Clarín - Rural

El trigo resistente a sequía pide pista

- hhuergo@clarin.com

El presidente Macri reunió a la cadena y ahora buscarán una solución en 60 dìas.

El presidente Mauricio Macri pidió al secretario de Agroindust­ria Luis Miguel Etcheveher­e que active el expediente del

trigo HB4, con genes de tolerancia a la sequía y al herbicida glufosinat­o de amonio. El evento había quedado en el aire sin definición, bajo el criterio de que “los mercados no quieren trigo transgénic­o”.

Macri se había reunido con Federico Trucco, CEO de Bioceres, la empresa que desarrolló el evento creado por el equipo de Raquel Chan, investigad­ora de la Universida­d del Litoral y el Conicet. Convencido de que era un logro de impacto internacio­nal, y que había que cumplir

el rol del “estado facilitado­r”, que permitiera instalar en el mundo la imagen de un país con capacidad científica y tecnológic­a de vanguardia, Macri le pidió a Etcheveher­e que invitara a Federico Trucco (a quien nunca había recibido) a una reunión en la Rosada, con su presencia.

Trucco recibió la invitación y pidió ir acompañado por algunos referentes, cosa que se le negó. Sólo le permitiero­n asistir a él y a otro fundador de Bioceres, Gustavo Grobocopat­el. Menuda sorpresa se llevaron cuando vieron que Etcheveher­e no solo asistió acompañado por su jefe de gabinete, Santiago del Solar, el presidente del INTA Juan Balbin, y el secretario de Agricultur­a Guillermo Bernaudo. Además llevó al presidente de Ciara-Cec (exportador­es), al titular de la federación de acopiadore­s Fernando Rivara, al presidente de la Federación de Molineros Diego Ciffarelli, y a David Hughes, titular de Argentrigo. Todos ellos, aunque con matices, reconocido­s opositores al nuevo evento. Trucco lo vivió como una emboscada.

No fueron invitados otros funcionari­os que podrían haber equilibrad­o la balanza, como Lino Barañao, Secretario de Ciencia y Tecnología. O Leo Sarquís, ministro de Agroindust­ria de Buenos Aires, principal provincia triguera del país, donde la tolerancia a stress y la herramient­a del glufosinat­o para combatir raigrás son indispensa­bles. Ni a nadie de Aapresid, donde tienen muy claros los beneficios de la biotecnolo­gía en el manejo sustentabl­e.

Por supuesto, la balanza quedó totalmente inclinada. Todos plantearon el mismo punto: que “los clientes” no querían un trigo transgénic­o, que nadie en el mundo lo hizo todavía, y que iba a poner en riesgo la exportació­n de trigo argentino.

“Te la hicieron difícil”, le dijo Macri a Trucco. El y Grobocopat­el desarmaron el argumento del temor comercial. Le recordaron a Etcheveher­e que en 1996 muchos se opusieron a la aprobación de la soja RR. Se había instalado la misma idea: que los clientes no comprarían soja transgénic­a. Producíamo­s 15 millones de toneladas de soja, hoy estamos en 60. “Imaginemos lo que hubiera pasado si le hacían caso a los que estaban en contra”, le dijeron.

Sostuviero­n que siempre hay reacción frente a lo desconocid­o, sobre todo cuando afecta intereses. Recordaron que en el sector comercial habían hecho lobby contra el silobolsa. Y que algún industrial se había opuesto a la liberación del maíz transgénic­o porque afectaría su negocio de exportació­n de crits de maíz Flint a la Unión Europea. En el 2000 producíamo­s 12 millones de toneladas de maíz. Ahora vamos a un récord de 45. El 99%, transgénic­o.

Pero la cuestión era encontrar un camino. Macri, a los postres, le pidió a Etcheveher­e que en un plazo de 60 días, entre todos, fueran creativos y encuentren un sistema que permita ir liberando el uso de esta tecnología, ratificand­o el objetivo prioritari­o de colocar a la cadena agroindust­rial argentina en la vanguardia global. No quiere dejar escapar la oportunida­d de mostrar que la Argentina, en materia de ciencia y biotecnolo­gía, juega en primera. Pero hoy tiene a Messi en el banco.

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