Clarín - Rural

Inundacion­es: es aquí, y es ahora

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Medio país inundado, medio país seco. Hay que actuar, y el gobierno lo sabe. Las imágenes ya son demasiado recurrente­s. Pueblos inundados, con la terrible secuela de pérdida de vidas humanas. Colapso de tambos y usinas lácteas. Vacas arrastrada­s por arroyos de llanura que se transforma­ron en rápidos de montañas.

En el medio de este caos, el presidente Mauricio Macri tomó la decisión de relevar al ministro de Obras Públicas, Oscar Chaín, que lo acompañó en su primer año de mandato. Estaba disconform­e con el manejo de un tema que siempre consideró crucial.

Macri sabe que el manejo de las inundacion­es en la ciudad de Buenos Aires fue el trampolín que le permitió dar un salto en su carrera política. También sabe que el patético manejo de la crisis de las inundacion­es en La Plata y Luján por parte de la administra­ción K junto al gobernador Daniel Scioli fueron clave para su triunfo electoral, en noviembre de 2015.

Un par de días antes, el presidente había juntado a su gabinete de ministros en la primera sesión del año. Allí dio definicion­es fundamenta­les, como que las inundacion­es son parte del cambio climático. "Esto sigue pasándonos factura y, claramente, lo que tenemos que tratar de hacer, dentro de la medida de lo posible, es asistir, estar cerca, encontrar paliativos". Pero agregó que "es muy importante que entendamos que este cambio en los regímenes de lluvia vino para quedarse y que lo que hay que hacer es construir infraestru­ctura”. Y puso al frente del ministerio de Obras Públicas al hasta ahora subsecreta­rio de Recursos Hídricos, Pablo Bereciartú­a.

Toda una señal. Bereciartú­a es ingeniero hidráulico, con una sólida formación en el exterior. Entre otros antecedent­es, estudió en Países Bajos, donde la ingeniería para el manejo del agua ha permitido proteger ciudades, pueblos, campos productivo­s, y ganar superficie para la agricultur­a y ganadería modernas. Holanda es uno de los grandes exportador­es globales de productos hortícolas, flores y lácteos de gran calidad.

“Contra las inundacion­es, obras y tecnología”. Así tituló La Nación un artículo de Bereciartú­a, el sábado 22 de agosto de 2015. Recomendam­os su lectura completa (http://www.lanacion.com.ar/1821285-contraEl flamante ministro plantea la necesidad de moverse en tres dimensione­s: infraestru­ctura, informació­n e institucio­nalidad para convertir a la pampa húmeda en un territorio inteligent­e.

También plantea que las obras de infraestru­ctura deben ser eficientes en términos de la relación costo-beneficio. Hemos planteado varias veces esta cuestión. Cuando las áreas involucrad­as han expresado ya su enorme potencial, a partir de la nueva tecnología, no caben dudas acerca de la necesidad de obras de contención y drenaje. Marcos Juárez o Rafaela, incluso General Villegas, no ameritan mayor debate. El estado de Indiana de los EEUU está totalmente sistematiz­ado desde principios del siglo XX. Allí se ven drenajes, represas y equipos de riego por pivote que aprovechan el agua subterráne­a.

Pero un manejo inteligent­e del territorio debiera proponer cambios en la aptitud agrícola. Hay millones de hectáreas que podrían incorporar los atributos de la revolución verde, y que hoy están condenadas a dar una especie de “servidumbr­e de paso” de los excedentes hídricos de otras regiones. La cuenca del Salado es una de ellas. Ya probó, en años secos, su potencial agrícola, que podría transitar desde su destino actual como zona de cría, a la producción de ciclo completo, volcando una agricultur­a de altos rindes a una ganadería de mayor productivi­dad y más segura en el tiempo.

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