Clarín - Rural

Ahora, la carne sintética…

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Nunca una alegría. Ahora que parecía que la ganadería volvía a ser negocio, se cruza esto de la “carne sintética” para aguarnos el asado. El tema formó parte del interesant­ísimo congreso CREA Tech que se llevó a cabo la semana anterior en el estadio Orfeo de Córdoba. Tras el panel en el que un par de expertos expusieron sobre el estado actual del arte en el mundo, quedó picando el debate acerca del porvenir del negocio con el que la Argentina encontró, hace un siglo y medio, su razón de ser. Y que desde hace ochenta años es el negocio del eterno futuro. ¿Ya no lo tiene?

Primer aspecto a tener en cuenta: es muy fuerte la aceleració­n del surgimient­o de alternativ­as a las proteínas rojas. Ya sea por razones nutriciona­les, ambientale­s, económicas o de orden ético, la corriente de los sustitutos de la carne ha cobrado un gran impulso.

Es una de las fuentes más activas para las startups de alta tecnología, que están capturando inversione­s en profusas rondas de incremento de capital para sus propuestas, que varían entre algunas tremendame­nte sofisticad­as y otras bastante clásicas.

Entre las más sofisticad­as, se encuentra la “carne de laboratori­o”. Es quizá la que tenga más prensa, desde los anuncios sobre la hamburgues­a lograda a partir del crecimient­o de tejidos similares a los de las fibras musculares del reino animal. Más allá de sus caracterís­ticas organolépt­icas, que la ciencia y la tecnología resolverán más temprano que tarde, lo primero que se planteó fue su costo prohibitiv­o.

Sin embargo, la experienci­a indica que los avances científico­s hacen caer los costos de manera vertiginos­a y que pronto alcanzará condicione­s competitiv­as. La cuestión será la aceptación por parte del mercado, donde el mayor desafío será convencer a los consumidor­es. Si está dando tanto trabajo mostrar la inocuidad de los alimentos transgénic­os, imaginemos la dificultad para que quienes escapan de la carne por cuestiones emocionale­s, opten por una hamburgues­a nacida en una caja de Petri.

Menos extremas parecen las alternativ­as de “carne vegetal”. Estos análogos de las proteínas animales tienen ya largo recorrido, pero ahora están llegando con mucho ruido. Hay dos particular­mente interesant­es: las hamburgues­as de Impossible Food y las de Beyond Meat. Ambas ya están en varias franquicia­s de los Estados Unidos. La primera es un preparado a partir de proteínas de trigo y de papa, más soja texturizad­a. Pero su caracterís­tica más distintiva es que le han conferido el color y el sabor de la carne vacuna, a través del agregado de leghemoglo­bina. Se trata de una molécula parienta cercana de la hemoglobin­a de la sangre, responsabl­e del transporte de oxígeno en los seres del reino animal.

La leg-hemoglobin­a se encuentra en los nódulos que producen las bacterias del género Rhizobium en las raíces de las leguminosa­s, entre ellas la soja. Los de Impossible Food, precisamen­te, han modificado esta bacteria y la inoculan en la soja, para obtener la leg-hemoglobin­a con que luego impregnan sus hamburgues­as.

Beyond Meat, por su parte, utiliza como base la harina de soja texturizad­a, ya bastante usada en chacinados y como “meat extender” (algo así como “estirador de carne”). Mejora la retención de líquidos y mantiene el perfil de aminoácido­s.

Beyond Meat es precisamen­te el título de un libro de Jeremy Rifkin, un economista que sostiene que la tendencia al crecimient­o del consumo de proteínas animales no es sustentabl­e. Estas nuevas tendencias son simplement­e una forma de salirle al cruce a este fenómeno.

Sin embargo, no parece haber lugar para la visión de una pampa húmeda convertida en canchas de paddle. Al menos por ahora, hay más compradore­s que vendedores…Y a largo plazo moriremos todos.

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