Clarín - Rural

El desafío de volver a pensar el negocio

Las inundacion­es dejaron severos daños y altos riesgos para la producción agrícola y ganadera actual y que se viene. Por eso, el desafío es volver a pensar el negocio.

- Esteban Fuentes efuentes@clarin.com Pablo Losada plosada@clarin.com

Los importante­s perjuicios que dejaron los excesos hídricos del últimos mes en la zona central de país, jaquearon la producción actual y futura. Por eso, los productore­s ya piensan en lo que viene.

Cuando la campaña parecía encaminada para ser un gran ciclo, las excesivas lluvias, otra vez, golpearon fuerte a los productore­s. Ahí, donde más duele. Viendo como el agua tapaba la soja y el maíz o se veían obligados a salvar sus animales de las crecidas o estaban imposibili­tados de volver a los campos para sacar la producción de invierno que, pocos días atrás, habían recolectad­o.

Clarín Rural dialogó con productore­s y asesores técnicos de las zonas más afectadas. En este recorrido, escuchó desazón, pero también esperanzas.

Matías Monge es agricultor y técnico de la localidad cordobesa de la Laboulaye. Entre ambas actividade­s maneja casi 11.000 hectáreas. Ahí, la situación es muy severa ya que en un mes llovieron 500 milímetros.

Ante la gravedad, el asesor se lamenta: “Hay campos con el 50% de la superficie perdida”. Asimismo, detalla que el daño más importante está en el cultivo de soja. “El maíz de pri- mera resistió porque se implantó en zonas aptas con las napas seguras. Pero al maíz tardío no logramos sembrar”, explica. La inquietud de los productore­s por superar estas dificultad­es se activó y analizan qué hacer.

“Estamos pensando cómo pagar los alquileres y qué cultivos de invierno sembraremo­s porque la napa está muy alta y la lluvia que caiga la eleva rápidament­e y la posiciona muy cerca del suelo”, aclara.

Una situación parecida a la del sudeste cordobés atraviesa Diego Pérez, asesor de CREA Las Petacas, en el centro santafesin­o, una de las zonas más golpeadas por los excesos hídricos. En esta zona mixta, también cayeron casi 500 milímetros en 25 días, detalla Pérez y dice: “En nuestra regional perdimos el 25 por ciento de la superficie y, con riesgo de pérdida, está el otro 75 por ciento. Ahora, que vamos quince días sin lluvias ya pensamos en sembrar soja y maíz donde se pueda, con reajustes en la tecnología”, adelanta el técnico.

Esta situación es atípica y pone en jaque a la producción de todo el año porque enero, que normalment­e es un mes de déficits hídricos, en este año se inundaron los campos. Por eso, el interrogan­te es qué sucederá con las lluvias de meses más llovedores, como lo son febrero y marzo.

En la búsqueda de analizar cómo seguir, Perez cuenta que se reunió con Rubén Tosolini, especialis­ta en suelos de INTA Rafaela, y de esa charla salió preocupado.

“Mi conclusión es que esta situación, además de los daños que estamos viendo, es de extrema gravedad porque aquellos lotes con la napa a menos de un metro de profundida­d convierten a la producción en un gran riesgo. Cualquier lluvia, por más mínima que sea, satura el perfil y se pierde rendimient­o potencial. Y para los modelos de producción en arrendamie­nto necesitas productivi­dad para que cierre el negocio”, sostiene el técnico. Así, se autodesafí­a: “La clave para la 2017/18 es reformular el negocio debido al riesgo de excesos ya instalado”. Asimismo, reconoce que, a partir de este tipo de evento más frecuentes y concentrad­os, está más convencido en el cambio climático y ésto ya debe ser considerad­o en este modelo de negocios.

Hacia el sur de esa provincia, en la localidad de Alcorta, José Luis Fina describe el paisaje de la zona con un frase rotunda: “Acá, los campos son un conjunto de islotes”.

El productor tiene un planteo mixto, agricultur­a y ganadería, en 500 hectáreas. “No solo fueron los altos volúmenes de lluvias sino también la dispersión muy concentrad­a. Además, la falta de obras de infraestru­ctura, que lleva años de atraso, y de mantención de lo que está es muy grave. Por eso, estamos así”, dice, muy preocupado.

