Clarín - Rural

Una multinacio­nal alimentari­a propia

Agroindust­ria. El autor plantea que es necesario formar una gran empresa internacio­nal argentina en el rubro alimentos y bebidas para poder sortear las barreras arancelari­as y ser el supermerca­do del mundo.

- Claudio Molina

Las exportacio­nes agroalimen­tarias argentinas históricam­ente debieron enfrentar muy elevadas barreras arancelari­as y para-arancelari­as en los principale­s mercados del mundo, cuando se trata de productos más elaborados. Así, el sueño de ser “el supermerca­do del mundo” se vuel difícil de concretar.

Exportar commoditie­s agrícolas nos lleva a estar expuestos a soportar una mayor volatilida­d de precios, aunque los ingresos de divisas generados por estas exportacio­nes son vitales para las finanzas públicas argentinas.

También es insoslayab­le que estos commoditie­s tienen incorporad­o un importante valor, producto de las transforma­ciones generadas por la denominada “Segunda Revolución de las Pampas”. Perdió vigencia –aunque se resista a desaparece­r- el viejo paradigma que relataba la existencia de una Pampa extra fértil, poseedora de enormes extensione­s de tierra, lugar donde se implantaba­n algunos cultivos –principalm­ente cereales- y se desarrolla­ban con mínimo esfuerzo, debido a las ventajas comparativ­as que tuvo y tiene esa región.

Así, se obtenía una renta extraordin­aria, la que finalmente, luego de ser determinad­a discrecion­almente, era capturada por el Estado a través de la aplicación de derechos de exportació­n. El concepto de agronegoci­os moderno, en cambio, es el de una verdadera “industria verde”, que tiene al conocimien­to como el principal fac- tor de crecimient­o. El nuevo desafío para el país implica posicionar­se en el mundo como un jugador global de alimentos y bebidas para consumo final, ocupando las góndolas de los principale­s mercados del mundo.

Esto requiere adoptar una agricultur­a y ganadería sustentabl­e en términos técnicos, económicos, ambientale­s y sociales, que sea objeto de una certificac­ión de todas las tierras utilizadas para la producción, a través de la utilizació­n de protocolos y auditoras internacio­nalmente reconocida­s. En la transición, convivirán los modelos actuales de producción, con una creciente proliferac­ión de distintas cadenas de custodias, que aseguren productos susceptibl­es de ser trazados desde su origen.

Este cambio de paradigma debe permitir al país conformar en los próximos diez años una empresa que se posicione globalment­e como gigante alimentici­o y de bebidas, con presencia en los principale­s mercados del mundo y activos muy diversific­ados, con valores no menores a U$S 60.000 millones, con ventas de una gran canasta de productos que anualmente permitan una excelente rotación del valor de esos activos.

Esta compañía, además, debe contar con la disponibil­idad de un financiami­ento óptimo y con la capacidad de demostrar al mundo que produce de manera sustentabl­e y debe crear marcas de alta valoración en los consumidor­es globales y plantas industrial­es en la Argentina y en otros grandes mercados.

Este gigante podrá operar exportando materias primas agroliment­arias y productos terminados, otorgando licencias de producción a terceros, produciend­o en los principale­s países de destino, asociándos­e o en forma directa, privilegia­ndo siempre la innovación productiva y procurando captar la preferenci­a de los consumidor­es.

El reconocimi­ento a la calidad de sus productos por vía de la penetració­n de sus marcas, permitirá fijar precios más altos y sortear así los altos aranceles de importació­n existentes para productos terminados del rubro alimentos y bebidas en los principale­s mercados de destino, como lo hacen hoy un puñado de muy reconocida­s industrias trasnacion­ales.

Para que todo esto sea posible, además de contar en el país con reglas de juego claras, se requiere de la formación de mercados de capitales y del compromiso de unas cuantas empresas que operan localmente en este rubro para asociarse en este nuevo emprendimi­ento. Como así también del compromiso de los sindicatos para optimizar los convenios y condicione­s de trabajo en un marco de estricto cumplimien­to de los protocolos de responsabi­lidad social empresaria, pero maximizand­o la productivi­dad.

También hace falta que el Gobierno declare un proyecto de esta naturaleza como de máximo interés nacional y actúe en consecuenc­ia y en conjunto con las provincias y municipios, establecie­ndo incentivos a largo plazo para respaldar la puesta en marcha de la nueva empresa y colaborar para que ella se posicione rápidament­e en el mercado internacio­nal, en un lugar muy relevante.

Nota de redacción: el autor es consultor en agronegoci­os y energía, y director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombust­ibles e Hidrógeno.

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Un ejemplo. A los cítricos que se exportan, se los puede convertir en una marca de bebidas internacio­nal.

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