Clarín - Rural

El B20, una alternativ­a para el biodiésel

Biocombust­ibles. El Gobernador de Santa Fe, la provincia más afectada por la decisión de EE.UU. de trabar el biodiésel argentino, propuso aumentar el corte en el gasoil, llevándolo al 20 por ciento.

- Emiliano Huergo Especial para Clarín Rural

El 18 de octubre próximo se cumplirán 10 años de la primera exportació­n de biodiésel desde Argentina. Fue el hito que marcó el nacimiento de una nueva industria, que en 10 años registró inversione­s por más de 4.000 millones de dólares, exportacio­nes por más de 13.000 millones y ahorros en importacio­nes de gasoil por otros 4.000 millones.

La industria exportador­a del biodiésel en Argentina arrancó cuando la Unión Europea exigía cortar el gasoil con 2% de este biocombust­ible. Las primeras refinerías de biodiésel nacieron apuntando a ese mercado. En su mayoría se trataba de grandes plantas, muchas de ellas integradas al crushing del complejo agroindust­rial de los alrededore­s de Rosario.

A partir de la entrada en vigencia de la Ley 26.093, en el año 2010, comenzó a cortarse con 5% de biodiésel el gasoil argentino. Rápidament­e el corte fue llevado al 7%, ya que era necesario recortar las importacio­nes de gasoil que estaban causando una sangría a las arcas del Estado.

Durante este período el sector registró un importante crecimient­o en su capacidad instalada. Nuevas plantas de escala pequeña y mediana se fueron radicando en localidade­s del interior, mientras que plantas más grandes, algunas integradas con aceiteras, se construyer­on a la vera del río Paraná con el fin de atender fundamenta­lmente el mercado externo.

A mediados de 2013, en represalia por la expropiaci­ón de YPF a Repsol, España bloquea el ingreso de biodiésel y la UE se solidariza, imponiendo aranceles de importació­n del 25% con el argumento de que el biodiésel argentino entraba con dumping. Se frenaron los embarques.

Pocos meses después, el Gobierno de Cristina decide elevar el corte al 10%, medida resistida por automotric­es y petroleras.

La Argentina tuvo que salir a buscar nuevos mercados. Tras varias idas y venidas, las empresas locales pudieron cumplir satisfacto­riamente las certificac­iones de sustentabi­lidad exigidas por Estados Unidos y en 2016 se convirtió en el principal mercado de biodiésel argentino. Las ventas se paralizaro­n hace dos semanas por la aplicación de aranceles de importació­n del 57 al 64%.

Esta semana, la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC) hizo lugar en forma definitiva al reclamo argentino por los aranceles impuestos por la UE, al igual que la Corte de Justicia Europea. Esto implica que los despachos a este destino deberían reactivars­e pronto. Lo mismo sucederá tarde o temprano con la medida de Trump y las exportacio­nes de biodiésel volverán a fluir de los puertos de Rosario.

Pero mientras tanto habrá 1,5 millones de toneladas de aceite que deberán encontrar lugar. O en el peor de los casos, 7,5 millones de toneladas más de soja. Debemos considerar también que el presidente norteameri­cano tomo la misma medida con Indonesia, por lo que habrá mucho aceite de palma que antes iba a biodiésel y que ahora abultará la oferta en el mercado internacio­nal.

Como un paliativo ante la parálisis de la industria, el gobernador de Santa Fe salió a pedir aumento del corte al 20% (B20). Si tomamos en cuenta que se importan 4.000 millones de metros cúbicos de gasoil, la medida no parece descabella­da. Técnicamen­te no hay restriccio­nes. En los manuales de John Deere se puede leer que se autoriza el uso de B20. En el mismo sentido, Agco Allis, presentó varios años atrás un tractor apto para funcionar con B20.

Cummins, General Motors, Mack se han unido a la lista de fabricante­s que aceptan B20. Scania y Volvo hace ya varios años que en Europa aprobaron el B100.

Un par de años atrás, la Cámara de Biocombust­ibles completó en los Laboratori­os de Oreste Berta, bajo la supervisió­n del Ing. Alberto Garibaldi, un ensayo sobre un vehículo comercial diésel usando mezclas certificad­as B20. Los resultados obtenidos demostraro­n la total factibilid­ad en la aplicación de estas mezclas.

Empresas con intencione­s de reducir sus huellas de carbono están usando mezclas mayores de biodiésel. Cliba, la empresa recolector­a de basura de Buenos Aires, ha logrado bajar 80% sus emisiones mediante el uso de B100.

Para garantizar que el uso generaliza­do del B20 no ocasione inconvenie­ntes, la Asociación Argentina de Biocombust­ibles e Hidrógeno exige que el biodiésel utilizado se ajuste a estrictos estándares. También plantea que deben resolverse todos los problemas que existen desde hace muchos años en el encuadre tributario de este biocombust­ible.

Nota de Redacción: el autor es analista de la Asociación Argentina de Biocombust­ibles e Hidrógeno.

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Biodiésel. El 18 de octubre se cumplirán 10 años de la primera exportació­n desde Argentina.

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