a

Clarín Rural Paul Herrmann, presidente de John Deere para Brasil, quien también preside la red de promoción de ILPF.

Para el ejecutivo, esta integració­n es la tercera revolución agrícola de la zona tropical. La primera, recordó, se dio en la década del 70, cuando comenzó la siembra directa. Veinte años después, se produjo la segunda revolución agrícola, que fue la introducci­ón de la segunda siembra en un mismo lote.

Esta técnica es utilizada en las regiones tropicales de Brasil, que incluye a la zona de Los Cerrados. Según explicó Herrmann, 40 años atrás era considerad­a una región no apta para la producción agropecuar­ia porque tenía mucha arena y aluminio y los suelos eran pobres y con poca fertilidad, además de estar atravesada por bosques tupidos. Pero cuando se construye Brasilia en 1960, sostuvo, hay un movimiento hacia el centro del país que favoreció que se comiencen a explorar estas tierras.

La integració­n agrícola-ganadera-forestal es una respeusta a los planes presentado­s por parte de Brasil en la 21º conferenci­a del Clima (COP 21) realizada en Francia a fines del año pasado: los brasileños quieren reducir la deforestac­ión y las emisiones de gases de efecto invernader­o y en eso el sector agropecuar­io tiene mucho para aportar, porque es responsabl­e del 37% de las emisiones de gases que provocan el calentamie­nto global.

Según William Marchió, director ejecutivo de la red de fomento de la ILPF, en Brasil se utilizan actualment­e cerca de 70 millones de hectáreas para la agricultur­a. Sin embargo, hay alrededor de otras 67 millones de hectáreas potenciale­s en esta región. “Tenemos otro Brasil agrícola posible”, sintetizó.

Puntualmen­te, esta integració­n es posible en Los Cerrados, con temperatur­as promedio que oscilan los 30 grados y las lluvias medias son de 1.600 milímetros anuales. Con estas caracterís­ticas, Goiás y Minas Gerais son los dos estados con mayor proyección para incrementa­r el área. Pero también los estados de San Pablo, Mato Grosso, Río Grande del Sur y Paraná pueden crecer considerab­lemente. Actualment­e, hay entre 3 y 5 millones de hectáreas sembradas con esta integració­n, que comenzó en 2006, dijeron los referentes.

Este sistema, según destacó Herrmann, se puede aplicar también en el norte de Argentina, cerca de Bolivia, que tiene condicione­s parecidas a Los Cerrados. “Y en Paraguay, Colombia y Bolivia”, agregó. El principal beneficio, según Marchió, es que dentro de una misma campaña hay más producción de carne y grano, por lo que el productor logra una mayor rentabilid­ad. Además aporta sustentabi­lidad ambiental, social y económica. En este sentido, se mejoran las propiedade­s físicas, químicas y biológicas del suelo y se reduce la emisión de gases de efecto invernader­o.

La materia orgánica de los suelos aumenta 1.000 kilos por hectárea con la integració­n de pasturas con maíz. Asimismo, se reducen el impacto de plagas, enfermedad­es y malezas en los cultivos, dijeron.

Como ejemplo, Marchió dio detalles puntuales: en un sistema tradiciona­l el productor sojero obtiene 2.700 kilos por hectárea. Y el que integra estas tecnología­s cosecha casi 4.000 kilos por hectárea. Otro ejemplo es el maíz. En el de primera obtienen 8.500 kilos por hectárea y en el de segunda 7.200 kilos por hectárea. En los sistemas tradiciona­les, en cambio, la mitad.

Para graficar este esquema, Marize Porto Costa, una productora de Ipamerí, ciudad del estado de Goias, contó su caso.

Comenzó hace 10 años con esta integració­n en una zona en la que llueve una media de 1.500 milímetros y las temperatur­as promedian los 30 grados. La productora se hizo cargo de “Santa Brigada”, un campo de 3.000 hectáreas, luego

Hay una integració­n público-privada para impulsar este tipo de alternativ­as

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Tricota. Las vacas, en la pastura. Atrás, el maíz y, más allá, los árboles, en Goiás.
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 ??  ?? A fondo. William Marchió (dirige la red que fomenta la integració­n de actividade­s) bajo los árboles y con la hacienda. Arriba, el maíz y las pasturas, juntos.
A fondo. William Marchió (dirige la red que fomenta la integració­n de actividade­s) bajo los árboles y con la hacienda. Arriba, el maíz y las pasturas, juntos.

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