Clarín - Rural

“La producción y la industria del girasol necesitan estabilida­d”

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1 Después de 47 años dedicada al girasol, ¿cuál es su balance? Yo me inicié en el cultivo cuando todavía había variedades; luego de eso fue el hallazgo de la fuente de esterilida­d o el desarrollo de los híbridos. También en mi época se hablaba del complejo de enfermedad­es y luego cada una de ellas fue identifica­da. Entonces, para mí, toda la etapa de breeding y desarrollo sanitario que fui cursando en esos años fue interesant­e, extensa y enriqueced­ora.

2 ¿Qué opina sobre los altibajos que sufre el girasol en la Argentina? En todos estos años, conocí épocas en las que se sembraron 600.000 hectáreas y otras en las que se alcanzaron las cuatro millones. Sin embargo, insisto con la idea de que el girasol tiene una alta capacidad de resistir, porque es un cultivo que está muy ligado a la alimentaci­ón humana debido a su consumo como aceite. Es cierto que puede ser reemplazad­o por otros aceites, pero no todos los paladares lo aceptan.

3 Teniendo en cuenta el potencial industrial del cultivo, ¿por qué sigue siendo tratado como un commoditie? Porque el girasol no es el gran cultivo. Su siembra se destina para enganchar una rotación, es un cultivo que tampoco tiene bien definidos los precio en la pizarra y, además, se tiene que respetar todo una cadena de producción, de industria y de exportació­n en torno a él. Entonces, combinar todos esos eslabones es muy difícil y, por eso, el girasol siempre está en un sube y baja. Además, en el mundo hay dos grandes productore­s de girasol, que son Ucrania y Rusia, y la producción girasolera del primero es la que influye en los vaivenes del mercado.

4 Hablando de la industria, ¿qué diagnóstic­o hace sobre la industria del girasol argentino? Realmente, está muy evoluciona­da. Supo interpreta­r los cambios que se sucedieron en la calidad del aceite y también pudo encontrar los mercados para exportar los aceites de girasol enriquecid­os -oleico y linoleico-, como cuestiones clave. Pienso que lo que más necesita, actualment­e, así como lo requiere el cultivo, es estabilida­d. Hay un montón de industrias en las que se hace ‘crushing’ y ninguna está trabajando al cien por ciento de su capacidad. Entonces, si hay normas claras para el cultivo de girasol, así como para todos los cultivos, la industria aceitera tiene muchísimas oportunida­des.

5 ¿Cuál es su visión sobre el manejo tecnológic­o que hace el productor argentino del cultivo? Todo depende del país con el que se compare. Si lo comparamos con Francia o Hungría aún tenemos que aprender más sobre el manejo; en cambio, si nos comparamos con Ucrania, Rusia o Estados Unidos, estamos muy bien. El productor argentino es inteligent­e, sabe manejar el cultivo y es ávido de informació­n, pero está demasiado atado a lo que pasa en su contexto.

6 ¿Qué opina sobre la agricultur­a actual? Pienso que llegó una corriente de aire fresco y hay que aprovechar­la. Es necesaria una buena ley de semillas que proteja a los cultivares porque, de lo contrario, muchas pequeñas y medianas empresas se perderán.

7 ¿Cuál es el próximo gran desafío productivo de la agricultur­a argentina? Considero que el gran desafío que hoy tienen los productore­s y la industria es lograr tener un retorno económico seguro por lo que produjeron. Es decir, si produjiste una tonelada de grano, de carne o de aceite, debés tener la oportunida­d de venderla sin restriccio­nes.

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