Clarín - Rural

Contra el fuego, planificac­ión

En La Pampa, técnicos y productore­s repasaron estrategia­s para reducir el daño generado por los incendios.

- Lucas Villamil clarinrura­l@clarin.com

En el verano que pasó, el campo se debatió entre dos polos climáticos muy dañinos, la inundación y los incendios. Pero mientras que el primero demanda millonaria­s obras hidráulica­s y un planeamien­to de largo plazo, el segundo puede ser paliado con conocimien­to y estrategia­s de prevención. Con el objetivo de repasar los daños generados por el fuego en una campaña especialme­nte virulenta y difundir informació­n clave para su manejo, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) realizó la semana pasada una jornada a campo en la localidad de Perú, La Pampa.

“Cuando llegamos al lote de monte ya teníamos el fuego adentro y avanzaba muy rápido. Había mucho viento, así que hubo que combatirlo con fuego. Yo tenía hechas las picadas, entonces prendí el fuego para que avance hacia el incendio”, recor- dó Erica Von Hinke, dueña de un campo de 2.500 hectáreas y 500 vientres en la localidad de Perú, quien el 7 de enero a las seis y media de la mañana vio llegar a toda velocidad al empleado que había salido a recorrer.

“Cada dos años nos pasa, es casi una fija que para esa fecha cae un rayo y se prende fuego, entonces nos preparamos. A mediados de diciembre se saca a la hacienda de los montes, se lleva a la planicie y se está preparado. Vemos una nube y en la camioneta ya tenemos todos los implemento­s cargados”, explicó.

Durante la jornada, Osvaldo Adema, técnico del Inta Anguil, hizo un repaso histórico y explicó que los incendios en esa región eran frecuentes desde antes de la colonizaci­ón hasta fines del siglo XIX, cuando la introducci­ón de ovinos modificó el paisaje y detuvo los incendios. Ya en los 60, los bovinos reemplazar­on a los ovinos y los incendios volvieron. “Este año fueron virulentos. En los meses de verano el déficit hídrico suele generar el contexto para eventos. Este año se vieron afectadas 1,3 millones de hectáreas”, puntualizó Adema.

Y Von Hinke adhirió: “Este año había mucho pasto seco, se me quemó un potrero de 600 hectáreas de monte y 300 hectáreas más de la planicie, que era lo que tenía de reserva para meter a las vacas en el verano”. Tras el fuego, la productora se vio obligada a hacer un destete precoz y sacar a los terneros para que la vaca llegue en un estado corporal bueno al invierno. Afortunada­mente, las lluvias en marzo alcanzaron los 140 milímetros, lo cual generó un rebrote de pasturas en los lotes quemados muy beneficios­o para los esquemas ganaderos.

“Lo que hay que verificar es el rebrote de ciertas especies que pueden llevar a montes demasiado cerrados o pastizales degradados”, advirtió Adema, y aportó algunos indicadore­s que dicen si se va a aumento o pérdida de receptivid­ad: presencia de forrajeras muertas, vigor de especies forrajeras, presencia de broza y suelo desnudo, evidencias de erosión, infiltraci­ón de agua y arbustizac­ión o empajamien­to. Entre las herramient­as de planificac­ión el especialis­ta recomendó el ajuste de la carga animal, el diseño de usos y descansos de los lotes, el apotrerami­ento y el mantenimie­nto de picadas cortafuego­s y aguadas.

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Rebrote. Gracias a las lluvias de marzo, la hacienda ya tiene qué comer.

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