Clarín - Rural

El campo y la economía circular

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Por distintas vertientes, el meridiano agrícola pasa esta semana por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. La entidad, nacida en 1854, es la más antigua del país. Pero el miércoles fue la sede de un baño de siglo XXI: en el señero Salón San Martín se desarrolló un seminario sobre biomateria­les, coordinado por la secretaría de Valor Agregado del Ministerio de Agroindust­ria. Para mañana, la Bolsa celebrará la cosecha 2016/17 convocando a la primera Maratón de las Buenas Prácticas Agrícolas. Todo tiene que ver con todo. Veamos.

Hace 35 años, me convocó la Cámara de la Industria Plástica para dar una conferenci­a sobre el uso de plásticos en la agricultur­a. Yo venía muy entusiasma­do por el creciente desarrollo de tecnología­s que tenían que ver con el polietilen­o y otros materiales que sustituían a la chapa de acero o aluminio. Tanques de fibra de vidrio, envases de agroquímic­os, caños de riego (mangas y goteo). En las exposicion­es de Europa y Estados Unidos se veían cada vez más los tachos de sembradora­s en polietilen­o rotomoldea­do. Los invernácul­os de vidrio migraban al film transparen­te, con resistenci­a a los rayos UV. Aparecía la bolsa para forrajes, o mantas para tapar silos, el film stretch del silopaq, etc.

Recuerdo que hablé de todo esto y los propios industrial­es de la cámara se mostraron, en general, incrédulos. “Son tecnología­s caras para la Argentina”, fue la visión predominan­te. Algunos la vieron.

Los escenarios cambian. Hoy la Argentina se convirtió en el líder mundial en varias tecnología­s que tienen que ver con la industria plástica. El caso más rutilante es el del silobolsa, donde el país es el referente en la extraordin­aria solución del envase flexible. Esto arrancó hace quince años. La líder local (Ipesa), abastece más del 50% del mercado interno pero además exporta ya a 40 países, resolviend­o los problemas de almacenaje que arrasan con los alimentos de los pobres. Sumando a otros fabricante­s locales, el silobolsa se ha convertido en el destino más importante en el país para el polietilen­o producido en el Polo Petroquími­co de Bahía Blanca.

Los envases de agroquímic­os también migraron al plástico. Ventajas de costos y de logística, pero también un nuevo problema: la acumulació­n de envases usados. Un tema que fue encarado ya hace años por las cámaras que reúnen a las empresas del sector, con sus campañas de triple lavado, destrucció­n y posterior reciclado. Un aspecto clave del concepto de Buenas Prácticas Agrícolas, que no solo tienen que ver con las tecnología­s de producción que revolucion­aron al sector, como la siembra directa. “El Campo hace bien”, es el leit motiv de la maratón de mañana.

En el seminario de Bioplástic­os, un funcionari­o del Ministerio de Medio Ambiente habló de “economía circular”, consideran­do a los envases en desuso no como basura, sino como “recurso”. Así lo ve la gente de ACA, que tiene una planta de elaboració­n de agroquímic­os en Campana, y otra de silobolsas en General Pico. Ahora está levantando una planta de reciclado de ambos “recursos” en Carcarañá.

El otro eje, y sin duda el más aleccionad­or, fue el capítulo destinado a la sustitució­n de los plásticos convencion­ales, de origen petroquími­co, a los biomateria­les. Hay una enorme gama de productos en el pipeline, en algunos casos en etapas iniciales y en otros, avanzadas. Por ejemplo, el PLA (ácido poliláctic­o) que se obtiene a partir del almidón de maíz, el polietilen­o a partir del etanol de caña de azúcar o maíz, que ya es producido en Brasil por Braschem. O moléculas mucho más complejas elaboradas a partir de bacterias modificada­s genéticame­nte.

No faltará mucho tiempo para que el maíz termine en una silobolsa…de maíz. Economía 360 al rojo vivo.

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