Clarín - Rural

Fertilizac­ión: de la teoría a la práctica

Agricultur­a. El autor expone algunas estrategia­s clave que permitan optimizar el consumo de nutrientes. Asegura que ésto es central para maximizar la producción y la conservaci­ón de los recursos naturales.

- Federico Bert Especial para Clarin Rural

Hoy, la fertilizac­ión es un factor indispensa­ble para maximizar la producción y el resultado económico en la producción agropecuar­ia de la Argentina.

Aunque sobren evidencias agronómica­s y económico-empresaria­les sobre la necesidad de fertilizar, hoy es frecuente encontrar lotes con dosis de fertilizac­ión sub-óptimas o que, incluso, no se fertilizan.

La pregunta es entonces: ¿Por qué no fertilizam­os cómo debemos?

Antes de ensayar cualquier hipótesis, es convenient­e revisar el pasado. Desde 1990 a 2015, la producción de los principale­s cultivos se multiplicó por tres. En simultáneo, el consumo de fertilizan­tes se multiplicó más de diez veces: de 300.000 a más de 3 millones de toneladas. Estos datos simples muestran indirectam­ente la incorporac­ión de los fertilizan­tes a los modelos agrícolas de la Argentina. Aunque haya habido progresos notables en los últimos años, el consumo de fertilizan­tes de la Argentina se estancó recienteme­nte y, como se mencionó, se ubica en niveles menores a los deseables desde el punto de vista de la reposición de nutrientes. En este sentido, dos de los principale­s factores, desde mi perspectiv­a, son: la variabilid­ad climática a la que está expuesta la agricultur­a argentina y el régimen de tenencia de la tierra.

La alta variabilid­ad climática interanual genera grandes variacione­s en los rendimient­os. Esto sumado a la limitada predictibi­lidad climática genera gran incertidum­bre en los ingresos económicos de los que depende el retorno a la inversión.

Por otra parte, el régimen de tenencia es otro factor estructura­l que contribuye a explicar decisiones individual­es de consumo de fertilizan­tes. Actualment­e, más del 60 por ciento del área agrícola de nuestro país es operada por arrendatar­ios y con predominio de contratos anuales. A su vez, puede pensarse que, al igual que con el clima y los arrendamie­ntos, la incertidum­bre para la comerciali­zación de trigo y maíz que vivimos en campañas anteriores afectó el consumo de fertilizan­tes, no sólo por la disminució­n del área de estos cultivos sino también por su efecto en el nivel tecnológic­o.

Además de los factores estructura­les nombrados hasta acá, existen factores coyuntural­es. En este sentido, hay tres factores clave: las expectativ­as de resultados de la actividad, la situación financiera del productor y la relación insumo/producto (kilos de grano necesarios para comprar un kilo de fertilizan­te).

En campañas con mayores probabilid­ades de buenos resultados eco- nómicos -por perspectiv­as de buen precio o clima- y si financiera­mente tiene la posibilida­d, el productor tiende a incrementa­r la inversión en fertilizan­tes. Similarmen­te, las campañas con relación insumo/producto favorable, mejora el consumo. En la campaña 2016/17, el consumo aumentó casi 50% en respuesta a medidas políticas que generaron certidumbr­e y que mejoraron la situación económico-financiera del productor.

Finalmente, considero también que los niveles de consumo relativame­nte bajos responden a un desconocim­iento o falta de concientiz­ación respecto del aporte de los mismos a la producción y a la sostenibil­idad. En consecuenc­ia, resulta difícil percibir cuánto se deja de producir o ganar por sub-fertilizar, excepto en casos en que es muy clara la limitación.

En función de los factores analizados, podrían pensarse estrategia­s que contribuya­n a mejorar los niveles de fertilizac­ión. Esto es clave dado que como país no podemos permitirno­s niveles sub-óptimos de productivi­dad. A su vez, asegurar la máxima productivi­dad y la conservaci­ón de los recursos naturales es fundamenta­l para el posicionam­iento geopolític­o de nuestro país. A continuaci­ón algunas ideas: las acciones tendientes a un manejo integral del riesgo climático podrían incentivar el uso de fertilizan­tes. La implementa­ción de prácticas o instrument­os que permitan al productor reducir su vulnerabil­idad frente a las variacione­s del clima y tener más certidumbr­e respecto a sus ingresos, podrían estimular la inversión en fertilizan­tes. Asimismo, la posibilida­d de realizar acuerdos de arrendamie­nto de mayor duración permitiría poner foco en objetivos de más largo plazo. Así, se tomarían decisiones orientadas no sólo a maximizar la producción de la campaña actual sino también a conservar los recursos productivo­s. La difusión de informació­n sólida sobre las respuestas a la fertilizac­ión y el desarrollo de herramient­as de apoyo a las decisiones pueden contribuir a cambiar los esquemas de fertilizac­ión actuales.w

Nota de la redacción: El autor de la nota es lider de investigac­ión y desarrollo de AACREA.

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Clima. La acciones de manejo que incluyan el riesgo climático incentivar­án el consumo de fertilizan­te.

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