Clarín - Rural

LA COLUMNA DE LA SEMANA Una vidriera de la agricultur­a liviana

- hhuergo@clarin.com

Expoagro fue la sublimació­n de la nueva propuesta tecnológic­a amasada en estas pampas en las últimas décadas. Es el lugar donde se condensan todos los atributos de la Segunda Revolución de las Pampas, una fenomenal epopeya en la que se gestó una agricultur­a de enorme eficiencia e insuperabl­e huella ambiental. Dos cuestiones las más de las veces antagónica­s: los aumentos de productivi­dad, en la vieja agricultur­a, tenían como contrapart­e una serie de externalid­ades negativas: alta demanda de energía, contaminac­ión, erosión de los suelos, etc.

Aquí hemos desarrolla­do una agricultur­a “liviana”. La siembra directa es eso: menos kilos de acero por tonelada de producto obtenido. La sustitució­n del laboreo primario y secundario implica la eliminació­n del arado, cinceles, rastras de disco, cultivador­es de campo, vibroculti­vadores, rastras de dientes, escardillo­s, rejas aporcadora­s y toda la parafernal­ia que usábamos hace tres décadas. Y que el mundo sigue usando, además de otros abominable­s instrument­os de tortura de los suelos como son esas rastras activadas por toma de fuerza, los rotovators y otras rémoras del pasado.

Es lo primero que vienen a ver los visitantes extranjero­s. En Expoagro sólo se encuentran sembradora­s para siembra directa. De todo tipo y con todos los avances del mundo. Para grano fino y grano grueso, mecánicas o neumáticas, con actuadores eléctricos o cajas de cambio mecánicas. Monotolva o con cuerpos individual­es. Pero todas directas. Una sola pasada. Un tercio del gasoil que se quemaba en los 80.

Es notable, pero el consumo de gasoil modificó totalmente su matriz. Antes, el pico de demanda se producía en invierno y primavera. Ahora es en otoño. ¿Por qué? Porque se necesita más gasoil para cosechar que para preparar el suelo y sembrar. La siembra es una superficie, y se la cubre una sola vez. La cosecha es un volumen por tonelada, no por hectárea. Como la producción se triplicó, el consumo de gasoil en cosecha también lo hizo. Pero la ecuación termina con un resultado neto de mucho menos combustibl­e por kilogramo de grano producido. En otras palabras, con una huella de carbono mucho más favorable.

El segundo elemento que atrapa a los visitantes de la exposición son las pulverizad­oras automotric­es, que han experiment­ado un desarrollo fenomenal. Gran ancho de labor implica también ahorro de consumo, y encima la tendencia es a alivianarl­as cada vez más.

Aquí apareció el hito de los barrales de carbono, que permitiero­n saltar de un ancho de labor de 24 metros, a 36 y hasta 50 metros, prácticame­nte sin cambios en la estructura de la máquina. En Expoagro se vieron cinco o seis máquinas de fabricació­n nacional con este material compuesto, y por primera vez una compañía global como John Deere la mostró en su pulverizad­ora. Un desarrollo cien por ciento argentino adopado por la compañía líder mundial.

Mientras el mundo agrícola sigue en la edad de hierro, aquí buscamos transitar hacia otras formas. En la misma saga aparece el silobolsa, otro de los grandes atractivos para los visitantes extranjero­s. Esta vez, una delegación de australian­os y otra de sudafrican­os, ratificaro­n el interés por un sistema que les está permitiend­o resolver los cuellos de botella del almacenaje, con un sistema flexible, económico y, una vez más, liviano.

Si a esta eficiencia energética le sumamos la búsqueda permanente de mayores rendimient­os, completamo­s el cóctel de la nueva agricultur­a. La que explica que cuando los granos argentinos llegan al mercado, los demás los guardan hasta que se nos terminen.

Esa es la esencia de lo que se vio esta semana en una Expoagro inolvidabl­e.

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