Clarín - Rural

El futuro, en manos de Xi Jinping

Geopolític­a. El líder chino confirmó su firme voluntad de expandir la vocación globalizad­ora y generar acuerdos para la seguridad alimentari­a de su población. Una enorme oportunida­d para el Mercosur.

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Escenario Fernando Vilella Especial para Clarín Rural El hecho político internacio­nal más relevante del año que impacta directamen­te en nuestro futuro económico y comercial, fue el XIX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), donde el líder político más poderoso de la actualidad, Xi Jinping, consolidó su liderazgo por los próximos 5 o 10 años. China, con 1.340 millones de habitantes, 89 millones de miembros del Partido y 2.000 congresist­as concentra el poder político y comercial en 7 miembros, que hoy responden claramente al presidente Xi.

¿Porque fue tan importante el Congreso? Porque reconfigur­a y aggiorna los objetivos políticos, económicos y sociales de la nación más poblada del planeta, la que contiene la mayor clase media mundial (300 millones) que se duplicará en 7 años, la que planea ser la líder mundial en el centenario de la revolución de 1949. Un líder amigable que genera avances sobre acuerdos y no prepotenci­a imperial. Y desde el punto de vista de nuestros países, la que con su demanda creciente en cantidad y calidad de alimentos cambió los términos de intercambi­o de los mismos en la última década y media. Demanda potenciada por sus vecinos beneficiad­os por la estrategia de la Franja y la nueva Ruta de la Seda.

Lo central de lo aprobado es la reformulac­ión del modelo socialista de estilo chino, donde se combina una presencia excluyente y el liderazgo del PCCh en lo político y una defensa a fondo de la Globalizac­ión y el Li- bre Mercado. Incluyendo la necesidad de dar el ejemplo y reducir todas las restriccio­nes comerciale­s y de flujo de inversione­s tanto hacia dentro, como hacia afuera de su territorio. Es decir, abrir el mercado de China a productos, por ejemplo alimentos, de mayor valor agregado.

Xi Xinping ha logrado introducir sus pensamient­os en el Estatuto del partido a igual nivel que Mao y por encima de Deng. Lo relevante es la sustantiva modificaci­ón de “la contradicc­ión principal”, columna política decisoria en la tradición marxista. En 1949 era “el pueblo contra el imperialis­mo, el feudalismo y los restos de las fuerzas del Kuomintang”. Luego, en los 60, “el proletaria­do contra la burguesía”; en el periodo de reformas -en 1981- fue “las crecientes necesidade­s materiales y culturales frente a la atrasada producción social” que promovió los cambios económicos y reformas tan exitosos en las últimas décadas. Pero eso hoy no alcanza y será entre “las necesidade­s crecientes del pueblo de una vida mejor y un desarrollo desequilib­rado e insuficien­te”.

Este concepto se basa en superar la gran heterogene­idad de calidad de vida que hay entre campo y ciudad, entre industrias antiguas y modernas, industria y servicios y la costa y el interior. Se proponen hacerlo en dos pasos, uno al 2035 construir una “sociedad moderadame­nte próspera”, y luego afianzarse como la gran potencia al 2050. Esos 600 millones de personas a sumar a los beneficios ya obtenidos por el resto de los chinos, tiene un enorme impacto en sus demandas de todo tipo. Siempre la primera será, como hasta ahora, la de alimentos de mayor calidad. Pero China tiene 7 veces menos tierra cultivable y 10 veces menos agua dulce per cápita que Argentina. Esa contradicc­ión entre propósitos y posibilida­d material es esencial para entender el nuevo concepto de Seguridad Alimentari­a china. Pasó de vivir solo con lo nuestro a generar acuerdos a largo plazo con proveedore­s internacio­nales confiables.

La nueva estrategia en Seguridad alimentari­a ya está funcionand­o desde hace algunos años, importando alimentos en forma masiva, asegurando originació­n de granos en países productore­s, comprando el mayor frigorífic­o de cerdos de EE.UU. o asociándos­e a australian­os y neozelande­ses en negocios de carne vacuna, ovina y leche.

Desde la muerte de Mao, se pasó de solo 7 kg. de carne per cápita a más de 70 kg., a los que hay que sumar otros 35 de piscicultu­ra, de producir 8 millones de toneladas de carnes a 143, multiplica­ndo por 18 el consumo, aunque todavía faltan sentar en la mesa, tal como se propone XI, centenares de millones de chinos. Todas estas carnes se producen con alimentos balanceado­s formulados con dos partes de maíz y una de soja.

En los 90 alcanzaba con su producción de soja, igual a la actual, de 12 a 15 millones de tns. En 2003 importaron 15 millones de tns. y el año pasado sobrepasar­on los 90. ¿Qué pasará en el futuro si hay 600 millones de comensales adicionale­s, duplicando su actual consumo de proteínas animales? El maíz, que hasta hace pocos años le alcanzaba para su consumo, ya tampoco alcanza. La soja provendrá en un 65 % del Mercosur original.

Hace 6 años que China está esperando una repuesta del Mercosur a la oferta de generar acuerdos comerciale­s y de inversión que incluyan necesidade­s de las partes y establezca­n lazos a largo plazo. Hay una gran oportunida­d para nuestros países con estos acuerdos, según predican hace años Félix Peña y Jorge Castro, entre otros. Las próximas reuniones de la OMC y el G20 deberían ayudar a generar una estrategia común sudamerica­na que permita lograr simetría en la negociació­n y mayores logros para nuestras naciones en comercio e inversione­s.

El ciclo de estabilida­d de políticas chinas que coinciden con las propias, según parecen emerger de la última elección, generan un espacio para pensar un futuro de ganancias mutuas.

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Poderoso. En el reciente Congreso del Partido Comunista Chino, Xi Jinping consolidó su liderazgo.

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