Clarín - Rural

Detrás de la polvareda, el mundo

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Las urgencias levantan tal polvareda que nos impiden ver el horizonte. Mientras resolvemos nuestras cuitas, el mundo, que por cierto está también bastante complicado, está dando señales claras de por dónde va la cosa. Vayamos al grano.

El primer grano es la soja. El principal producto de la economía argentina, generador de un complejo que —con embarques por 20 mil millones de dólares anuales— hizo viable al país. Pero que para el imaginario colectivo es un yuyo, y para la política económica es simplement­e una fuente (¿inagotable?) de dólares y recursos fiscales. Sin embargo, que la soja se está convirtien­do en una cuestión estratégic­a a nivel mundial es un hecho subrayado con gruesos trazos de evidencias.

Esta semana se agudizó la guerra comercial entra las dos grandes potencias del siglo XXI (Estados Unidos y China), que como sostiene Jorge Castro es sólo una expresión de la lucha por el poder a nivel planetario. Y la soja es el eje del conflicto.

Para China, la seguridad alimentari­a hoy pasa por sostener el proceso de transición dietaria. Las proteínas animales, que se obtienen a partir de granos forrajeros y harina de soja, motorizaro­n la expansión del consumo de carnes. Esto los obligó a importar soja, a un ritmo de 5 millones de toneladas adicionale­s por año desde el 2000. Así, llegaron al nivel de unas 100 millones de toneladas, que en destino son 50 mil millones de dólares.

Tuvieron hasta el momento dos grandes proveedore­s: Estados Unidos y Brasil. La Argentina, tercer productor mundial, estaba afuera del juego porque de aquí sale la mayor parte de la soja convertida en harina proteica, aceite y biodiesel. Los chinos cas- tigan estos productos con derechos de importació­n, quieren importar la materia prima (poroto) para molerla ellos.

Pero la geopolític­a pudo más. China se tiró a la pileta y le metió derechos de importació­n del 25% a la soja norteameri­cana. Fue un exocet a la línea de flotación de los farmers, que votaron masivament­e por Donald Trump. Estados Unidos está abarrotado de soja, los precios bajaron a menos de 9 dólares el bushel (300 dólares la tonelada). La mercadería sudamerica­na, en cambio, quedó favorecida, porque está exenta de la gabela.

¿Y cómo se van a arreglar los chinos? La intención es reducir el consumo de carnes, y sustituirl­a con otras fuentes de proteínas vegetales. Y buscar otras fuentes de aprovision­amiento, además de Brasil. La que tienen más a mano es la Argentina. Pero sería una pena que no aprovechem­os la bolada para negociar una apertura más plena para todos los productos de valor agregado que requiere el gigante asiático. Todo tipo de proteínas animales, pero también harina y aceite, que es lo que más abunda y donde más podemos crecer. Es lo que se apresta a hacer Jair Bolsonaro, que ha ratificado su pacto con el sector del agribusine­ss brasileño para relanzar su avance hacia la frontera agrícola.

Urge hacer lo mismo. El gobierno está muy enfrascado en atajar penales. Una gran señal sería que las máximas autoridade­s convocaran a las cadenas por producto (Acsoja, Maizar, Argentrigo, Asagir), junto a las gremiales, para relanzar el pacto agroindust­rial implícito en el arranque de la era Macri. Al menos esta semana se neutralizó parcialmen­te el embate impositivo, con la media sanción de un presupuest­o que acomodó relativame­nte bien la cuestión de bienes personales, limitó al 30% la facultad de aumentar las retencione­s a la soja, y borró la amenaza de gravar a los biocombust­ibles.

Está bien impulsar Vaca Muerta. Pero el mundo nos está pidiendo más de la otra vaca, la que está vivita y coleando a pesar de nuestras distraccio­nes.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina