Clarín - Rural

Producción e industria, por la calidad del trigo

En un simposio en Mar del Plata se analizó los parámetros que mueven la aguja en el cereal.

- Lucas Villamil clarinrura­l@clarin.com

De a poco el trigo fue volviendo a las canchas. Tras tocar fondo hace algunas campañas, en la 2016/17 la Argentina produjo alrededor del 6 por ciento del volumen mundial del cereal y regresó al top ten de exportador­es. “Tras el cambio de políticas toda la cadena triguera facturó un 71% más. La producción creció 62%, las exportacio­nes 140% y la recaudació­n del estado 27%”, afirmó esta semana Miguel Cané, directivo de Argentrigo, durante el 13° Simposio de Cereales organizado por Syngenta en Mar del Plata. Y luego añadió: “En la campaña 2016/17 hubo 5,1 millones de hectáreas de trigo y para la 2017/18 está previsto un aumento de 7,8% hasta las 5,5 millones de hectáreas”.

Justo en el comienzo de una nueva siembra, el evento fue excusa para ir un poco más allá y evaluar qué tipo de trigo se quiere producir. Fue Daniel Miralles, técnico de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), quien se adentró en la sintonía fina y explicó cómo se integran las tecnología­s en la búsqueda de calidad y rendimient­o. “La proteína no asegura una calidad panadera”, afirmó antes de introducir en la charla parámetros como calidad del gluten y el famoso W, que refiere a la fuerza de la masa. “Un mismo material, según el manejo de la fertilizac­ión, puede tener diferentes niveles de W”, dijo Miralles.

Según ensayos de Matías Ermacora que mostró el técnico, los materiales grupo 1 de calidad pueden rendir entre 11 y 22% menos que los 2 y los 3, pero cuentan con mayores valores de gluten, proteína y W. Entonces, se debe tener en cuenta el destino final del grano, los requerimie­ntos de la industria, los premios o castigos por calidad y el costo del flete.

En cuanto al manejo del cultivo, Miralles explicó que a medida que el nitrógeno (N) es una limitante, todo ese nutriente es utilizado por la planta para crecer en rendimient­o, pero cuando el nivel de N no limita el rinde empieza a ser usado para aumentar el nivel de proteína. Por eso es tan importante realizar los análisis de suelos y de índice verde. “En las últimas campañas el mercado no estaba favorable al uso de N y se usó niveles constantes para cada expectativ­a de rinde, y la proteína no superó el 8 por ciento”, ilustró el especialis­ta, y agregó: “Cuanto más tarde se aplica el N más posibilida­des hay de aumentar el contenido de proteína”.

Pero para saber si vale la pena apostar por la calidad, los productore­s tienen que conocer lo que espera la industria. Con ese objetivo estuvieron en Mar del Plata algunos referentes molineros. “La calidad se apoya en peso hectolítri­co, humedad, fusarium y olor”, explicó Mauro Sepúlveda, de la firma panadera Bimbo Argentina.

Y agregó: “Nuestra función es que el trigo sea previsible para nosotros en precio y abastecimi­ento. Tenemos que tratar de que productore­s e industria tengamos los mismos parámetros de calidad”.

Por su parte Kenji Tanaka, del molino brasilero Cooperativ­a Agraria Agroindust­rial, detalló las cifras que busca esa empresa en el trigo: peso hectolítri­co 80, proteína seca 12.5, W 300 jules y 30% de gluten húmedo. Y Daniel Trangoni, de Molinos Río de la Plata, se refirió a la especialid­ad trigo candeal y afirmó que esa compañía bonifica el 25 por ciento del precio si el contenido de gluten es igual o mayor al 28%.

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A analizar. La industria no solo observa la proteína, sino también los niveles de glúten y fuerza de masa (W).

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