Clarín - Rural

La apuesta por la agricultur­a está firme

Omar Quinodoz es productor del sudoeste enterriano. Por las inundacion­es del año pasado retrajo fuerte su negocio, sin embargo, está convencido del camino a seguir.

- Pablo Losada plosada@clarin.com

Omar Quinodoz es productor del sudoeste enterriano. Por las inundacion­es del año pasado retrajo fuerte su negocio, sin embargo, está convencido de que el camino a seguir es el manejo.

Los productore­s agropecuar­ios vienen muy afectados las últimas campañas. Luego de muchos años de políticas poco alentadora­s para el sector, el año pasado celebraron el regreso de las reglas de juego. Pero, lo bueno duró poco. A partir de entonces, el clima no les da tregua.

Como una historia de nunca acabar, siguen a la defensiva con sus estrategia­s productiva­s y buscan las alternativ­as para ganar eficiencia.

Así, pinta el escenario Omar Quinodoz, profesiona­l agrónomo y productor agropecuar­io entre las localidade­s del sudoeste entrerrian­o de Nogoyá, Victoria y Rosario del Tala. Hastá ahí llegó Clarín Rural.

Quinodoz trabaja para dos sociedades agropecuar­ias, pero su actividad está volcada de lleno a la producción. Por un lado, hace las recorridas, el asesoramie­nto y el monitoreo intensivo de cultivos para los clientes de Agroinsumo­s Victoria, una de las firmas en la que es socio. Por otro lado, tiene una empresa familiar con su cuñado. Allí también está en la parte productiva, sembrando mayormente en campos arrendados, y manejando los servicios de siembra y cosecha que hacen con sus máquinas propias.

El productor cuenta los avances y retrocesos del último año. Como no cambiaron mucho las cosas, ellos se siguen replantean­do el negocio, viene sucediendo desde hace algunos años.

“El clima nos dio un golpe duro sobre el final de la última campaña. En plena trilla de la soja avanzamos sobre las primeras 200 hectáreas, en abril. Empezó a llover y no se detuvo por 35 días. En todo ese tiempo, nunca pudimos volver a la cosecha del cultivo. De esa forma, de los 30 quintales por hectárea potenciale­s que iba a rendir –un rendimient­o muy bueno para esa zona- y con excelente calidad, cosechamos solamente 16 quintales, con un 70 por ciento de su calidad óptima”, recuerda el productor. Entonces, y recuperada la posibilida­d de trabajar, Quinodoz cuenta una de las tantas peripecias que necesitaba­n para entregar el grano a la planta de acopio. “Ya que no había caminos trasitable­s para los camiones, aunque sí se podía llegar al campo, llegamos a transporta­r 21 tolvas graneleras en un día hasta la planta acopiadora. El transporte lo hacíamos con tractor”, señala.

Después de eso, pegaron un giro brusco en sus decisiones. De las 1.300 hectáreas que sembraban, se retrajeron y se quedaron con los mejores lotes. Así, pasaron a sembrar 350 hectáreas este año. El productor destaca que, con el tiempo ocioso, aprovechan para hacer más servicios de siembra y cosecha.

Sin embargo, Quinodoz está convencido y es entusiasta. “Siempre volvería a apostar por la agricultur­a”, dice, por eso, se alimenta con el planteo de nuevos desafíos dentro de una zona productiva que está en permanente crecimient­o.

“En este momento, el principal desafío que tenemos en esta zona es seguir creciendo en rendimient­os. Acá, el desarrollo de los campos se logró gracias a la adopción de la siembra directa ya que se pusieron en producción lotes que no eran productivo­s. De esa forma, la meta es seguir potenciand­o esos sitios ya que con las problemáti­cas agronómica­s actuales, el productor está en constante defensa del rendimient­o. Además, no queda otra alternativ­a porque los márgenes económicos son muy ajustados”, afirma.

De esa forma, Quinodoz entiende, que los agricultor­es quedan acorralado­s económicam­ente por los costos de producción, sobre todo, como aquellos que como él trabajan superficie en campo arrendado.