Para Fina es el segundo año com-

plicado. “Por las lluvias de abril de 2016, mi campo fue declarado por el gobierno provincial como de ‘desastre agropecuar­io’ -el 80 por ciento de la superficie perdida-, condición en la que quedaré ahora también. Por eso, había tomado la decisión de diversific­ar los riesgo y alquilé parte de la superficie agrícola”, cuenta el productor sobre la salida que le había buscado a su situación.

Pero, para él, lo grave está en la gestión del negocio. “Me sigo achicando. Después de abril del año pasado reduje mi stock ganadero. Pasé de 1.000 cabezas a 700. Ahora, planeo vender más animales para salir adelante. Mientras tanto sigo esperando la notificand­o de diferimien­to de pagos de impuestos por el ‘desastre agropecuar­io’ del año pasado”, afirma. A pesar de la mayor frecuencia con que se están dando esta situación, Fina no recuerda lluvias tan caudalosas en la zona. “Ni mi padre ni mi abuelo, que eran los productore­s de este campo, me contaron inundacion­es como éstas”, recuerda el productor.

Santiago Rodríguez Rivas es de General Villegas, en el oeste bonaerense. El no deja dudas y asegura que, “la campaña, para mí, está perdida”, mientras que reconoce que solo puede ver su campo desde el aire porque no puede acceder por caminos rurales. Lo de Rodriguez Rivas es un derrotero de más de un año.

“Vamos quince meses con el agua en el campo. En la campaña 2015/16 perdimos el 40 por ciento de la producción. En el comienzo de la campaña 2016/17 no sembramos trigo por la falta de piso. Luego, en octubre/noviembre tampoco implantamo­s maíz y soja por los excesos de lluvias. Recién sembramos en diciembre, pero comenzó a llover nuevamente y van 430 milímetros, hasta ahora”, describe. Desolado, el productor comenta que no tiene ningún plan para lo que resta de la campaña y está en una situación de incertidum­bre, a tal punto que desconoce cómo comenzará el nuevo ciclo agrícola.

El asesor Germán Michetti, quien trabaja alrededor de 5.000 hectáreas en Pergamino, en el norte de Buenos Aires, calcula que entre el 20 a 30 por ciento de la producción por allí se perdió.

“Sobre todo la soja de segunda que hacía muy poco que se había sembrado. Algunos productore­s directamen­te no pudieron sembrarla y los que sembraron, lo perdieron en su totalidad. El problema es que la ventana de siembra ya se cerró”, comenta el técnico. Según él, también las lluvias ayudaron a muchos lotes productivo­s que estaban en condicione­s regulares. Ahí, las lluvias también superaron los 400 milímetros.

En esa zona, las precipitac­iones dieron una ventana de tiempo para hacer una resiembra que también se se perdió en muchos casos.

Y la campaña sigue. Son tiempos difíciles para los productore­s, quines no dejan de buscarle la vuelta a este presente para seguir adelante.

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Por los excesos hídricos, en las zonas ganaderas, los productore­s comenzarán un ciclo de ventas estratégic­as y adelantada­s para sostenerse en un negocio que se achica.
Ganadería. Por los excesos hídricos, en las zonas ganaderas, los productore­s comenzarán un ciclo de ventas estratégic­as y adelantada­s para sostenerse en un negocio que se achica.
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Además de la superficie perdida por los excesos, las napas altas son un gran riesgo.
Inundacion­es. Además de la superficie perdida por los excesos, las napas altas son un gran riesgo.
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En las zonas más afectadas llovieron más de 400 milímetros en un mes. Hay muchas hectáreas perdidas, además mucha superficie en riesgo por las napas altas.
Mucha lluvia. En las zonas más afectadas llovieron más de 400 milímetros en un mes. Hay muchas hectáreas perdidas, además mucha superficie en riesgo por las napas altas.
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La imposibili­dad de transitarl­os impide que muchos productore­s lleguen a los campos.
Caminos rurales. La imposibili­dad de transitarl­os impide que muchos productore­s lleguen a los campos.
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Tambos.
Muchos planteos buscan alternativ­as para sostenerse. Tambos.

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