Lo que falta, en el fondo se valora
En medio de la crisis y la necesidad de contar con dólares, quedó muy claro lo que sufre el país cuando el agro tiembla.
En medio de las crisis, siempre surgen oportunidades. Ahora, en relación a la turbulencia económica que sufrió el país en las últimas semanas, en los balances preliminares que se hacen para evaluar causas y efectos, va quedando claro una capital simbólico importante para la cadena agroindustrial, y para la visión integral sobre la economía del país.
Tras el cambio de funcionarios, y las primeras señales de equilibrio, el presidente Mauricio Macri fue el primero que, una vez más, ponderó el rol de la producción agroindustrial en la economía argentina. En el marco de una entrevista con Jorge Lanata en Periodismo para Todos, por El Trece, el presidente reconoció que el traspié agropecuario por el clima fue “uno de los factores que condicionaron la actividad general del país, que venía mejorando, e hicieron fracasar el plan económico para bajar la inflación”. Y luego afirmó: “La peor sequía en 50 años nos pega mal, son 8.000 millones de dólares”.
Luego, el ministro coordinador Nicolás Dujovne, en TN, reporteado por Marcelo Bonelli, citó a la sequía como la primera ficha que activó el efecto dominó y trastocó las buenas señales que se acumulaban hasta febrero, cuando los cultivos rogaron al cielo por una gota de agua, sin suerte.
Con la misma perspectiva, en estos días de incertidumbre e intentos de ver la luz al final del túnel, diversos analistas económicos consultados advierten que los sectores exportadores, liderados por la agroindustria, son los que permiten avizorar un destino viable a la Argentina.
Respecto de las retenciones a los granos, mientras un sector del Gobierno cree oportuno subirlas, Macri resiste con convicciones firmes. Y si bien Dujovne dijo un par de veces que todas las opciones están en análisis, nunca se manifestó públicamente en detrimento del campo ni a favor de los derechos de exportación. Por eso, lo dicho al respecto, conviene encuadrarlo en el marco de conjeturas.
Por lo pronto, desde las entidades de productores agropecuarios mantienen la guardia alta y argumentan con firmeza. Confederaciones Rurales Argentinas se opuso “enérgicamente al regreso de los derechos de exportación porque el campo ha respondido generando más producción y ha alcanzado cosechas récord de trigo y de maíz, con la vuelta a un esquema de rotaciones más acordes a la sustentabilidad de los suelos”.
En ese marco, el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, sigue firme en su cargo y mira hacia adelante. Esta semana, por ejemplo, lanzó la mesa de competitividad sucroalcoholera, que produce azúcar y bioetanol. O sea, más divisas y sustentabilidad ambiental.
Además, los recambios dispuestos, con Dante Sica (Producción) y Javier Iguacel (Energía), ministros que tienen muy claro el impulso dinamizador de la cadena agroindustrial, encarnan señales alentadoras hacia el futuro. Uno, con lazos en la industria automotriz, que se mueve con las camionetas del campo y el otro, por su conocimiento sobre bioenergías, aportan visiones de carácter integral sobre los procesos productivos.