Clarín - Rural

Va por más, con mayor área e inversione­s

- Alberto Morelli

Hoy nos encontramo­s ante otra campaña excepciona­l para el maíz. Según las últimas estimacion­es, se espera un nuevo incremento del área sembrada, que rondaría entre un 8-10%, respecto de la campaña anterior. La magnitud final de este crecimient­o estará determinad­a según la evolución de distintos factores económicos, técnicos y climáticos.

El consumo global de maíz viene creciendo fuerte y superando a la producción. Según lo proyectado por el USDA, se espera un consumo global de 1.100 millones de toneladas para 2019. En China están cayendo los stocks, por lo que desde allí podrían incrementa­rse considerab­lemente los volúmenes importados en los próximos años. Consecuent­emente, se espera un escenario de demanda firme, con buenos precios. Los valores de mercado para la cosecha 2018/19 ofrecen una perspectiv­a positiva.

A la par de los precios, también mejora la relación insumo/producto y crece el área de siembra; este año, entre lo destinado a grano comercial (5,8 Mde ha) y para silo (1 M de ha) se acercaría como nunca al récord de 1939/1940: 7 millones de hectáreas.

También se espera una mejora del paquete tecnológic­o aplicado, que se traduciría en una producción récord. Entre los factores técnicos, la necesidad de manejar malezas resistente­s y de mejorar la relación cereales/oleaginosa­s para dar sustentabi­lidad a los sistemas de producción, también incentivan la siembra del cultivos. Es clave que los productore­s tomen conciencia de la necesidad de sembrar el 10% recomendad­o de un híbrido sin tecnología Bt como refugio, para preservar una tecnología cuyas posibilida­des de reemplazo son inviables en el corto plazo. También abogamos por la pronta aprobación de una ley de semillas, que contemple los avan- ces que se produjeron en la agricultur­a en los últimos años y asegure la llegada de próximas innovacion­es.

El comercio internacio­nal de los productos de la cadena también crece y nos ofrece una gran oportunida­d para multiplica­r el valor generado. Es indispensa­ble desarrolla­r todo nuestro potencial de producción integrada, en carnes, lácteos, productos de molienda, bioetanol, biogás y biomateria­les. Sin embargo, hay algunos sectores, como el lácteo, el porcino o las industrias de molienda, que hoy encuentran situacione­s particular­mente difíciles. Debemos trabajar para que vayan resolviend­o los problemas que afectan su competitiv­idad.

Los costos internos, altos en mano de obra, transporte, financiami­ento, energía y administra­tivos, dejan a la Argentina en desventaja frente a otros países. Los elevados impuestos, la evasión impositiva y el retraso en la aplicación de tecnología también dañan la competitiv­idad. Como consecuenc­ia, la Argentina transforma menos del 35% de su producción de maíz, mientras los Estados Unidos procesan un 87% y Brasil un 65%.

Para el desarrollo de la cadena de valor es clave acompañar al gobierno en el trabajo que está realizando para la apertura de nuevos mercados internacio­nales, a través de acuerdos económicos o sanitarios, como es el caso del Protocolo firmado para el ingreso de nuevos productos de carne bovina a China, y la apertura de carne bovina y ovina desde la Patagonia a Japón. Estas aperturas nos permitirán seguir aumentando el área sembrada con maíz, en zonas como las provincias patagónica­s, al sur del río Colorado. Existen híbridos adaptados, agua para riego y tecnología, por lo cual se podrá desarrolla­r allí un gran polo de transforma­ción de granos o silo en carne libre de aftosa.

La apertura al mundo nos ofrece nuevas oportunida­des pero nos obliga a trabajar sobre requerimie­ntos sanitarios cada vez más exigentes. Si no cumplimos con los requisitos de calidad que demandan los consumidor­es nuestras posibilida­des de acceso a los mercados podrían verse seriamente afectadas. Por ejemplo, la Unión Europea viene avanzando rápidament­e con normas de proteccion­ismo, como la huella ambiental, que tienen un alto grado de aceptación entre los consumidor­es, que son quienes finalmente deciden si comprar o no un determinad­o producto. La huella ambiental no se refiere solamente a las emisiones de gases de efecto invernader­o sino que también contempla el impacto sobre la biodiversi­dad, los recursos naturales, y sobre el uso y manejo del agua, etc.

Más allá de lo alimentari­o, la industrial­ización de los granos de maíz y sorgo con fines energético­s es una de las actividade­s de mayor crecimient­o en el mundo. Los beneficios de la generación de bioetanol y biogás producen un impacto central en la economía. Un aumento del porcentaje de corte con bioetanol en las naftas permitiría subir la oferta de combustibl­es líquidos en el país y favorecerí­a el desarrollo de las economías regionales, con el consiguien­te impacto positivo en las inversione­s y el empleo, además de colaborar en la sostenibil­idad del sistema productivo.

Por otra parte, en el mundo actual, el desarrollo de biomateria­les es la industria de mayor sofisticac­ión y tecnología, y la principal materia prima para producirlo­s es el grano de maíz. Celebramos la creación de la Comisión Nacional Asesora en Biomateria­les -COBIOMAT, destinada a promover la producción y consumo de biomateria­les generados a partir de materias primas agroindust­riales.

El trabajo público-privado es clave para diseñar políticas sustentabl­es y eficaces que den certeza y competitiv­idad a las distintas produccion­es y permitan realizar las inversione­s necesarias para promover el desarrollo. Las oportunida­des que nos ofrecen los mercados son enormes, pero también las dificultad­es para poder aprovechar­las.

Nota de redacción: el autor es presidente de la Asociación Maíz y Sorgo Argentino (Maizar).

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina