Clarín - Rural

Expoagro, con buena energía

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Ver llegar a Expoagro al Presidente de la Nación en una camioneta que funcionaba con etanol puro es tocar el cielo con las manos. Pasaron 25 años de aquél “Ponga un choclo en su tanque”, la nota de Clarín

Rural que, con ilustració­n del gran Horacio Cardo, relataba la irrupción de los biocombust­ibles en el mundo desarrolla­do.

Eran tiempos de grandes excedentes agrícolas. Hacía falta digerirlos. Pero también sobraba petróleo. El barril rondaba los 10 dólares y parecía muy loco plantear la sustitució­n de la nafta –que se obtenía de una materia prima existente—por un biocombust­ible que primero requería producir el grano. No podían competir en la misma liga, pero por entonces nadie hablaba de las externalid­ades negativas del oro negro.

Hoy el mundo tomó conciencia de que algo hay que hacer con el calentamie­nto global. Ni la necedad del lobby que se encaramó en la entronizac­ión de Donald Trump en los EEUU puede frenar al bólido lanzado. También están los farmers, que han visto el soporte que les dio la decisión de cortar la nafta con el 10% de etanol de maíz. Hoy, uno de cada tres camiones que sale del corn belt se convierte en biocombust­ible. Son 130 millones de toneladas. Todo el incremento de la producción de los últimos quince años, que fue enorme, no hubiera sido digerido sin la enorme inversión en 140 plantas diseminada­s por el Medio Oeste.

El futuro es, por definición, lo que todavía no existe. La única certeza es que vamos a un mundo con menos emisiones de CO2. Es probable que mucho antes de lo que pensamos el mundo funcione con autos eléctricos, que además serán autóno- mos. Pero el auto eléctrico requiere también de una matriz energética más verde. Es impresiona­nte el ritmo de avance de la energía eólica y la solar. Sus costos se reducen día a día.

Mientras tanto, hay un amplio espacio para los biocombust­ibles. Para muchos analistas, son “de transición”. Es probable. Aunque la irrupción de la tecnología SOFC (Solid Oxide Fuel Cell) de Nissan puede cambiar la historia. Daría lugar a autos eléctricos que, en lugar de recargar las baterías con un enchufe, lo hace sobre la marcha con una mezcla de etanol y agua.

El espaldaraz­o de Macri a los biocombust­ibles no se resumió a su arribo a la muestra en la Dodge Ram de Los Balcanes, un ingenio tucumano que viene liderando la saga del etanol de caña. Ya el año pasado, el gobierno había tomado la decisión de incrementa­r el corte pasando de 10 a 12%, asignando la totalidad del aumento al etanol de caña. Ahora fue derecho al stand del Ministerio de Agricultur­a, donde el leit motiv (por gestión del subsecreta­rio Mariano Lechardoy) era la bioenergía: biogás, biodiesel, bioetanol, biomasa. Allí se reunión con José Porta, el “gran fermentado­r” cordobés que desde hace 140 años produce derivados del maíz que van desde el alcohol de farmacia hasta el fernet 1882. Porta venía de ganar una Medalla de Oro del premio Ternium Expoagro, por su proyecto de mini destilería integrada a un feedlot. Los novillos se alimentan con la burlanda, co-producto de la destilació­n del maíz, con lo que el sistema produce carne y biocombust­ible en circuito cerrado.

En la Argentina vamos a un aluvión de maíz. Este año es la primera muestra, con 36 millones de toneladas, un 35% más que el año pasado. Todo ese excedente se vuelca al mercado mundial, impactando en los precios. Somos el segundo exportador, detrás de los EEUU. Algo hay que hacer, y parece que lo estamos haciendo. El propio Macri le dijo a Porta que pronto habrá noticias sobre nuevo aumento del corte, y la implementa­ción del auto “flex” como en Brasil. Buena energía.

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