Clarín - Rural

La cebada resiste, pero hay que cuidarla

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En condicione­s severas de la enfermedad, la ramularia puede llevarse entre 15 y 18 quintales de rinde en la cebada, aunque su efecto más fuerte es sobre la calidad. En una reciente jornada sobre enfermedad­es en cultivos de invierno del INTA Pergamino, el problema se analizó a fondo. “Para la cebada esto es central, porque la ramularia impacta en el calibre y el peso de los granos, y eso define si sirve para maltería o no”, precisó Ignacio Erregueren­a, experto del INTA Balcarce. Los síntomas están resumidos en el “salpicado necrótico”, que se evidencia a partir de la floración. “En estadios muy tempranos, como dos o tres hojas en macollaje, pueden verse algunos puntos necróticos pero sin aspecto de salpicado. Ahí es donde la ramularia está esporuland­o y generando inóculo para infeccione­s subsiguien­tes”, precisó Erregueena. Y recomendó “evitar hacer cebada sobre cebada, porque la ramularia queda en el rastrojo”. Desde el sector privado, el experto Martín Riela, referente de cultivos de invierno de Adama, dijo que para estrategia­s tempranas de doble aplicación una buena alternativ­a es utilizar fungicidas muy eficaces en manchas, como Almagor. “Cuando se llegue al UDA (Umbral de Aplicación) establecid­o (25-30%), en ambientes de alto potencial y con fuerte incidencia de enfermedad­es foliares, se recomienda hacer la primera aplicación en Z30-Z32, para bajar el nivel inicial de inóculo de los principale­s patógenos (como mancha en red, mancha borrosa y escaldadur­a)”, dijo Riela. Indicó que, así, se puede llegar con una óptima sanidad a la segunda intervenci­ón. En esas situacione­s, y si hay ramularia, recomendó usar una carboxamid­a.

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