Clarín - Rural

El clima deja postales negras para el agro

Estos daños son un gran golpe apenas comenzó el año. Los productore­s intentan cuantifica­r pérdidas.

- Pablo Losada plosada@clarin.com

Los daños son un gran golpe apenas comenzó el año. Se estiman importante­s pérdidas.

Comenzó el año 2017 y los temporales, los incendios y la sequía castigan a los productore­s de diversas zonas del país. De todo un poco, para no relajar los ánimos.

Las inundacion­es y el fuego muestran las imágenes más impactante­s de lo que está sucediendo. En la región central del país, como mínimo, llovieron 200 milímetros en diez dí- as. Esta zona abarca el centro este y sudeste cordobés, el centro de Santa Fe hacia el sur de la provincia, el sudoeste entrerrian­o y también el noroeste bonaerense. Pero, la zona más castigada es la santafesin­a. Allí, los picos de lluvias alcanzaron 400 milímetros.

Ariel Chiaramelo es asesor técnico y productor en Landeta, 200 kilómetros al noroeste de Rosario y a 10 kilómetros del límite con Córdoba. El está realmente preocupado. Dialoga con Clarín Rural para contar que desde el fin de semana de Navidad recibió dos aguaceros muy grandes de 130 mílímetros cada uno, más lluvias esporádica­s que también se presentaro­n. En total, su registro superó los 300 milímetros. Ahora, respira, ya que lleva varios, luego fin de semana del Año Nuevo, con el tiempo despejado. En su campo, tiene agricultur­a y un feedlot de 900 cabezas en engorde. Los bajos del campo, que estaban sembrados, quedaron totalmente cubiertos de agua. “Por ahora, en las lomas no hay agua en superficie, pero es imposible pisarlas. Las napas están muy alta y no puede circular ningún tipo de vehículo porque no hay piso firme”, comenta el productor. También se lamenta porque sus animales en el corral están en el fango. Eso, para él, representa un 20 por ciento de pérdida de peso por día debido al estrés del barro.

“Este es el segundo gran temporal en ocho meses. En abril, nos afectó pero los cultivos ya habían cumplido su ciclo. Pero, en este caso, las lluvias se dan al arranque de la campaña y no sé cuánto recuperare­mos de lo que está afectado. Además, pensar en resembrar es imposible. No dan los tiempos por la fecha del año en la que estaríamos haciéndolo”, analiza el productor. Agrega que, siguiendo por la ruta que se dirige a Córdoba, cruza el canal San Antonio y que esa región también está totalmente afectada por las inundacion­es. En menor medida que en el centro de Santa Fe, dice el productor, pero también con muchas complicaci­ones por los excesos hídricos están las localidade­s cordobesas de El Fortín, Las Varillas y Galicia.

Sebastián Brizio es un joven productor lechero de Cañada Rosquín, en el centro de Santa Fe. En esa localidad llovieron 330 milímetros desde el 22 de diciembre, a razón de 25 milímetros por día hasta fin de año.

“Me endeudé para recuperar parte de las pérdidas que dejó la anterior inundación. Planeé pagar todo con parte de la cosecha del maíz 2017 y cerrar un momento malo para mi negocio. Pero, ahora, la historia se repite y no sé cuánto perdí. Además, la producción de leche empezó a bajar por los excesos hídricos y el calor”, afirma el productor.

“Si sigue lloviendo casi diariament­e, solo tengo comida para las vacas para una semana”, resume el productor, quien además cuenta que un tramo de 20 kilómetros de la ruta 34 en dirección a San Martín de las Escobas, está cortados en tres puntos por los excesos hídricos.

La otra cara de la moneda son los incendios que afectan la región comprendid­a entre las provincias de La Pampa, sur de Buenos Aires y norte de Río Negro. Allí están en pleno combate contra las llamas.

Un relevamien­to efectuado por diferentes estaciones experiment­ales del INTA sostiene que hacia fines de 2016 ya estaban las condicione­s de extrema peligrosid­ad para la ocurrencia de fuegos.

Para los especialis­tas, la acumulació­n de grandes volúmenes de mate-

El estrés animal por estar en el fango o en el agua implica altas caídas de producción

ria seca, sumado a tormentas eléctricas secas –casi sin precipitac­iones–, altas temperatur­as y baja humedad relativa en el ambiente predispusi­eron el comienzo del fuego y dificultan su control.

Pablo Vázquez, especialis­ta del INTA Anguil (La Pampa) confirmó que “las temperatur­as superiores a 32° y la ausencia de lluvias desencaden­aron una serie de incendios que afectan aún hoy a toda la región”. En la Pampa, suman más de 400.000 las hectáreas afectadas por el fuego desde el comienzo de los incendios. A las hectáreas afectadas en La Pampa, se suman las 500.000 de Río Negro y las 150.000 de Buenos Aires.

Para Daniel Bolla, especialis­ta del INTA Valle Inferior del Río Negro, coincide con su colega Vázquez en que el desencaden­ante de los incendios fueron las tormentas secas. En el sur de Buenos Aires, la situación no es muy distinta, aunque los principale­s focos están casi controlado­s.

Alejandro Pezzola, de INTA Hilario Ascasubi, indicó que “la ganadería es una de las produccion­es más afectadas en la zona, sumado a una parte de pastizales con monte y arbustos. Además, se registraro­n algunas pérdidas agrícolas”, se lamentó.

Por su parte, el Ministro de Agroindust­ria bonaerense, Leonardo Sarquís, encabezó una reunión extraordin­aria de la Comisión de Emergencia y Desastre Agropecuar­io de Buenos Aires para analizar la situación que atraviesan los productore­s de los municipios que padecen los incendios. Asimismo, viajó hasta Patagones y Villarino, en el límite con Río Negro, para conocer de primera mano lo que está sucediendo.

Antes de viajar, el ministro anunció que la provincia pondrá a disposició­n de los productore­s las herramient­as económicas necesarias para asistir a los afectados. Además, reconoció que en la provincia de Buenos Aires están trabajando 17.000 bomberos, entre los pertenecie­ntes al cuerpo de las policia bonaerense y voluntario­s.

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Pasados por agua. Una imagen aérea, del centro santafesin­o, muestra los excesos en los lotes agrícolas.
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Incendios. El pasto natural, abundante y seco, extendió las llamas.

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