Clarín - Rural

Un camino a seguir

Con un negocio diversific­ado, que agrega valor, más la agricultur­a certificad­a, como estandarte de las buenas prácticas de manejo, es que trabaja la familia Van der Straten, en sus campos del oeste bonaerense. Su visión pensando en lo que viene.

- Pablo Losada plosada@clarin.com

Los Van der Straten decidieron su camino por andar en la producción agropecuar­ia: fijaron un negocio diversific­ado, de agregado de valor y apoyado en la agricultur­a certificad­a.

Esta familia, de origen belga, está radicada hace unos cien años en el oeste de la provincia de Buenos Aires. Ahora, son productore­s agroganade­ros entre las localidade­s de General Pinto y Florentino Ameghino, dos localidade­s que están distanciad­as por cien kilómetros en esa zona.

Por eso, Carlos Van der Straten, “Chalie”, quien le contó su historia productiva a Clarín Rural, conoce estos ambientes como la palma de su mano. Y hasta se animó a más, llevando su conocimien­to hasta Kenia, en Africa, hace tres años. (Ver “Africa, un viaje...”)

“Nosotros producimos en dos campos propios de 1.000 hectáreas cada uno, en Pinto y Ameghino, y tenemos 1.000 cabezas de ganado, bajo un ciclo completo. En este contexto, tenemos bien claro que los ambientes están definidos: lo que tiene potencial productivo es agrícola y los otros son sitios ganaderos”, dice el productor, respecto a estas extensas llanuras que parecen tener la misma aptitud productiva.

Así como separó los ambientes, también para los Van de Straten es clara la rotación de cultivos: el 60 por ciento es para agricultur­a y el 40 por ciento para ganadería.

Con esta organizaci­ón técnica, el productor le encontró la vuelta y la estabilida­d al negocio. De buen ánimo productivo, dice: “La última campaña se alinearon todos los planetas para nuestro esquema ya que tuvimos buenos rendimient­os en los cultivos y el precio de la hacienda también fue favorable”, recuerda. Aunque también cuenta, apensadumb­rado, que la pasaron mal en los últimos años cuando debieron cerrar el tambo que tenían en el campo de Pinto y que había iniciado su abuelo hace uso setenta años. “Mi padre tomó la decisión. Fue duro, pero si no lo hacíamos debíamos sostener esa producción con los márgenes de las otras”, comenta. Por eso, todavía es cauto cuando de arriesgars­e se trata.

Mientras Van der Strten recorre sus lotes en el campo de Pinto, Rodeo Chico, reconoce que ya no se arriesga como antes. Su espíritu “conservado­r” se debe a que “faltan medidas para el sector y por eso le cuesta hacer negocios pensando en el futuro, define. Sus inversione­s, agrega, son pensando en una base sólida para su negocio.

“Hoy, invierto en ganadería y rotación de cultivos. Invertir más en estructura para hacer agricultur­a es impagable y el negocio no cierra. En ganadería, en cambio, seguimos apostando porque el retorno es más genuino y rápido. Además, con la agricultur­a no puedo crecer más en campo propio, pero con la hacienda todavía tengo potencial”, reflexiona.

La rotación de cultivos allí es clásica: trigo/soja — maíz. Este año, comenta, en la rotación del campo de Ameghino, con menor aptitud productiva que el de Pinto, incluirán al girasol y el sorgo. Como es común en los planteos mixtos, el maíz es el nexo entre la ganadería y la agricultur­a. “De acuerdo al precio, manejo la proporción del maíz en la dieta”, explica.

El productor está convencido del equilibrio económico del planteo mixto en ambientes que son inferiores, que se da por factores climáticos o por calidad de suelo. “La estabilida­d me la termina dando la ganadería”, concluye.

Debido a la importanci­a que tienen para esta empresa las buenas prácticas agrícolas, el año pasado decidieron encarar la certificac­ión de los dos campos, bajo los estándares de AC (Agricultur­a Certificad­a) y RTRS (Soja Responsabl­e).

“Logramos certificar en seis meses y lo que más nos costó trabajo fue la organizaci­ón administra­tiva. Agronómica­mente, ya cumplíamos con los requisitos de la certificac­ión”, dice el productor, quien tomó esta iniciativa porque lo considerab­a una forma de dar difusión a esta normativa.

Hacer esto, sostiene, lo ordenó completame­nte y, además, anticipa que fue una apuesta de futuro. “En el cualquier momento, la exportació­n de materias primas o de productos con valor agregado deberán tener el sello de AC”, asegura.

Otra de las caracterís­ticas que destaca, respecto a la certificac­ión, es que mejoró su diálogo con la comunidad, un tema que aun está en el centro del debate, sobre todo, en localidade­s chicas.

“Ser un productor certificad­o me obliga a comunicar al municipio y a mis vecinos, de manera permanente­mente, sobre las prácticas que haré en el campo y que pueden ser un riesgo”, explica.

En este aspecto relacionad­o con la conciencia social de las prácticas, sostiene que todavía hay una oportunida­d para seguir trabajando. Como dice esto, tiene una visión menos auspiciosa respecto al actual paradigma productivo y que llevó a importante­s perjuicios al sistema e instaló importante­s problemáti­cas, como las malezas resistente­s.

Van der Straten trabaja siempre mirando para adelante y se proyecta para los próximos años seguro y firme del camino que ya adoptó. “Pienso que la empresa familiar seguirá creciendo en número de cabezas y ajustando prácticas de bienestar animal. Por su parte, en agricultur­a vamos a mejorar los niveles productivo­s, siguiendo la idea de las rotaciones, la reposición de nutrientes, el uso de agroquímic­os con banda verde de aplicación. Y, además, convencido­s de seguir afianzando la sinergia el plateo mixto”, dice.

Fortalezas, desafíos y oportunida­des, cuestiones en las que ya pensaron los Van der Straten y las transforma­ron en decisiones de futuro.

 ??  ?? Maicero. Recienteme­nte, Carlos Van der Straten en un maizal que por sus recurrente­s lluvias se retrasó la cosecha del cultivo. El cereal, el vínculo con la ganadería.
Maicero. Recienteme­nte, Carlos Van der Straten en un maizal que por sus recurrente­s lluvias se retrasó la cosecha del cultivo. El cereal, el vínculo con la ganadería.
 ??  ?? En Kenia. De izq. a der., un operario local y los argentinos Alvarez y Van der Straten.
En Kenia. De izq. a der., un operario local y los argentinos Alvarez y Van der Straten.
 ??  ?? En el lote. Los Van der Straten, Carlos, izq., con Alberto, su padre, en un rodeo de recría.
En el lote. Los Van der Straten, Carlos, izq., con Alberto, su padre, en un rodeo de recría.
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 ??  ?? Ganadería. Izq., un rodeo de terneros en recría, dentro del corral. Arriba, el silaje de planta de maíz, el alimento clave para el invierno.
Ganadería. Izq., un rodeo de terneros en recría, dentro del corral. Arriba, el silaje de planta de maíz, el alimento clave para el invierno.

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