Reclaman pensar en serio en una mayor sustentabilidad
Un experto en producción de cereales, Gabriel Espósito, de la Universidad Nacional de Río Cuarto, sostiene que debe haber normas que regulen lo que el productor puede hacer en los lotes, para que el sistema sea sustentable. El tema se debatirá en el congr
Lo hace el experto Gabriel Espósito, de la Univ. de Río IV.
La Argentina tiene el desafío de terminar con la “anarquía productiva”. Es lo que plantea el Dr. Gabriel Espósito, especialista en producción de cereales de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC). En su visión, es el Estado el que debe fijar una política agropecuaria a partir de estrategias de sustentabilidad, mercado o sostenimiento de la independencia alimentaria, como sucede en Estados Unidos, Australia y Canadá.
“No se puede dejar abandonado a que el productor haga lo que quiere o lo que puede. Eso ya no pasa en ninguna región que produce de manera consciente en el mundo”, insiste el experto, que disertará en la XXIV edición del Congreso de Aapresid, que este año se denomina “Resiliar”.
En la misma línea, indica que el agro debe empezar a comprender que la sustentabilidad es un solo concepto. “Hay tres planos: uno es el ecológico o ambiental, otro es la dimensión económica y el tercero pasa por el factor social. Si uno de estos no se cumple, es porque la degradación del ambiente no tiene esquemas de manejo para su recuperación; los productores no ganan dinero con lo que hacen y la sociedad queda inmersa en ese sistema productivo que no la desarrolla”, opina.
La visión de Espósito está relacionada con el gran protagonismo que va a tener el maíz en la próxima campaña y las consecuencias del “refugio en la soja” que caracterizó a las últimas campañas, por la baja rentabilidad de los cereales.
Los números del maíz ahora vuelven a ser muy interesantes -sin el lastre de las retencionespero el cultivo siempre fue clave desde lo agronómico por los beneficios que otorga en la rotación, a partir del aporte de carbono al suelo, por medio de sus raíces, y la generación de rastrojos. El punto es que la conformación de un suelo mucho más saludable es la base para conseguir una mayor productividad en los cultivos que siguen en la rotación.
Con los datos de los ensayos, Espósito confirma que se reportaron entre 4 y 8 quintales más de soja por hectárea en los lotes en los que se había sembrado maíz, como cultivo antecesor, en comparación con la variable más simple que es implantar soja sobre soja.
En Rosario, el maíz tendrá la oportunidad de mostrar sus brechas y potenciales de rendimiento para las próximas campañas y son varios los especialistas que piensan que podría acercarse a las 19 o 20 toneladas por hectárea.
Lo interesante es que es el mismo suelo el que puede confirmar si el esquema funciona. “Hoy podemos determinar si la rotación de cultivos está bien realizada por la salud del suelo. Es decir, evaluar si un productor avanza hacia sistemas productivos con sustentabilidad y proyección en el tiempo”, asegura el Dr. Luis Wall, investigador del Conicet y experto en microbiología de suelos.
Es una ventaja que no tuvo Europa -según Wall-, ni otras regiones del mundo, donde los suelos están agotados y con un marcado desequilibrio. También recuerda que han sido áreas en las que se dificultó el aprendizaje, ya que se interpretó a la tierra como un “florero”, donde crecían los cultivos y se le agregaban los nutrientes, fertilizantes y otros productos, con reincidencia.
“Los suelos de Argentina son sumamente fértiles. También los de Brasil, Uruguay, Paraguay y otros países de Sudamérica. Son el área experimental del continente, ya que el resto del mundo siempre con labranza convencional y con graves consecuencias”, concluyó. t