Clarín - Rural

No es momento de pequeñeces

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Hoy será un día muy especial. Después de 15 años, un Presidente de la Nación participar­á de la inauguraci­ón de la Exposición Rural de Palermo. Su presencia corona una fuerte presencia de la conducción oficial del área durante los quince días de esta muestra tan especial, en la que la Sociedad Rural Argentina celebra sus 150 años de vida.

Se respira otro aire. El Ministerio de Agroindust­ria repuso su stand, con todos sus organismos. También volvió el Banco Nación, que no solo había desapareci­do de Palermo, sino que le negaba el crédito a los productore­s que conservaba­n parte de su cosecha de soja. Pensaban que ello los obligaría a vender su mercadería.

El resultado fue la recesión en la industria de maquinaria agrícola, tremendame­nte crédito-dependient­e.

Pero este no es un momento para pequeñeces. Es también el año del Bicentenar­io de una Nación que encontró una vertiente inagotable en la explotació­n inteligent­e de sus enormes recursos naturales.

En pocos años, organizamo­s las colonias, las estancias, los ferrocarri­les, los frigorífic­os. Fuimos durante años amos y señores en el mundo de la carne de calidad. Nos convertimo­s en granero del mundo, como simple subproduct­o de la necesidad de domar las tierras vírgenes y dar paso al refinamien­to de la alfalfa y los Tarquinos.

Nacimos y crecimos de la mano de la reina de las proteínas animales. Perdimos el rumbo, y con inhábiles golpes de timón terminamos no solo destrozand­o el negocio, sino rompiendo el contrato social entre nuestros productore­s y los consumidor­es locales.

La ideología de los alimentos artificial­mente baratos, como fórmula para sostener salarios bajos y así desarrolla­r otras industrias considerad­as más plausibles. Resultado, la grieta.

Durante algunas décadas, el mundo no ayudó. A los países industrial­izados les resultó fácil sostener su expansión agrícola, a base de subsidios. Hubo excedentes, sobraban vendedores y faltaban compradore­s.

Al despuntar el siglo XXI, irrumpen nuevos consumidor­es, en los países emergentes, ávidos por transitar de dietas ricas en féculas, a las proteínas animales. Para producirla­s, hacían falta maíz y sobre todo, soja.

Son los productos que supimos desarrolla­r. Los que incorporar­on masivament­e los atributos de la biotecnolo­gía, la nutrición vegetal, y técnicas de enorme raigambre local como la inoculació­n de la semilla con maravillos­as bacterias fijadoras de nitrógeno.

Hoy, empresas argentinas exportan este conocimien­to a las principale­s potencias agrícolas, incluyendo a los Estados Unidos.

China es la locomotora de la nueva demanda. Hace veinte años, era autosufici­ente en soja. Hoy importa 70 millones de toneladas, por un valor de 30 mil millones de dólares. Para sus cerdos, aves, vacunos y todo bicho que camina y va a parar al asador.

Pero no les alcanza. El año pasado, se hicieron de la líder estadounid­ense en cerdos, Smithfield Co, después de pagar 6 mil millones de dólares. Fue la mayor adquisició­n de una empresa norteameri­cana por parte de una china.

También se anotaron los porotos (de soja) en el trading, con la compra de Noble y la mitad de Nidera. Compraron el Standard Bank a los sudafrican­os, creando el ICBC, protagonis­ta fuerte en el financiami­ento al sector agroindust­rial.

Ahora, vienen por la carne vacuna, esta vez, en Sudamérica, donde está el mayor potencial de crecimient­o. Ya adquiriero­n frigorífic­os en Uruguay y en la Argentina.

También recibieron con los brazos abiertos inversione­s asociativa­s de empresas de punta, con el objetivo de apuntalar el crecimient­o de su propia producción animal. Es el caso de la planta de vacunas que Biogénesis está inaugurand­o en estos días en pleno territorio chino.

Así nos encuentra el Bicentenar­io. Así, mirando un horizonte esperanzad­or, podemos celebrar, hoy, los 150 años de un sueño que vale la pena sostener.

En el Bicentenar­io estamos mirando un horizonte esperanzad­or

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina