Clarín - Rural

El agro y el desafío del carbono

El autor destaca el gran potencial que tiene la agricultur­a argentina para secuestar carbono atmosféric­o y mitigar gases efecto invernader­o.

- Luis Urriza Especial para Clarín Rural

El cambio climático le plantea a la agricultur­a el desafío de secuestrar carbono atmosféric­o, almacenand­o materia orgánica en el suelo, disminuyen­do así el efecto invernader­o, y Argentina es un líder global.

Todos conocemos el rol primordial de la agricultur­a en la humanidad, partiendo de la base vital de alimentar al mundo, pasando por todos los servicios que proporcion­a, desde la generación de mano de obra y desarrollo local, hasta la provisión de diversos productos industrial­es y medicinale­s.

Poca conciencia tenemos del nuevo rol al que esta llamada la agricultur­a universal en defensa del medio ambiente. Los suelos productivo­s han sido un preciado regalo de la naturaleza para el desarrollo de la humanidad, pero de ahora en adelante esos mismos suelos, que tanto hemos usufructua­do, nos ofrecen la posibilida­d de acumular carbono en forma de materia orgánica.

Este proceso no solo permitirá mejorar la situación actual de exceso de carbono y gases de efecto invernader­o en la atmosfera, que provoca el cambio climático, sino que a su vez, nos permitirá devolverle al suelo algo de todo lo que nos ha dado; es decir , reponerle materia orgánica, que significa mayor fertilidad, más vida.

Casi la totalidad de los países del mundo, con diferentes matices, opiniones científica­s e intereses distintos, van logrando consensos con- cretos en ámbitos como la alianza mundial del suelo de FAO, la iniciativa 4 por 1.000, y tantos otros, en la necesidad de devolverle carbono orgánico a los suelos agrícolas y el impacto positivo que esto traerá sobre la sostenibil­idad y el medio ambiente global.

Las posibilida­des argentinas son enormes: somos líderes mundiales en materia agrícola, manejamos estándares tecnológic­os de primer nivel, alimentamo­s a 6 veces nuestra población alrededor de todo el planeta y podemos ser uno de los países que más eficientem­ente cumpla estas metas de acumulació­n de carbono en el suelo.

Las caracterís­ticas que posicionan a la agricultur­a Argentina como líder tienen que ver con la eficiencia de los procesos y la tecnología aplicada, y en particular con la siembra directa.

Esta práctica, aplicada en el 90 % de la superficie, más que en cualquier otro país del mundo, permite una mayor eficiencia del ciclo del carbono, dejando más rastrojo orgánico sobre el suelo y utilizando menos combustibl­e fósil en el proceso productivo.

Por otra parte tenemos debilidade­s, como una rotación desbalance­ada de cultivos. Pero en todo problema hay una oportunida­d y ya la estamos aprovechan­do, a partir de la quita de retencione­s al trigo y el maíz que llevó adelante el actual gobierno.

En poco más de una campaña ya hemos recuperado en 15 puntos porcentual­es la participac­ión en la rotación de estas gramíneas, que aportan más carbono al suelo. Es un camino que habrá que profundiza­r para secuestar más carbono y ganar fertilidad y sustentabi­lidad.

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Fertilidad. Cuando se acumula carbono, en forma de materia orgánica, también se mejoran los suelos.

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