Un proyecto compartido
El autor, titular de Aacrea, participó de la última reunión del G-20 en China, que analizó los desafíos de la agricultura global. En su visión, para encararlos es clave comprometerse desde el lugar de cada uno, pero con una base fuerte en valores como la
La Asociación de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea) fue invitada por el Gobierno chino a una reunión de altos funcionarios de los países miembros del G-20, hace unos días en Pekín. Si bien estaba previsto tratar los temas de seguridad alimentaria y cambio climático, mi inquietud se centraba en la figura del productor agropecuario: ¿cuál era el objetivo de estar allí?
En Aacrea tenemos una metodología de trabajo muy definida que está relacionada con la filosofía, con nuestra manera de encarar los desafíos. A los miembros nuevos, en las primeras reuniones, siempre les contamos una historia.
“Se dice que en una antigua ciudad europea en el medioevo, había tres hombres trabajando en una obra. Los tres estaban colocando piedras, una tras otra. En un momento, se acercó un peregrino; al primero le preguntó con curiosidad sobre lo que estaba haciendo. Casi sin mirarlo, incluso algo molesto ante quien pregunta lo obvio, el hombre que estaba trabajando le dijo que estaba colocando ladrillos. Se acercó el peregrino a un segundo hombre que estaba trabajando unos metros más allá y también le preguntó sobre su tarea. Le dijo que estaba levantando una pared. Aun el viajante sintió curiosidad y se arrimó a un tercer hombre que estaba unos metros más allá; y también le interrogó sobre su función; este lo miró con entusiasmo y le contó: estoy construyendo una catedral”.
Como verán, la diferencia está en el sentido que cada uno le otorga a aquello que realiza. Los tres trabajadores del cuento estaban haciendo la misma tarea, pero su actitud era diferente. El primero casi que la maldecía, al segundo lo había vencido la rutina y solo el tercero estaba entusiasmado porque se sentía parte de un excelso proyecto.
En Aacrea creemos que los productores debemos trabajar para nuestras empresas pero que con eso no basta; también tenemos que desarrollar nuestro potencial por la gran empresa que es la Argentina. Esta afirmación se ve reflejada en una reciente visión que la titulamos “CREA 2025” donde se promueve la necesidad de empresas integradas a la comunidad y que sean referentes de innovación y sostenibilidad.
La innovación debe atender al cuidado de la tierra, su fertilidad, la capacidad de retener agua y la restauración de suelos degradados como prioritarios para la sustentabilidad y el uso eficiente de los recursos naturales.
La cumbre de las máximas autoridades de la agricultura en China fue una excelente oportunidad para intercambiar ideas sobre el rol que tiene la tecnología; que cuando se la utiliza correctamente mitiga el cambio climático, usa con eficiencia los recursos naturales y contribuye a la seguridad alimentaria, tanto desde la cantidad de alimentos que se necesitan para el mundo como desde la inocuidad.
Las políticas que se promueven en el G-20 no sólo tienen impacto en los países que lo componen sino en todo el mundo, dada la importancia de los países que participan. Integrarnos en todas las escalas es una obligación moral que nos permite vivir en paz, valorar al otro y ser parte de un mundo mejor.
Unirnos entre los argentinos, entre los países vecinos y al resto del mundo es la clave para avanzar. Si nos sentimos parte de un todo, creamos confianza, potenciamos ideas y construimos beneficios para las empresas, la sociedad y el ambiente.
La diversidad de aportes es fundamental, siempre y cuando estén sustentados en vínculos sólidos y valores firmes. t