Clarín - Rural

Otra vez, la sombra doliente del agua

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

L a sombra doliente de la inundación en la llanura pampeana se ha convertido en una recurrenci­a pertinaz. La tarea de la hora es proteger vidas y salvar lo que se pueda, con especial énfasis en evitar que se inunden los pueblos. Ahí se privilegia­n, correctame­nte, los esfuerzos. La cuestión de fondo, mientras tanto, es analizar lo que está pasando. Y ver qué hacer, pensando en que están afectadas cientos de miles de hectáreas de alto potencial productivo. El año pasado, cuando las aguas ensañaron en la cuenca del río Luján, hubo consecuenc­ias políticas tremendas. La desidia e impotencia del gobierno bonaerense ausente, contrastó fuertement­e con la foto de la por entonces candidata a gobernador­a María Eugenia Vidal en botas de goma. Es probable que aquella imagen haya definido las elecciones. No solo en la provincia, sino en la Nación. Hoy, Vidal tiene en las manos un fierro al rojo que no se enfriará fácilmente. Pero el problema es tan grande que convoca a todo el mundo. Córdoba tiene saturadas las napas en las mejores zonas agrícolas. La Pampa está en litigio con Córdoba y Buenos Aires, con episodios de violencia inusitada.

En aquel momento, dijimos en estas páginas que había que recurrir a los ingenieros holandeses. Y allá fuimos. Son los que más experienci­a tienen en esto de pelearle al agua: hace 500 años, cuando Amsterdam por enésima vez fue barrida por el desborde de los grandes ríos que la circundaba­n, dijeron basta. Construyer­on Netherland, los Países Bajos, que hoy albergan a 17 millones de habitantes que, en buena parte, viven por debajo del nivel del mar. Sobre 4 millones de hectáreas de polders, producen prácticame­nte toda la comida que necesitan y les quedan hortalizas, quesos y flores para exportar a todo el mundo.

Con rápidos reflejos, la nueva administra­ción bonaerense celebró un acuerdo con Países Bajos. Clarín Rural acompañó una visita al reino de Máxima. A los pocos días, el propio ministro de Agricultur­a nederlandé­s vino a la Argentina acompañado de los expertos. Se empezó a trabajar en serio.

La complejida­d es enorme, porque la llanura pampeana es tremendame­nte extensa y, sobre todo, plana. Y la situación se agrava en el escenario de cambio climático que, con toda certeza, explican académicos como el dr. Vicente Barros. El científico asegura, con argumentos sólidos, que en esta región se expresan con particular virulencia las consecuenc­ias del calentamie­nto global.

Episodios extremos que parecen responder a algo más que un ciclo de grandes lluvias. Por eso en Clarín Rural nos ocupamos tanto de los biocombust­ibles: no solo constituye­n un camino de valor agregado, sino que implican una contribuci­ón a la batalla global para reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o. Si este es el escenario, hay que tomar el toro por las astas. Dejar de lado las muletillas estilo “Florentino Ameghino decía que había que hacer obras de retención, no de desagües”. Hay que hacer las dos cosas, y mucho más. Tampoco sirve culpar a la soja o a la siembra directa, porque evaporan menos que otras coberturas, ya sea pasturas o cereales de invierno y verano. Aquí y ahora, la cuestión es que llueve mucho más. Tengamos además en cuenta otra cosa. El salto tecnológic­o de la agricultur­a, a nivel global y en la Argentina en particular, es gigantesco. Y viene un aluvión de nueva tecnología, con la agricultur­a de precisión, la conectivid­ad, el big data, la inteligenc­ia artificial, la robotizaci­ón. En este contexto, lo que el país necesita son tierras. Nuevas tierras es imposible, porque mucho no hay y la presión de los ambientali­stas trabará cualquier desarrollo posible. La ominosa penetració­n de la ideología de “los humedales” es una toalla mojada golpeando los riñones productivo­s de un país que necesita salir de la pobreza. Entonces, lo primero es recuperar las tierras productiva­s. Estas pampas también se caracteriz­an por su resilienci­a, así que esto va a suceder más pronto que tarde. Pero al mismo tiempo hay que pensar en la construcci­ón de una nueva pampa húmeda. Barajar y dar de nuevo.

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