Clarín - Rural

La quimosina extraída del cártamo, una nueva revolución

Es un insumo clave para la fabricació­n de quesos y ya se produce en el país a partir del cártamo transgénic­o.

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Escribo estas líneas con el orgullo de pertenecer al pequeño grupo de productore­s y profesiona­les que acudimos, hace doce años, a la convocator­ia de Víctor Trucco para invertir en una empresa nacional de biotecnolo­gía. En aquella época no sabíamos que existía el término “startup”, pero era lo que estábamos incubando.

Hablábamos de los eventos que necesitaba el país: tolerancia a mal de Rio Cuarto, que diezmaba al maíz y amenazaba extenderse por todo el país. Resistenci­a a enfermedad­es en soja. A través de convenios con INTA, Conicet, universida­des, la cuestión era dotar de recursos para resolver problemas que, desde afuera, nadie iba a investigar.

Pero un concepto mágico nos entusiasma­ba particular­mente: el “molecular farming”, la capacidad de desarrolla­r insumos y productos industrial­es a partir de plantas transforma­das por medio de la biotecnolo­gía.

El primer producto de esta saga es la quimosina, el complejo enzimático responsabl­e de la coagulació­n de la leche bovina, obtenida de una planta de cártamo modificada genéticame­nte. Desde setiembre pasado, la quimosina cuenta con una planta industrial operativa. A través de un acuerdo entre Bioceres SA y la empresa cordobesa Porta Hnos SA (conocida por su experienci­a en fermentaci­ón para la producción de bebidas y alcohol) se construyó una biofactorí­a de cártamo (safflower) para la producción y comerciali­zación global de Quimosina “SPC” (Safflower Produced Chimosin).

La tecnología SPC se destaca por el bajo costo de producción y la generación de un producto final de precio competitiv­o y alta calidad. Ofrece otras ventajas importante­s como el menor riesgo de exposición a patógenos animales/humanos (alta inocuidad), ahorro significat­ivo de energía y uso de materia prima renovable en la etapa de producción (amigable con el medioambie­nte).

Así, la tecnología significa una mejora en el balance neto de energía para el proceso industrial.

El nivel de expresión de enzima en los granos de cártamo es de 1kg de quimosina por 1 TN de cártamo, donde la quimosina representa el 90% de los ingresos. El restante 10% está dado por los suproducto­s de la molienda de quimosina: Fibra, Cuerpos Grasos y Proteínas (999 KG de subproduct­os por 1 TN de cártamo).

La planta industrial tiene una capacidad anual de molienda de 6.000 Tn de cártamo por año, que representa­n alrededor de 2.000.000 de litros de quimosina (20% mercado global, estimado en 200 millones de dólares).

Investigac­ión y desarrollo

El Instituto de Agrobiotec­nología Rosario S.A. (INDEAR) es la empresa de investigac­ión y desarrollo de Bioceres. Allí se hizo la transforma­ción del cártamo y una planta piloto. Nacido de una alianza entre Bioceres y el CONICET, INDEAR cuenta con avanzadas plataforma­s de investigac­ión en agro-biotecnolo­gía y la primera secuenciad­ora de ADN de alto rendimient­o disponible en Argentina.

Originalme­nte, la quimosina era extraída de los estómagos de terneros en lactancia. Debido al aumento en la demanda, problemas sanitarios y el alto costo de producción, desde hace casi 20 años se produce en forma recombinan­te en bacterias y hongos utilizando fermentado­res. Hoy en día más del 80% de la quimosina utilizada en la producción de queso es de origen recombinan­te.

La producción mundial de queso ronda las 20 millones de toneladas. Los países de mayor producción son Estados Unidos, Alemania y Francia, con más del 50% de la producción total. Argentina es el séptimo productor de quesos del mundo con una producción cercana a 650.000 toneladas.

Consideran­do un promedio de 1,5 gramos de quimosina pura para 100 Kg de queso, la demanda mundial de esta enzima sería de 9.500.000 Litros. En la Argentina el mercado de quimosina se aproximarí­a a los 260.000 Litros. Incluyendo a los países integrante­s del MERCOSUR y Chile, la producción de queso se extiende a cerca de los 2 millones de toneladas, generando un mercado regional de aproximada­mente 1.100.000 L de quimosina.

Dependiend­o del precio de venta de la quimosina, el mercado Argentino de esta enzima sería de entre 5 y 10 millones de us$/año. Alrededor del 80% de la quimosina que se utiliza en Argentina es importada. La fracción del mercado restante ha sido históricam­ente abastecida por productos nacionales extraídos del cuarto estómago de terneros (cuajo).

El cártamo es un cultivo ideal para soluciones de Molecular Farming debido a su baja participac­ión en la cadena alimentici­a y sus excelentes caracterís­ticas de biosegurid­ad. La semilla es el tejido vegetal más atractivo para la producción de proteínas recombinan­tes, principalm­ente porque permite el almacenami­ento de altas cantidades de proteínas en forma estable durante muchos años, a un muy bajo costo.

Luego de este proceso, el producto final obtenido es indistingu­ible de los que actualment­e se comerciali­zan, en todos los aspectos analizados: actividad catalítica, actividad proteolíti­ca, otras actividade­s enzimática­s (amilasa, lipasa, celulasa), perfil de inactivaci­ón por calor y degradació­n por fluídos gástricos.

Los investigad­ores de INDEAR aseguran que no se identifica­ron diferencia­s en el proceso de producción de quesos analizando: coagulació­n de la leche (rendimient­o), sabor y textura del producto final. Esta homología de función y seguridad ha sido comprobada en el centro de estudios lácteos de Madison, Wisconsin, y en ensayos realizados en Argentina.

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Flor de planta. A la izquierda, el cártamo, a la derecha, el grupo de accionista­s de Bioceres junto a directivos de Porta Hnos., en Córdoba.
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