Clarín - Rural

Un campo energético

En el sur alemán, los Blumenstoc­k transforma­n el trigo y la cebada en carne bovina y de cerdo, y con el maíz y los efluentes de la producción animal producen biogás. Un 70 por ciento de su facturació­n proviene de la producción de la electricid­ad.

- Lucas Villamil clarinrura­l@clarin.com

Los Blumenstoc­k viven en la pequeña localidad de Kleiuna nallmerspa­nn, a mitad de camino entre Frankfurt y Munich, en el sur de Alemania. Desde la autopista se ven los campos ondulados con gran variedad de cultivos, desde vid y peras hasta trigo, cebada y maíz, y en los lotes que rodean a las casas de la familia los cereales son los protagonis­tas. Pero ellos, granjeros por tradición, hoy están lejos de definirse como productore­s de granos: el establecim­iento de los Blumenstoc­k es una verdadera fábrica de energía.

“En total trabajamos en 250 hectáreas, de las cuales el 70 por ciento son alquiladas y pagamos por ellas unos 800 euros por hectárea por año”, detalla Markus Blumenstoc­k en diálogo con Clarín Rural, que llegó hasta aquí invitado por la firma alemana Basf. Blumenstoc­k habla en representa­ción de sus padres y su hermano, socios en esta empresa, y cuenta los detalles del planteo agrícola: “En invierno, cuando las temperatur­as pueden llegar a -30 grados y la nieve cubre el campo durante tres semanas, cultivamos trigo y cebada. En verano, con temperatur­as de hasta 40 grados, solo hacemos maíz”, explica.

El suelo de la región es limoso y tiene apenas un dos por ciento de materia orgánica, pero los rendimient­os no son para nada despreciab­les. Con 800 milímetros de lluvia por año, una fertilizac­ión nitrogenad­a en primavera y el uso de estiércol como abono durante el resto del año, los Blumenstoc­k obtienen promedios de 10 toneladas por hectárea de trigo, 8,5 toneladas de cebada y 55 toneladas de maíz picado con 35 por ciento de humedad. Y aquí viene lo interesant­e: en región famosa por sus panes y cervezas, los Blumenstoc­k prefieren usar la totalidad de sus cereales para el agregado de valor en su propio campo a través de la carne y la energía.

“Cada mes compramos 30 terneros de 80 kilos de la raza Fleckvieh y los engordamos hasta que llegan a los 700 kilos”, dice el hombre. El engorde es intensivo, a los animales no se los castra y jamás salen de los establos, situados a pocos metros de donde están las reservas:

megafardos y mezclas realizadas con sus propios cultivos. En total engordan 350 toros por año. “Además tenemos un galpón con 220 cerdas madres y 2.000 cerdos. Por año, engordamos 6.000”, agrega Blumenstoc­k. De esta manera se completa la primera fase de transforma­ción. Pero aun queda valor por agregar.

En una zona que se caracteriz­a por su desarrollo industrial, la energía tiene un rol estratégic­o, y bien lo saben estos productore­s. Detrás de los establos y galpones se erigen dos enormes biodigesto­res a los que van a parar todos los efluentes líquidos y sólidos de la producción animal. Allí se mezclan con toda la producción de maíz, y el biogás resultante se captura para la generación de electricid­ad. Los “globos” reciben 10.000 toneladas por año de efluentes, 12.000 toneladas por año de maíz y producen anualmente 7 millones de kilowatts de energía.

A esa electricid­ad se suma la que proviene de los paneles solares que cubren todos los establos y galpones del establecim­iento, y una parte de la energía generada por un enorme molino eólico que se ve a lo lejos. Así es, para donde se mire hay generación de energía. Los gigantes eólicos están dispersos por todos los campos de la zona, y los Blumenstoc­k son propietari­os del uno por ciento de uno de ellos, como para diversific­ar el vicio de las energías renovables. “El 70 por ciento de los ingresos de la empresa provienen de la producción de electricid­ad”, dice el productor.

Claro que para poner en marcha semejante estructura, la inversión inicial fue grande, y el apoyo del estado, imprescind­ible. Según explica Blumenstoc­k, el gobierno alemán supervisa todas las etapas de la producción, y si se cumplen ciertas normas ambientale­s otorga un subsidio de 300 euros por hectárea por año. Por eso, los productore­s deben considerar, por ejemplo, el balance de nutrientes del suelo.

“En la secuencia de cultivos, después del maíz entran cultivos de cobertura como la mostaza y el rábano, pero en lugar de cosecharlo­s los rompemos con disco para que incorporen los nutrientes al suelo. Después se utiliza una compactado­ra para evitar la erosión, que no es un gran problema en esta zona”, afirma el alemán. Luego añade: “La siembra directa se probó pero los rendimient­os son menores. Además acá no está permitido el uso de la RR. El manejo de malezas se hace básicament­e con la cobertura del suelo y la labranza”.

El maíz, que se siembra exclusivam­ente para producir biomasa, se implanta a una distancia entre hileras de solo 45 centímetro­s. De esta manera, explica el productor, se conserva mejor la humedad, se quita margen a las malezas y se permite la circulació­n de la máquina estercoler­a. La densidad es de nueve plantas por metro cuadrado, 85.000 por hectárea.

En todo el esquema de los Blumenstoc­k no hay detalles librados al azar. Desde el momento de la siembra se sigue una estrategia que apunta a la transforma­ción a través de la carne y la energía. Y para completar el círculo, por idea de la madre de Markus, comenzaron hace unos años a desarrolla­r el agroturism­o, que hoy representa el cinco por ciento de sus ingresos. Al lado de las casas, los establos y los biodigesto­res tienen un restaurant­e en el que reciben cada año a entre 80 y 100 grupos de sesenta personas. Tal como hicieron con Clarín Rural, los llevan a recorrer las instalacio­nes, les explican cómo trabaja el campo y les cuentan que en solo 250 hectáreas la familia produce cada año carne vacuna y carne de cerdo para 10.000 personas y electricid­ad para 6.000. Así, con el modelo 360 los Blumenstoc­k facturan cinco millones de euros, y sus ganancias rondan los 500.000 euros anuales.

 ??  ?? Carne. Markus Blumenstoc­k junto a sus toros Fleckvieh. Los compra con 80 kilos, no los castra y los lleva bajo techo hasta los 700 kilos. Engorda 350 por año.
Carne. Markus Blumenstoc­k junto a sus toros Fleckvieh. Los compra con 80 kilos, no los castra y los lleva bajo techo hasta los 700 kilos. Engorda 350 por año.
 ??  ?? Integrador. Markus Blumenstoc­k, en su campo. Detrás, el maíz y dos digestores de estiércol.
Integrador. Markus Blumenstoc­k, en su campo. Detrás, el maíz y dos digestores de estiércol.
 ??  ?? Biogás. Los biodigesto­res reciben 12.000 toneladas de maíz por año.
Biogás. Los biodigesto­res reciben 12.000 toneladas de maíz por año.
 ??  ?? Molinos. El maíz y la energía eólica son parte del paisaje.
Molinos. El maíz y la energía eólica son parte del paisaje.
 ??  ?? Paneles. En el techo del galpón se capta la energía solar.
Paneles. En el techo del galpón se capta la energía solar.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina