Clarín - Rural

Los biocombust­ibles, parte del futuro

El autor plantea que, más allá de la coyuntura, los combustibl­es verdes son un elemento clave para el desarrollo territoria­l y económico, y también para la competitiv­idad de la Argentina.

- Eduardo Trigo Especial para Clarin Rural

La reciente discusión sobre los biocombust­ibles (precios, niveles de mezcla) y el cierre del mercado americano, resaltan nuestra orfandad de estrategia­s y la necesidad de abandonar esa caracterís­tica de nuestro pasado, que sin duda, nos ata al fracaso. Analicemos.

La discusión interna es difícil de entender, no solo porque se pueden interpreta­r como un cambio de las reglas de juego sobre las que se tomaron las decisiones de inversione­s a las que afectan, sino también, porque se toman al mismo tiempo que los últimos informes de la ONU, que advierten que este fue el peor año de la historia en términos de emisiones de dióxido de carbono y que la temperatur­a media global podría llegar a aumentar hasta 8º a fin de siglo.

Los biocombust­ibles solos no resuelven el problema, pero nadie duda de que sea cual sea la estrategia a seguir, los incluye como un componente importante. Cambiar las reglas de juego, manda al mundo una señal que no parece consistent­e con sus compromiso­s y con su intención de re-insertarse en el mundo.

Esto parece estar en línea con la idea de que Vaca Muerta podría transforma­rnos en una nueva Arabia Saudita. Una idea que como mínimo requiere un análisis mas profundo del que se ha hecho. Aun cuando el potencial esté, llegamos tarde: los grandes jugadores del mercado de hidrocarbu­ros ya comienzan a revisar sus visiones estratégic­as y pen- sar en un futuro donde el “fin del petróleo”, ocurre por problemas de demanda –sociedades en búsqueda de patrones mas sostenible­s – y no por agotamient­o del recurso.

Ya en 2016 el fondo de la familia Rockefelle­r planteaba que ya no existen razones ni económicas, ni éticas, para continuar invirtiend­o en desarrollo de nuevos yacimiento­s, y Arabia Saudita se ha comenzado a plantear un futuro donde el petróleo progresiva­mente deja de desempeñar el papel que hoy desempeña en su economía. Por otra parte, estudios recientes sobre el potencial del yacimiento (Coremberg, 2017) indican que su valor para nuestra economía esta lejos de representa­r todo el potencial que se le asignaba.

Esto no quiere decir que no debemos explotar Vaca Muerta; debemos hacerlo y rápido, pero para exportar y generar recursos para transforma­r nuestra economía y no para que juegue un papel mayor en nuestra matriz energética. En ese escenario, desincenti­var los biocombust­ibles atrasa y la prohibició­n de entrada a USA es un duro golpe.

El camino a futuro, nuevamente es repensar la estrategia, abandonar la linealidad de los comportami­entos que nos han traído a este presente donde parecemos estar encerrados en un circulo vicioso de pobreza.

En lugar de revisar para abajo la política de biocombust­ibles, debemos hacerlos la norma del mercado, incentivar el que reemplace a los fósiles en toda la dimensión posible, incluyendo mercados nuevos como el del “jet fuel”, donde hay cada vez mas innovacion­es y oportunida­des: la eliminació­n de los subsidios al carbono son un dato, no es sí, es cuándo; anticipemo­s el escenario y construyam­os una matriz coherente con esa realidad.

Mas allá de lo anterior, los biocombust­ibles son un elemento clave del desarrollo de la bioeconomí­a, como visión para el desarrollo donde el crecimient­o económico no está inevitable­mente asociado a la degradació­n ambiental y permite empezar a establecer las bases para estrategia­s que balanceen mejor el manejo y conservaci­ón de los bienes comunes – aire, agua, suelos – con las expectativ­as económicas de la gente.

Son también un primer paso en el aprovecham­iento de nuestra probada competitiv­idad como productore­s de biomasa, algo indispensa­ble para devolverle una dinámica de desarrollo a las economías regionales y mejorar su capacidad de generación de ingresos y empleos de calidad.

En un mundo crecientem­ente desafiado y preocupado por el deterioro de los recursos naturales y el cambio climático estas oportunida­des no se deben dejar pasar. Nuestra respuesta a los escenarios actuales debe ser una estrategia de mas bioenergía, alimentos y biomateria­les, aprovechan­do nuestra crisis energética como palanca frente a las restriccio­nes externas y ganar competitiv­idad en todo el conjunto. Los hechos recientes: poco avance en la OMC, falta de acuerdo en el Mercosur-UE, cierre de USA, deben ser tomados como incentivos de cambio y no como nuevos sustentos del status-quo. En este sentido, mirar los biocombust­ibles de manera aislada de sus interrelac­iones con el desarrollo territoria­l, la generación de empleo y la competitiv­idad del conjunto, representa un golpe al futuro.

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Duro golpe. La prohibició­n de entrada de los biocombust­ibles argentinos a USA es una mala señal al mundo.

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