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Biodiésel marítimo: cuidado, la Argentina está perdiendo el barco

El transporte naviero ya prueba mezclas con biocombust­ibles. Una gran oportunida­d que el país no aprovecha.

- Ned Molloy Especial para Clarín Rural

La Argentina es el mayor exportador de biodiésel del mundo. Y en un momento en que los dólares escasean, esta industria podría estar buscando todas las oportunida­des de exportació­n posibles. Pero desafortun­adamente, mientras que los biocombust­ibles están despegando en el gigantesco sector naviero mundial, el país está perdiendo el barco.

A principios de este año, las pruebas de biocombust­ibles han sido realizadas por NYK de Japón y CMA CGM de Francia, en colaboraci­ón con IKEA. A finales de este año, la mayor naviera de contenedor­es del mundo, Maersk, probará las mezclas de biocombust­ibles en un viaje de ida y vuelta desde Rotterdam a Shangai. Todos utilizan proveedore­s europeos de biocarbura­ntes. ¿Dónde se encuentra Argentina en estos desarrollo­s? En ninguna parte.

Dos de los principale­s sectores de productos agrícolas podrían beneficiar­se de la actual tendencia mundial hacia normas de transporte marítimo más limpio: el biodiésel, producido principalm­ente a partir de la soja, y el etanol, producido principalm­ente a partir de la caña de azúcar.

En cuanto al etanol, la ISO ya está desarrolla­ndo normas internacio­nales de seguridad tanto para el etanol como para el metanol como combustibl­e marino. Ya hay siete buques cisterna y un transborda­dor que operan comercialm­ente con el mismo metanol como combustibl­e, y se espera que al menos cuatro más entren en servicio este año.

Unas normas más estrictas sobre el CO2 desarrolla­das en la OMI fomentarán la adopción de ambos tipos de biocarbura­ntes en el transporte marítimo. De hecho, esto podría ayudar a la industria azucarera argentina a adaptarse y prosperar.

El mercado mundial del azúcar está luchando contra la desacelera­ción del crecimient­o de la demanda y el exceso de oferta. Esta perspectiv­a es una de las principale­s preocupaci­ones de los procesador­es de caña de azúcar argentinos.

Los procesador­es de caña de azúcar suelen tener cierta flexibilid­ad en su participac­ión en la producción de azúcar frente a la de etanol, y el año pasado el cambio al etanol ha demostrado ser una medida acertada. Se espera que 2019 sea otro año de fuerte producción de etanol, ya que el biocombust­ible sigue dando mejores rendimient­os a las fábricas.

La política del gobierno ya se centra en impulsar la demanda de biocombust­ibles a nivel nacional. Pero las oportunida­des de exportació­n son mucho mayores.

La industria naviera mundial representa el 5% de la demanda mundial de petróleo; según la AIE, más que la India. Actualment­e gasta alrededor de 150.000 millones de dólares al año en su combustibl­e.

Argentina debería aprovechar una gran parte de este enorme mercado con sus exportacio­nes de biocombust­ibles, aprovechar un nuevo flujo confiable de divisas (el combustibl­e de transporte alrededor del mundo se comercia en dólares) y ganar influencia a nivel internacio­nal ayudando al comercio mundial a ser más ecológico.

Sin embargo, las exportacio­nes argentinas de biodiésel se han enfrentado a vientos que soplan en su contra. En los últimos años, el gobierno de los Estados Unidos ha aplicado derechos a las importacio­nes argentinas de biodiésel. En la UE, la industria local también enfrentó aranceles antidumpin­g sobre su biodiésel, acusada de vender más barato en el extranjero que en el mercado nacional. Sin embargo, los combustibl­es de transporte marítimo, que se consumen en altamar, están fuera del alcance reglamenta­rio de los EE.UU. o de la UE.

Las reglas que rigen las normas de combustibl­e se elaboran en la Organizaci­ón Marítima Internacio­nal de Londres, de la que Argentina es miembro. Por eso debería aprovechar la oportunida­d de orientar la formulació­n de políticas en ese país para favorecer a los productore­s nacionales de biocombust­ibles. Para ello, debe apoyar la adopción de normas de CO2 para el transporte marítimo que incentiven la demanda.

Por eso es tan importante la cumbre de la OMI que comenzó este 7 de mayo en Londres: para estimular la cuota de mercado de los biocarbura­ntes en el transporte marítimo se necesitará­n medidas estrictas de reducción de las emisiones de CO2.

El año pasado, los delegados de la OMI de Argentina, que tienen su sede en Londres y son en gran medida desconocid­os en el país al que se supone que representa­n, desempeñar­on un papel de bloqueo junto con Arabia Saudita e intentaron sin éxito debilitar los objetivos de reducción de CO2 en la OMI. Es hora de que empiecen a prestar más atención. Si lo hacen bien, la Argentina puede vender biocarbura­ntes a una industria que representa el 80% de todo el comercio internacio­nal. Nota de Redacción: el autor es consultor marítimo y en combustibl­es

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