Clarín - Rural

Granos, en el centro de la agenda global

Agronegoci­os. El autor plantea que la crisis alimentari­a de 2007 y el crecimient­o de la demanda en China colocaron a la seguridad alimentari­a como un desafío estratégic­o. Las oportunida­des para el Mercosur.

- Olivier Antoine Especial para Clarín Rural Nota de redacción: el autor preside la consultora Orae Géopolitiq­ue.

En estos días, se concreta en Buenos Aires la conferenci­a ministeria­l de la Organizaci­ón Mundial del Comercio. Las ansias por parte de los países del Mercosur por poder anunciar, durante el evento internacio­nal, la firma de un acuerdo comercial con la Unión Europea, hoy trabado por cuestiones agrícolas, permiten poner de relieve la relevancia que tomaron en los últimos años las cuestiones agrícolas y alimentari­as en las negociacio­nes internacio­nales. De hecho, durante la última década, la casi imposibili­dad de cerrar un acuerdo global resulta un perfecto símbolo de esta renovada importanci­a.

Las cuestiones agrícolas ya no pueden ser solamente vistas a través de una mera ecuación económica y comercial. Hoy representa­n un factor altamente geopolític­o con fuertes implicanci­as territoria­les y geoestraté­gicas, en un contexto mundial marcado por el crecimient­o de la población urbana, la mejora de los niveles de vida en muchas sociedades y el impacto del cambio climático.

Pero la agricultur­a y la alimentaci­ón son también actrices de la historia. Este año 2017 fue la ocasión para celebrar el centenario de uno los eventos históricos de mayor resonancia geopolític­a: la Revolución Rusa, cuyo componente agrícola y alimentari­o fue muy importante: desde el desempeño de los campesinos en la revolución hasta “la guerra por el trigo” lanzada luego por el poder bolche- vique. Sin embargo, fue también la ocasión para otro aniversari­o, lo cual no fue festejado por nadie. Se cumplió una década desde el inicio de la crisis alimentari­a, en el 2007, que terminó con revueltas del hambre en más de cien países por el mundo. Hoy, esta fecha cobra una relevancia particular porque representa un punto de inflexión en la agenda geopolític­a internacio­nal.

El 2011 fue marcado por una conjunción de factores excepciona­les que terminaron provocando un pico de precios histórico para el grano más importante en términos estratégic­os: el trigo. Por un lado, países exportador­es sufrieron severos eventos climatológ­icos afectando sus produccion­es y su capacidad de abastecer al mercado (el caso de Rusia, el primer exportador mundial). Por otro lado, grandes países productore­s y consumidor­es, padeciendo los mismos efectos climatológ­icos, aumentaron bruscament­e su demanda en el mercado internacio­nal (el caso de China) donde compitiero­n con la demanda tradiciona­l de países importador­es cuyo nivel de dependenci­a era altamente riesgoso (el caso de Egipto, primer importador mundial). La situa- ción se volvió insostenib­le y culminó en crisis alimentari­as y finalmente políticas en los países árabes.

En la actualidad, para seguir entendiend­o la importanci­a estratégic­a de esta cuestión, basta con recordar que los cinco países de Africa del Norte (Argelia, Egipto, Libia, Marruecos y Túnez) representa­n tan sólo el 2% de la población mundial pero casi el 20% de las compras mundiales de trigo, cada año desde hace más de una década. Teniendo en cuenta la situación hídrica de las cuencas de esta parte del mundo y sus proyeccion­es demográfic­as, la probabilid­ad que semejantes situacione­s vuelvan a suceder en un futuro cercano sigue obviamente muy alta.

Ahora, la reciente confirmaci­ón por parte Xi Jinping de consagrar a China como primera potencia mundial en un futuro cercano abre fuertes interrogan­tes teniendo en cuenta su creciente nivel de dependenci­a alimentari­a. ¿Liderar semejante ruptura geopolític­a mundial puede acomodarse a este tipo de talón de Aquiles? La fuerte demanda de sus clases media y alta obligará a buscar nuevos equilibrio­s en la seguridad alimentari­a mundial. Si bien es cierto que China trabaja desde hace años activament­e en la promoción de una estabilida­d global en el flujo del comercio agrícola, uno puede preguntars­e cómo actuará en caso de grave escasez y tensiones por las produccion­es estratégic­as para su seguridad alimentari­a.

El Mercosur, por su potencial productivo y su abundancia de recursos naturales, aparece como un protagonis­ta capaz de asegurar parte de este equilibrio geoestraté­gico. China lo ha entendido y por eso viene proponiend­o un acuerdo comercial a los países del mercado común. Sin embargo, a más de dos décadas de existencia del Mercosur, la sombra de una paradoja se estira: ser la primera potencia agrícola mundial pero con esta clara impotencia geopolític­a. Quizás sean las reuniones de la OMC y del G20, el próximo año también en Buenos Aires, oportunida­des para consensuar estrategia­s comunes.

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Potencias. Brasil, EE. UU. y la Argentina concentran las exportacio­nes de granos forrajeros, como la soja.

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