Clarín - Rural

“Una fuerza incontenib­le”

- hhuergo@clarin.com

“Es la mejor fila que vi en mi vida”. Jeff Dameron, un experiment­ado cabañero de Illinois que vino este año a jurar la raza Angus, no es de los que buscan congraciar­se con los anfitrione­s. Se lo veía realmente entusiasma­do con lo que veía. Allá pueden tener la parafernal­ia de informació­n que les proporcion­a el big data, con la actualizac­ión de parámetros objetivos de todos los viernes.

Pero a la hora de poner el ojo, ya hace tiempo que saben que lo que hay en estas pampas es cosa seria. Desde el origen, hace un siglo y medio.

Casi al mismo tiempo que Dameron elegía la gran campeona hembra, el presidente Mauricio Macri hablaba de que en la Argentina hay “una fuerza incontenib­le”. Quizá fuera una frase de campaña. Hoy, en el acto inaugural de la 131 Exposición Rural de Palermo, encontrará que tiene sustento. Lo que dijo el cabañero de Illinois es apenas la punta del iceberg. Por debajo hay un gigante sumergido que estremece, al decir de Zitarrosa.

La Asociación Angus sabe lo que tiene, que es genética y producto final. Ante la perspectiv­a de la apertura del mercado norteameri­cano para la carne argentina, el año pasado homologó la marca Angus Argentino, despejando el camino para cualquier eventual conflicto.

Ya hace años que iniciaron la exportació­n con marca a la Unión Europea, a partir del cupo de cuota Hilton otorgado desde 1994 a grupos de productore­s. Desde las 100 toneladas iniciales, que se renuevan todos los años, llegaron a embarcar 900 toneladas en el último ejercicio. Los beneficios difunden entre los involucrad­os y fortalecen la actividad de la Asociación. Ahora van a más: después de la experienci­a con McDonald´s con el “Angus Tasty”, están lanzando su propia hamburgues­a. Mientras tanto, impulsan la consolidac­ión de protocolos sanitarios para exportar material reproducti­vo (semen y embriones) a todo el mundo.

Pero no todo es Angus. En la Rural nos topamos con otros ganaderos estadounid­enses, Lynn y Jay Ewald, que vienen armando negocios desde hace años, asociados con el ganadero de Trenque Lauquen Héctor Mario Eyherabide. Y lo coronaron ahora. Acaban de nacer en los Estados Unidos los primeros ejemplares Shorthorn de genética argentina, a partir de un increíble periplo que pone de manifiesto de que cuando hay decisión, se puede. Veamos.

Hace un par de años, los Ewald, que son de Minnesota, trajeron el mandato de un cabaña de Michigan, Little Cedar Cattle Co, de Steve y Julie French, que criaban Shorthorn. Eyherabide había llevado un par de terneras (hermanas) excepciona­les. Los Ewald la compraron a primera vista el 50% de las dos. Pero por restriccio­nes sanitarias, el animal no podía llevarse a su destino, cosa que no desconocía­n. Tampoco podían llevarse embriones.

Igual, cuando los French hicieron su remate, pusieron a la venta la producción de embriones de esta ternera. Por streamming, un ganadero texano pagó 35.000 dólares por una superovula­ción, con garantía de 6 preñeces. Pura confianza, estaba todo por hacerse. Y se hizo.

Los embriones fueron a Canadá, donde podían ingresar. Allí, se implantaro­n en vacas receptoras. Y esas vacas una vez preñadas pudieron entrar a los EEUU. Hace quince días, nacieron dos hembras y cuatro machos. La idea es posicionar a la raza en el nicho de la carne a pasto. Y están convencido­s, además, de que en la Argentina se cría el Shorthorn más puro del mundo.

Maravillos­o final: la madre de las terneras salió gran campeona de Palermo 2017. Toda esta historia, al igual que la de los Angus, es simplement­e una metáfora de la Argentina posible. El mundo quiere proteínas animales. Desde la genética hasta el plato, aquí se está pensando en que sí, se puede.

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