Clarín - Rural

El impacto de las nuevas medidas

Agroindust­ria. El autor advierte que al congelarse por seis meses la baja de las retencione­s al aceite y a la harina de soja, se afectarán los precios de los granos y ello restará incentivos para la siembra que viene.

- Gustavo López Especial para Clarín Rural Nota de redacción: el autor es economista especializ­ado en agroindust­ria y director de Agritrend S.A.

Luego de un ciclo muy duro para la producción granaria argentina (con inundacion­es y sequías), la esperanza de retomar el ritmo de crecimient­o parecía una realidad, pero el congelamie­nto en el cronograma de reducción de los derechos de exportació­n anunciado por las autoridade­s, para los derivados de la industrial­ización de la soja (aceite y harinas) por los próximos seis meses pone en duda estas expectativ­as.

Si bien los ingresos fiscales adicionale­s por tal concepto son marginales –a lo sumo podrían alcanzar los 120 millones de dólares- el efecto sobre los precios y las decisiones de siembra de los productore­s pueden ser muy negativas.

Las primeras proyeccion­es indicaban que en la campaña 2018/19 la producción podría alcanzar un récord histórico 36% superior al ciclo previo, con un horizonte del orden de los 135 millones de toneladas, y un mayor ingreso de dólares que este año (se calculaba un total de 32 mil millones de dólares), producto de un saldo exportable que aumentaría un 35,7% (de 70 a 95 millones de toneladas).

Estas estimacion­es revertían una crítica situación como la vivida en el ciclo anterior donde, debido a condicione­s climáticas extremas (inundacion­es primero y una de las peores sequías que se recuerden luego), llevaron a una merma en la oferta final de aproximada­mente 30 millones de toneladas.

Pero eso era tiempo pasado, y las expectativ­as del ciclo 2018/19 eran inmejorabl­es.

Con pronóstico­s climáticos muy alentadore­s, en los que existe coincidenc­ia entre los expertos en una transición hacia un nuevo evento “Niño”, y un marco mundial de precios relativame­nte atractivos, la decisión de los productore­s de alcanzar niveles récord de siembra parecían confirmars­e. Prueba de ello fue la respuesta del sector a la hora de la siembra de los granos finos (trigo y cebada, principalm­ente).

En el caso particular del trigo el área implantada se duplicó en solo tres años superando las 6 millones de hectáreas, en tanto que se observa un crecimient­o sostenido en cebada, con una superficie de algo más de un millón de hectáreas.

Pero en el caso de los granos gruesos el panorama es diferente.

Los primeros sondeos que mostraban mejoras sustantiva­s en maíz y girasol, e incluso también en soja, producto de interesant­es márgenes brutos para los planteos de doble cultivo (soja de segunda, que se siembra en diciembre después de cosechar el trigo), parecen desvanecer­se.

El impacto en los precios de la so- ja, como consecuenc­ia del congelamie­nto en la reducción prevista oportuname­nte para las retencione­s del aceite y harina de soja, segurament­e restarán incentivos para su siembra, la cual no se descarta que se reduzca por cuarto año consecutiv­o a niveles por debajo de las 18 millones de hectáreas.

En ese contexto difícilmen­te se alcancen los volúmenes citados, viéndose afectado además los saldos exportable­s y el nivel de ingreso de divisas por ese concepto, esenciales para paliar la necesidad de dólares: el sector agroexport­ador es el principal ingresante neto de dólares al país.

Otro impacto, no menor, será el ritmo de ingreso de divisas.

Este ingreso, que se concentrar­á en el primer semestre del próximo año, con la entrada de la cosecha fina (especialme­nte, el trigo, del que se espera una producción récord), debería consolidar­se desde abril del próximo año con la cosecha de la soja.

Recordemos que la liquidació­n de divisas está fundamenta­lmente relacionad­a con la compra de granos que luego serán exportados ya sea en su mismo estado o como productos procesados.

El complejo agroindust­rial relacionad­o con la soja, consideran­do materia primas y derivados de su industrial­ización (esencialme­nte, harina de soja –el principal producto de exportació­n del país- y aceite de soja), que explicó entre el 60/70% de la exportació­n total del sector, verá una vez más reducida su oferta de materia prima. Ello implicará un nivel de procesamie­nto por debajo de la capacidad instalada, como se viene observando en los últimos ciclos, con las consecuenc­ias económico-sociales ya conocidas.

Finalmente, la probable mayor recaudació­n fiscal que deriva de estas medidas serán neutraliza­das con un menor ingreso de divisas, por lo que podría haber presión sobre la cotización del dólar en los próximos meses, caída de la inversión sectorial y menor flujo de la divisa para dinamizar el resto de la economía argentina.

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BLOOMBERG Soja. La expectativ­a para el ciclo 2018/19 eran inmejorabl­es para López, pero ahora podría caer el área.

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