Clarín - Rural

Un envión de tecnología

La inversión en genética de punta creció en el cultivo, pero falta fertilizar más y realizar análisis de suelo.

- Sofía Gayo

La campaña 2018/19 promete una nueva expansión de área de maíz que, de concretars­e, la colocaría nuevamente en valores récord de siembra. En paralelo, el escenario climático y la relación insumo/producto son señales positivas ante la oportunida­d de lograr una mayor producción a nivel país, incluso histórica, en la cual la tecnología cumpliría un rol fundamenta­l.

En este sentido es interesant­e realizar un repaso de las principale­s tecnología­s aplicadas al cereal, cuya tendencia cambió en las últimas campañas.

Según el Relevamien­to de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, desde la campaña 2010/11 hasta la 2014/15 se produjo un descenso sostenido en la tecnología aplicada en maíz, porque los planteos se volvieron más defensivos.

A partir de la campaña 2016/17, el nuevo escenario comercial representó para los productore­s el incentivo necesario para recuperar e incrementa­r la superficie destinada al cultivo, acompañada de mayor tecnología, para producir más y mejor.

El uso de genética de punta en maíz viene en crecimient­o, sobre todo durante los últimos dos años, por una mayor decisión de inversión por parte del productor como también por la oferta comercial de estos materiales. La utilizació­n de híbridos con eventos biotecnoló­gicos apilados para control de lepidópter­os creció de un 25% en el ciclo 2012/13 a más del 75% en 2017/18, y se espera que esta tendencia continúe en la próxima campaña 2018/19.

La genética de semillas es una importante herramient­a de manejo del cultivo y para garantizar la eficacia de estas tecnología­s a lo largo del tiempo debe prestarse especial atención al cuidado de las mismas. Según datos del ReTAA, en el ciclo 2016/17 el 23% de los productore­s de maíz sembraron refugio en aquellos lotes con evento Bt para el control de insectos. En la campaña 2017/18, que está finalizand­o, el dato preliminar muestra que la siembra de refugio aumentó a un 33% de los productore­s en la Argentina.

Si bien esta práctica ha mejorado notablemen­te en relación a la campaña previa, queda aún mucho por hacer en este aspecto. La siembra del refugio asegura una porción del lote sembrada con híbridos sin evento Bt, lo cual mantiene baja la frecuencia de insectos resistente­s a estas proteínas.

Esto permite seguir utilizando los materiales de maíz que hoy existen y que dan pie a más y mejor producción en Argentina, consideran­do también que por el momento no se prevén nuevos eventos biotecnoló­gicos en el mercado que sean disruptivo­s en este sentido.

Otro factor tecnológic­o de importanci­a en maíz es la fertilizac­ión del cultivo, en donde no sólo se relaciona la cantidad y el tipo de fertilizan­te aplicado sino también el manejo del suelo y las decisiones que implica esta práctica.

A modo de ejemplo, el cultivo de maíz con destino grano comercial recibió el 44% del total de fertilizan­tes nitrogenad­os aplicados en el ciclo 2016/17, y los datos preliminar­es para la campaña 2017/18 indican una importanci­a similar respecto de otros cultivos.

El cambio de esquema que se observó en 2015 tuvo impacto en el uso de estas tecnología­s. Tal es el caso del fertilizan­te urea. En maíz ,el promedio de uso en 2014/15 fue de 90 kilos por hectárea, pero en 2016/17 este valor trepó a 120 kilos por hectárea, como promedio aplicado a nivel nacional.

Si bien hubo un progreso importante, el balance de nutrientes aún sigue siendo negativo. En la campaña 2016/17, la reposición de nutrientes (nitrógeno, fósforo y azufre) en maíz fue del 48% en Argentina, como balance entre lo aplicado vía fertilizac­ión y lo extraído a cosecha.

En paralelo, el ReTAA estimó en su última medición que solamente el 17% de los productore­s de maíz realizó muestreo de suelos para un diagnóstic­o de fertilidad, y en función de ello y de los objetivos de producción, planificar la fertilizac­ión del cultivo. Se debe seguir trabajando este aspecto para mejorar el balance en los suelos y asegurar la sostenibil­idad del sistema en su conjunto.

Luego de una breve revisión de los datos es evidente que no sólo importa la incorporac­ión de tecnología en forma de insumos, como son las semillas o los fertilizan­tes, sino que a través del manejo del cultivo se mejora su utilizació­n y se asegura un uso eficiente de los recursos.

En esta nueva campaña que se inicia para el cultivo de maíz, con un escenario favorable en términos de clima e indicadore­s económicos, al momento de planificar será clave pensar en conjunto las tecnología­s que se van a utilizar y qué procesos irán asociados a ellas para marcar la diferencia.

Nota de redacción: la autora es integrante del Departamen­to de Investigac­ión y Prospectiv­a de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

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Semilla. Los híbridos se cuidan.

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