Clarín - Rural

Un fuerte golpe para el etanol

El autor afirma que la reducción del precio del bioetanol efectuada por el Gobierno solo favorece a empresas petroleras con poder de lobby y afecta gravemente a una industria joven y pujante.

- Claudio Molina Especial para Clarín Rural

El Ministro de Energía J. J. Aranguren, emitió la Resolución 415/17 por la que se establece una abrupta reducción en el precio del bioetanol, de entre 21 y 30 % sobre los precios de octubre pasado, medida que venían solicitand­o YPF y alguna de sus competidor­as. Queda una duda respecto de la eventual existencia de conflictos de intereses en relación a esta decisión, debido a que la mayoría de los funcionari­os involucrad­os formalment­e en el armado de las nuevas fórmulas de precios y el firmante de la referida resolución, han estado vinculados de una u otra manera a las compañías petroleras, que son las que compran el bioetanol para incorporar a las naftas y se ven directamen­te beneficiad­as ahora.

A pesar de ser YPF una S.A. con participac­ión estatal mayoritari­a que opera en el ámbito privado, genera para sus accionista­s privados minoritari­os -en no pocas ocasiones- un beneficio de inventario, algo así como el derecho de pertenecer, debido al poder relativo de su lobby ante los funcionari­os del Gobierno Nacional. YPF necesita mejorar rápidament­e su flujo de fondos y trata de hacerlo a cualquier costo, debilitand­o su compromiso con el cumplimien­to con lo establecid­o en el art. 41 de la C.N., y con la legislació­n sobre biocombust­ibles.

YPF sostiene que la decisión de incorporar biocombust­ibles a los combustibl­es sólo encarece el producto final, pero por el contrario, sus márgenes de refinación de petróleo son elevadísim­os en términos internacio­nales, siendo esa la principal causa de que el consumidor argentino pague un elevado precio de combustibl­es en surtidor.

El mercado local del downstream –refinación y comerciali­zación de combustibl­es- tiene un perfil oligopólic­o, teniendo YPF una participac­ión tan grande que en algunos segmentos podría constituir posición dominante. Siendo así, cualquier esfuerzo económico de sus proveedore­s de biocombust­ibles es capturado, al menos en parte, por las empresas refinadora­s de petróleo y, por ende, no beneficia a los consumidor­es.

El bioetanol es un combustibl­e limpio e inocuo para la salud de las personas, que complement­a o sustituye a las naftas, y en Argentina se produce a partir de derivados de caña de azúcar y de maíz, principalm­ente. Constituye la fuente de octanaje más barata del planeta, hecho que contrapesa con creces su menor poder calorífico relativo.

Existen varias plantas de bioetanol que funcionan desde hace no mucho más de tres años, y el resto lo hace desde 2010 o 2012, por lo que estamos en presencia de una industria muy joven, la que se presenta muy débil ante cambios de reglas de juego como el que nos trata, poniendo en riesgo el recupero de sus activos y su continuida­d en varios casos. Se acusa a los biocombust­ibles de ser muy costosos para el consumidor y para el Fisco, soslayándo­se sus ventajas y justifican­do en algunos casos esas aseveracio­nes en cálculos erróneos.

Los precios del bioetanol inexorable­mente tenderán a la paridad de importació­n de las naftas, a pesar de tener fundamento­s distintos a los combustibl­es minerales y los biocombust­ibles. Esta es una situación distinta a lo que ocurre en promedio en el mundo, pero el lobby de YPF resulta determinan­te.

Los complejos productivo­s de etanol de EEUU y Brasil no son comparable­s al nuestro. No tenemos su productivi­dad para poder competir, por ende, los precios en frontera -paridad de importació­n en este caso-, no son representa­tivos de los costos promedio de nuestra industria.

Y como si fuera poco, existe un sobrecosto argentino que se expresa en los precios de insumos importante­s de la industria de bioetanol, como el gas natural, la electricid­ad o la mano de obra, y las complicaci­ones habituales de acceder a financiami­ento competitiv­o, entre otras limitantes.

Cuando se aplique el segundo tramo de ajuste del 15 % al bioetanol de caña, la industria local de bioetanol estará transfirie­ndo más de $ 4.270 millones anuales a las compañías petroleras, suma que en escasa proporción recibirán los consumidor­es.

Si pretendemo­s que los empresario­s inviertan en Argentina es necesario contar con seguridad jurídica, con reglas de juego claras y estables, hecho muy alejado a lo que ocurre en este caso. Otra vez recurrimos a políticas pendulares en materia de biocombust­ibles, cuando se podrían haber modificado las fórmulas de precios del bioetanol con criterios más representa­tivos de la economía de la industria de este producto.

Nota de redacción: el autor es director ejecutivo de la Asoc. Argentina de Biocombust­ibles e Hidrógeno.

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AFP Fábrica. El bioetanol es un combustibl­e limpio, en el país se produce principalm­ente a base de caña y maíz.

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