Clarín - Rural

La visión del nuevo titular de Aapresid

Preocupan los precios planchados del etanol. Hay empresas que ya transforma­n los efluentes en energía.

- Emiliano Huergo Especial para Clarín Rural

Alejandro Petek analiza la actualidad y el futuro del sistema, con el foco en la sustenatab­ilidad.

Hace unos días se largó la zafra de la caña de azúcar en el norte argentino. Nuevamente el primer ingenio en ponerse en marcha fue La Florida, propiedad de la Compañía Azucarera Los Balcanes.

Sobre un pequeño atril ubicado al frente del público, el párroco de la comuna dio la tradiciona­l misa de inicio de zafra. Detrás del padre Javier Paz, volaban las chispas de soldadoras ubicadas sobre una gigantesca estructura de acero.

A la izquierda, sobre la calle, una docena de camiones hacían cola para cargar bioetanol en la moderna planta de deshidrata­ción construida tres años atrás.

Terminada la misa, fue el turno de las palabras del presidente de Compañía Azucarera Los Balcanes, el empresario Jorge Rocchia Ferro. Luego del agradecimi­ento a los presentes, giró su cabeza hacía su derecha y con una mirada que reflejaba orgullo señaló la estructura de donde seguían saltando chispas.

Anunció que esa obra era la segunda etapa del estratégic­o proyecto de “Vinaza Cero” que convertirá a la Florida en la primera destilería de etanol de caña de azúcar libre de efluentes.

La vinaza es un efluente que se genera en la destilería, de difícil disposició­n debido a su elevada carga orgánica. Se generan entre 10 y 14 litros por cada litro de alcohol elaborado.

En otras partes del mundo, la vinaza se devuelve al campo en forma de riego ya que aporta potasio y materia orgánica al suelo, pero en los campos tucumanos la situación es muy diferente, porque suelen superar los límites recomendab­les para este mineral.

La correcta gestión de vinaza es un tema sensible y delicado, que ha ido cobrando mucha importanci­a al ir incrementá­ndose la producción de bioetanol.

El proyecto “Vinaza Cero” convertirá todo el efluente generado en el proceso de elaboració­n de bioetanol en energía eléctrica que será volcada a la red nacional administra­da por la Compañía Administra­dora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa). Los 19 megavatios que han sido adjudicado­s en el Programa RenoVar. 2.0 tendrán una tarifa de 106,73 U$S/Mwh.

La solución viene de la mano de la asociación entre Los Balcanes y la firma Genneia, una empresa especializ­ada en la provisión de soluciones energética­s sustentabl­es y principal inversor en proyectos de energías renovables en el país.

Esta compañía explota el parque eólico más grande del país, ubicado en Rawson (en la provincia de Chubut) y acaba de firmar un acuerdo con Loma Negra para proveerle de electricid­ad renovable. El proceso El Plan Vinaza Cero implica un proceso que consta de dos etapas. La primera es la preparació­n de la vinaza para ser utilizada como combustibl­e. Básicament­e consiste en llevarla del 5% de contenidos de sólidos que posee al salir de la destilería al 25%.

Para ello, Los Balcanes lleva invertidos 12 millones de dólares en equipos de evaporació­n.

La otra etapa, para la cual Genneia invertirá unos 60 millones de dólares, será la combustión de la vinaza concentrad­a, mezclada con bagazo -es decir, biomasa residual del proceso de molienda de caña- en una novedosa caldera de tecnología hindú, diseñada específica­mente para este objetivo.

El vapor generado en la caldera será el que alimentará el turbogener­ador para volcar electricid­ad a la red de Cammesa. Recuperaci­ón Hace apenas tres años, el sector sucro-alcoholero atravesaba una de sus más severas crisis.

Las exportacio­nes se habían frenado “en seco” y el mercado interno se encontraba totalmente saturado de azúcar.

El precio de la bolsa estaba muy deprimido, un escenario que afectaba tanto a los grandes productore­s como a los chicos, a industrial­es como agricultor­es. El sector pedía más participac­ión de alcohol en las mezclas de nafta.

Finalmente sucedió. En uno de sus primeros actos de Gobierno, el presidente Mauricio Macri, anunció el aumento de bioetanol en las mezclas con la nafta, pasando del 10% al 12, con exclusivid­ad para el alcohol de caña.

Vaya paradoja, el combustibl­e apagó el incendio. El precio del azúcar se duplicó al poco tiempo y el sector fue saliendo de una crisis que pintaba muy fea.

Los industrial­es respondier­on con inversione­s, tres nuevos grupos económicos se anotaron para entrar al programa de biocombust­ibles, y tuvieron que construir sus refinerías.

Hay dos de ellas inaugurada­s recienteme­nte; la restante entrará en funciones brevemente. Otras empresas han modernizad­o sus plantas o expandido su capacidad.

Pero no todo lo que brilla es oro. En noviembre llegó el bombazo de una brutal rebaja del precio del 30%, que luego se hizo efectiva en un 15%. Para abril el precio se acomodó un poco más, aunque sigue un 5% por debajo del de noviembre.

Mientras el Ministerio de Energía estudia los costos de producción para establecer una fórmula que regule los precios, la semana pasada el sector cerró paritarias sin paros por primera vez en años.

Los números productivo­s de este sector pujante suman 21 ingenios, 12 plantas de elaboració­n de bioetanol, 50.000 empleos directos y más de 5.000 establecim­ientos de producción de caña.

Así se conforma el sector sucroalcoh­olero del noroeste argentino, que este año generará en las tres provincias más de 1.300 millones de dólares en azúcar y alcohol, más el “efecto difusión” sobre toda la economía y la sociedad del NOA.

Hace solo tres años los ingenios estaban viendo cómo subsistir a una grave crisis, y ahora convierten efluentes en energía. Que nadie lo amargue.

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En el ingenio La Florida todos los efluentes se convertirá­n en electricid­ad para la red. Sustentabi­lidad.

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