Clarín - Rural

Tercera semana al hilo

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Tercera semana al hilo para hablar de China y la carne. Sinceramen­te, cuando inicié la saga con “El tren de la carne está pasando”, no sabía que unos días después vendría Jack Ma, el mítico dueño de AliBaba. Ni mucho menos podía imaginar que en su entrevista con el presidente Mauricio Macri le iba a decir que venía por carne, vinos y mariscos. O que se cerraría la venta del frigorífic­o uruguayo BPU al gigante nipón NHFoods, como consignamo­s el último sábado en el segundo capítulo de la saga oriental de las proteínas y sus compañeros de ruta.

Ahora se viene todo encima. El miércoles próximo arranca el SIAL de Shangai, la feria de alimentos más esperada. Ya partió hacia allí un contingent­e de empresario­s de la alimentaci­ón de primera línea. Se destacan, por supuesto, la carne, el vino y los mariscos que pedía Jack Ma. El IPCVA puso toda la carne en el asador, literalmen­te. Habrá un restaurant­e con 120 plazas para que los clientes se den el gusto. Del pecado carnal no se vuelve.

Pero hay momentos en que la realidad se confabula, con un misterioso afán de encadenar los eslabones sueltos. Es muy difícil que cuando el embajador en China, Diego Guelar, comenzó a gestionar la visita del presidente Mauricio Macri a su par chino, Xi Jinping, la hubiera pedido para la mismísima semana del SIAL. Bueno, el miércoles 17, Macri será recibido por su par chino en el Gran Salón del Pueblo de Beijing, en inmediacio­nes de la histórica plaza de Tiananmen, para firmar acuerdos por unos 30 mil millones de dólares en las áreas de agroindust­ria, energía, transporte y minería.

La plaza de Tiananmen es emblemátic­a. Allí se abrió, en 1988, el primer local de un Kentucky Fried Chicken, inaugurand­o la era del fast food occidental y un hito en la transición dietética de centenares de millones de chinos. Hoy hay miles, y también hay miles de McDonalds, otras franquicia­s y las propias propuestas gastronómi­cas que, en todos los casos, se montan sobre la pulsión por las proteínas animales.

Y también es emblemátic­a la pulsión por la carne del embajador Diego Guelar. Cuando le tocó ser embajador en Washington, hace 20 años, inventó el “Smiling Beef Club”, para promociona­r la carne vacuna argentina cuando por unos meses se logró abrir una ventanita. El año pasado, uno de sus primeros actos en Beiging fue lanzarlo de nuevo y con el mismo nombre.

Pocas ideas pero fijas, dirá alguno. La realidad es que hay más ideas, pero un hilo conductor: “Nosotros estamos estratégic­amente en la agenda china como proveedore­s. No estamos ni en la norteameri­cana, ni en la europea, pero sí en la china por los ejes de infraestru­ctura, agroindust­ria y minería”, dijo a Leticia Pagoriles, de Telam. “Argentina más Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile somos el 25% de todo el suministro de China; segundo está Estados Unidos con el 20%”.

En cuanto a infraestru­ctura, el diplomátic­o dijo: “Argentina y toda nuestra región tiene una necesidad de ferrocarri­les, puertos y los chinos tienen grandes empresas y crédito, somos un destino de inversione­s en infraestru­cturas muy grande”. Y remarcó el interés de los orientales por la hidrovía del Paraná, que precisamen­te une a sus grandes proveedore­s. Extraordin­aria oportunida­d para agregarle más vías al fabuloso corredor fluvial. También el o los ferrocarri­les al pacífico.

Este es el escenario. Pero está todo por hacerse. No solo desde el Estado, donde ya saben lo que hay que hacer. También en los actores privados, que muchas veces miran la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio. La Segunda Revolución de las Pampas, fenomenal en la agricultur­a, tiene mucho camino por delante en la ganadería. Habrá que transitarl­o, porque sin carne no hay China posible.

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