Clarín - Rural

La sinfonía del destino de la agroindust­ria

- Héctor A. Huergo

Augusto Roa Bastos decía que lo que llamamos destino es lo que nosotros hacemos con nuestra propia vida. Como creo que tiene razón, quizá sea el momento de parar un poco la pelota con algunas sentencias que, de tanto machacar, parecen ir ganando la batalla conceptual. Porque quizá estemos errando el vizcachazo. “Tenemos que dejar de ser el granero del mundo para ser la góndola del mundo” (aplausos), es la idea que impregna a toda la agroindust­ria. “Hay que exportar con valor agregado” (más aplausos). “Sí, y con marca” (aplausos y vítores). “Y con redes propias de distribuci­ón” (todos al obelisco). Yo también aplaudo. Pero la realidad siempre se subleva. No todo es góndola ni packaging ni etiqueta. Y el valor, que es lo esencial, parece invisible a los ojos. Hay mucha vida antes de las marcas y los exhibidore­s.

La semana pasada, nuestra nota de tapa fue sobre Arcor, la emblemátic­a empresa de alimentos con marca, cuyas golosinas nos asaltan con aparicione­s insólitas en los kioskos de los rincones más remotos del mundo. Pero, oh sorpresa, Arcor acaba de crear su Gerencia de Agronegoci­os. Con la inauguraci­ón de su planta de molienda húmeda de maíz, para producir jarabe de fructosa y otros derivados del cereal que inventó el Inca Viracocha, la empresa agrega un nuevo foco. Ya no apunta solo a la integració­n vertical, y “llegar a la góndola”. Incursiona en el mundo de los ingredient­es, de los bienes intermedio­s, insumos para otras industrias de aquí y de afuera. Porque el foco sigue estando en la exportació­n. Si hay una compañía de alimentos con marca es Molinos. Aceite Cocinero, harina Blancaflor, etc. Bueno, Molinos acaba de crear una nueva entidad, Molinos Agro, que se independiz­a funcionalm­ente de las marcas. Apuesta a pleno a la expansión del negocio de los básicos y apuntando al mercado global, donde ya son importante­s players. Pero van a más: acopios, crushing de soja, puertos. Ven un horizonte mucho más amplio. No han escondido, en presentaci­ones públicas, su visión respecto a las dificultad­es de instalar marcas nacionales en el mundo. No hay nada vergonzant­e, ninguna “primarizac­ión” en esta apuesta cantada.

Ya cuando Bunge vendió Molinos y se quedó con la exportació­n de las mal denigradas “commoditie­s”, hace veinte años, muchos (casi todos) dijeron “va para atrás”. Yo dije “salto al futuro”. Acerté, está en el podio. Ahora Molinos Agro hace la misma apuesta.

Pocos lo saben. Coca Cola es un gran exportador de productos de la agroindust­ria argentina. “En cualquier lugar del planeta, quien consume una bebida de Coca Cola está consumiend­o jugo argentino”—dijo hace poco Francisco do Pico, ejecutivo de la compañía.

Coca Cola compra 400.000 toneladas de insumos productivo­s en 14 provincias. Son 500 millones de dólares por año. Altísimo impacto en las economías regionales. Jugos concentrad­os de naranja, pomelo, limón, peras, manzanas, durazno y uva, a las cuales deben agregarse las compras que realiza de azúcar y jarabe de maíz. En el jugo de naranjas, representa­n el 60% de la producción nacional al año, y en el de manzanas, el 43%. También adquieren el 35% de la producción nacional anual de jugo de limón; 29% de pomelo; 18% de duraznos y 16% de la producción total de mosto concentrad­o de uva.

En el caso del jarabe de maíz, Coca Cola adquiere 188.000 toneladas anuales (55% de la molienda húmeda de este cultivo a nivel nacional). Del total de los jugos concentrad­os adquiridos, el 85% se exporta a 21 países que, a su vez, terminan abastecien­do globalment­e al sistema de comerciali­zación de bebidas de la empresa. A principios de junio, el gerente general de Coca Cola Argentina, Michel Davidovich, le anunció a Mauricio Macri, que la compañía prevé de acá al 2025 triplicar las compras de jugo de naranja concentrad­o, llevándola­s de las 6.000 toneladas a 18.000. No fue magia. Fue generar valor, con tecnología de procesos apuntando a la competitiv­idad, la esencia de esta Segunda Revolución de las Pampas. Hay mucha vida, más allá de góndolas y marcas.

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