Clarín - Rural

Con la mirada puesta en el mundo

Los desafíos para llegar a ser el “supermerca­do del mundo”, analizados por la secretaria de Mercados Agroindust­riales de la Nación.

- Marisa Bircher Especial para Clarín Rural

El gran desafío de la Argentina es mejorar su inserción internacio­nal y así convertirs­e en supermerca­do del mundo. Aumentar nuestro volumen de exportacio­nes, diversific­ar destinos y productos dando el paso con valor agregado. Una integració­n inteligent­e con el mundo es el paso fundamenta­l para llegar a este objetivo.

En el plano internacio­nal, trabajamos fuertement­e para volver a estrechar lazos e intensific­ar vínculos maduros con todos los países. Ello requiere de una planificac­ión y trabajo constante, en conjunto con el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimen­taria (Senasa), el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y el sector privado. Para llevarla a cabo, a partir de la gestión realizada desde el programa Abriendo Mercados, nos centramos en las siguientes acciones.

En primer lugar, trabajar en el acceso sanitario. Para poder exportar un producto es necesario tener abierto el mercado, lo que implica un reconocimi­ento del país importador al exportador de que cumple con todas las exigencias en materia de sanidad animal, vegetal e inocuidad alimentari­a. En esta gestión, junto a Senasa, hemos abierto mercados, recuperado el acceso o mejorado las condicione­s de ingreso de nuestros productos en más de 40 países, benefician­do a más de 100 productos.

En segundo lugar, las negociacio­nes comerciale­s. Tenemos una intensa agenda junto al Ministerio de Relaciones Exteriores, que incluye negociacio­nes con la Unión Europea, EFTA, Corea, India, México y Colombia, y también con Israel y Egipto (Zonas de Libre Comercio).

Por último, el trabajo conjunto con el sector privado. Hemos desarrolla­do planes sectoriale­s en materia de exportació­n con 18 cadenas productiva­s con las que estamos trabajando, además de diseñar la Oferta Exportable. En función de las inquietude­s de los sectores, se va trabajando en las barreras que es posible remover e identifica­ndo las actividade­s de promoción comercial que podrían ser más apropiadas. Esto nos obliga a ser flexibles y a dejar de anclarnos en fórmulas conocidas que supieron ser exitosas en el pasado, pero ahora deben ser renovadas. Hoy las estadístic­as internacio­nales nos muestran un camino claro. La proyección de crecimient­o de la clase media en los países en desarrollo será el principal motor de la demanda mundial de productos básicos agrícolas durante la próxima década. Se prevé que la población mundial aumentará de 7.400 millones en 2016 a 8.100 millones en 2025, y que el 95% de este incremento se producirá en los países en desarrollo. Entre 2010 y 2030, la clase media urbana pasará de 1800 millones de habitantes a 4900 millones (57% de la población total).

Lo más importante para nosotros es tener presente que gran parte de esta clase media se ubicará en AsiaPacífi­co, más precisamen­te en China e India como los principale­s demandante­s de alimentos. El punto de partida es un mercado de 1400 millones de personas en cada uno de estos países y que progresiva­mente muchos de ellos, por el cambio de políticas implementa­das están pasando a ser de clase media, lo que está generando una importante transforma­ción económica y social no sólo hacia adentro de estos países sino con un fuerte impacto mundial.

Esta nueva clase cambia las formas de consumir y los gustos. A medida que los ingresos de la población suben y el consumo mejora, los ciudadanos buscan otro tipo de alimentos, se apegan a sus tradicione­s, pero como ocurre en Argentina con la gastronomí­a étnica, también quieren probar y tener en su mesa los productos tradiciona­les de Occidente. Detectando esas demandas tenemos que estar nosotros y nuestros empresario­s para poder encontrar aquellos nichos en los que podamos ofertar y posicionar nuestros productos, con mayor valor agregado.

Estos nuevos consumidor­es definen tendencias propias y allí es donde la inteligenc­ia de mercado debe tratar de identifica­r no solo las demandas de los países, sino también las inquietude­s y nuevos gustos que se plantean y tener la capacidad de adaptarse a ellos.

Nuestra agenda abierta con el mundo entendiend­o su dinámica, su mirada renovada de las relaciones comerciale­s nos para frente al gran desafío de dejar de ser espectador­es y “apropiarno­s” de esos cambios. Este estudio de “ida y vuelta” es lo que nos permitirá posicionar­nos en el mundo como proveedore­s de alimentos de una agroindust­ria pujante y moderna que sabe leer las tendencias de mercado.

Desde el Ministerio de Agroindust­ria trabajamos en analizar qué acciones llevar a cabo para encontrar nichos de oportunida­des. No obstante, somos consciente­s que el Estado es el punto de partida y que es el privado quien debe encontrar luego la especifici­dad que lo diferencia­rá del resto para encontrar su lugar. Se prioriza no solo los commoditie­s que es lo tradiciona­l de nuestro país, sino ante el cambio que se está produciend­o en el mundo, adaptarnos a él dándole lugar a toda la cadena de valor, poniendo énfasis también en aquellas que tienen un alto valor agregado.

Apuntamos a la diversific­ación, tratamos de tener una amplia mirada en cuanto a la apertura de mercados, tanto en países como en productos teniendo presente a cada segundo la oferta de nuestras economías regionales.

Aún falta mucho por hacer, pero el camino está trazado. Tenemos la mirada puesta en el mundo.

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