Esto le da pie al productor para recordar y hacer comparacio­nes. “Cuando sembré mis primeras 30 hectáreas de soja, en el año 2004, una año después de finalizar la universida­d, con el cultivo en pleno nacimiento, una lluvia intensa y el granizo lo afectó mucho. Rebrotó y al final de la campaña coseché 16 quintales por hectárea. Con ese rendimient­o pagué los insumos, las labores y me quedó un margen de ganancia. Hoy, con 16 quintales no me alcanza ni para cubrir todos los gastos”, reflexiona sobre cómo cambiaron los contextos con solo 12 años de diferencia.

Sin embargo, el productor está concentrad­o en seguir para adelante y por eso habla de los problemas técnicos que tiene que sortear para seguir creciendo.

“En esta región, se nos está complicand­o mucho el manejo de las malezas duras, para lo cual se está gastan-

do entre 20 a 30 dólares más por hectárea en diversos productos para poder controlarl­as”, sostiene, a lo que agrega que “recuperar la eficiencia de manejo demorará mucho tiempo”. Según él, algo similar a lo que ocurre con las malezas duras está pasando con los insectos. Reconoce, por ejemplo, que controlar chinche en soja es cada vez más difícil.

Teniendo en cuenta que para Quinodoz la búsqueda de la eficiencia es clave para mantenerse en la rueda de este negocio, también apuesta a tecnología­s nuevas y diferentes. Así, hace un par de años, comenzó a trabajar con fósforo líquido, una herramient­a que viene probando con resultados muy promisorio­s.

“Para nosotros, que tenemos equipos sembradore­s, cargar la sembradora solo con semilla, teniendo en cuenta que una pulverizad­ora hizo antes el trabajo de aplicar el fertilizan­te líquido, es una gran ventaja. Tenemos menos pérdidas de tiempo en la carga de la máquina y mejoras en la logística de nuestras equipos. Además, todas las pruebas a campo que hicimos nos dan aumentos de los rendimient­os de soja del 10%”, dice el productor, respecto a Phosfértil­30, el fertilizan­te fosfatado que están aplicando. Ahora, planean empezar a trabajar con una mezcla de este producto más nitrógeno para aplicar a los cereales de invierno y de verano.

A pesar de que este año recortaron mucho la superficie sembrada, los problemas con el clima no cesan. Mientras avanzaban a todo vapor con la cosecha de trigo, se detuvieron con la siembra de soja de segunda por la falta de humedad superficia­l (la superficie de primera ya se había sembrado toda). Retornaron algunas lluvias antes del fin de semana de Navidad para poder terminar y, nuevamente, volvieron las fuertes precipitac­iones. Preocupado, Quinodoz está expectante con el avance de los cultivos. Sabe que este año se juega mucho para su negocios que, ahora, dependen del buen clima.

 ??  ?? Triguero. Quinodoz se apoya en el diversific­ación de cultivos para trabajar. Para él, el trigo y el maíz son dos herramient­as decisivas en la lucha contra las malezas duras.
Triguero. Quinodoz se apoya en el diversific­ación de cultivos para trabajar. Para él, el trigo y el maíz son dos herramient­as decisivas en la lucha contra las malezas duras.
 ??  ?? Descarga. El trigo rindió 40 quintales de promedio en esa zona.
Descarga. El trigo rindió 40 quintales de promedio en esa zona.
 ??  ?? En el trigo. Quinodoz posicionad­o en un lote de trigo en Nogoyá, los últimos días del año. Para él, la vuelta a las rotaciones fue muy importante para una región que sigue en desarrollo.
En el trigo. Quinodoz posicionad­o en un lote de trigo en Nogoyá, los últimos días del año. Para él, la vuelta a las rotaciones fue muy importante para una región que sigue en desarrollo.
 ??  ?? Maquinaria. Quinodoz tiene dos tractores y sembradora­s más una cosechador­a con la que hace servicios.
Maquinaria. Quinodoz tiene dos tractores y sembradora­s más una cosechador­a con la que hace servicios.
 ??  ?? De primera. El buen estado de la soja, antes de las excesivas lluvias.
De primera. El buen estado de la soja, antes de las excesivas lluvias.

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