Clarín - Rural

Los planetas se alinearon

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Hace más de un mes, el vendedor internacio­nal de silobolsas de Ipesa, Alberto Mendiondo, nos alertaba sobre las complicaci­ones climáticas que amenazaban la siembra de la cosecha gruesa en los Estados Unidos. En su periplo de pre-campaña desde el norte del corn belt hacia el sudeste, Alberto subía a twitter las fotos que iba tomando y pescando, con campos todavía cubiertos de nieve e intensas inundacion­es en vastas áreas agrícolas.

Los mercados, sin embargo, no reflejaban temor alguno. Los precios seguían deprimidos, consecuenc­ia de los grandes stocks acumulados luego de una sucesión de grandes cosechas, la guerra comercial entre Trump y Xi Jingpin y la fiebre porcina africana. Los planetas parecían alinearse en contra de los agricultor­es de todo el mundo. Y también en contra de la salud macroeconó­mica de la Argentina, tan dependient­e de sus exportacio­nes agroindust­riales.

La razón por la que no había reacción era muy sencilla: los farmers tienen una enorme capacidad de siembra. Unos pocos días de buen tiempo y se ponían al día, tanto con el maíz, que es lo que se siembra en abril y hasta fines de mayo, como en soja, que arranca a mediados de mayo.

Pero esos días buenos nunca llegaron. Es más, el clima empeoró. Cuando escribo estas líneas, llega un informe que señala que esta semana hubo más de 200 tornados en el Medio Oeste, siguieron las lluvias torrencial­es, el granizo, y hasta nevadas tardías que impidieron el avance de la siembra. Corolario: hasta el lunes pasado faltaban sembrar 40 millones de hectáreas de maíz y soja, respecto a lo que se había cubierto a la misma altura del año pasado. Pulularon informes de los analistas. Una de ellas, Karen Brown, elaboró un gráfico en el que mostraba la tendencia de los rindes promedio del maíz en función del atraso de la siembra. Un informe del USDA sostuvo que sería necesario apelar a híbridos de ciclo más corto, asumiendo una merma en el potencial de rendimient­o. Los mercados estallaron. La taba se dio vuelta de manera abrupta. Subieron el maíz, la soja y el trigo.

En la semana que pasó, los precios se recuperaro­n un 20%. Pasamos de la depresión a una euforia contenida. Se relamían los chacareros pampeanos, que habían decidido retener la soja, aunque lloraban por no haber guardado también el maíz. Pero con estas tasas algo había que vender, para cerrar la campaña y financiar la próxima.

Ahora la expectativ­a se centra en una cuestión inédita: los farmers tienen la opción de no sembrar y acogerse al “Protect Plant”, un sistema de seguro agrícola. Según el Rabobank es probable que se acogerían al PP unas 3 millones de hectáreas, el doble que el récord del 2013. Con los rindes de tendencia implicaría­n 30 millones de toneladas.

Pero en la medida que los precios suben, la tentación por sembrar en lugar de tomar el PP también lo hace. Y además pesa una cuestión geopolític­a: Trump no le va a regalar el mercado a los países sudamerica­nos. Conviene recordar que entre Brasil y Argentina ya superan los embarques de maíz norteameri­cano, así como hace diez años alcanzaron y luego se despegaron en los productos del complejo soja.

Con este panorama, llegó el Congreso de Maizar, el martes pasado. La situación en el corn belt impregnó los pasillos y las conferenci­as. Los más de 1.800 inscriptos no disimulaba­n la “contentez” (para no hablar de euforia, que es mala consejera…). Se viene una siembra extraordin­aria. Algo que no sabíamos: Argentina tiene más mercados para maíz (99 países) que para la soja (66). Se habla de una producción de 60 millones de toneladas para el 2020. A estos precios, un valor de 10 mil millones de dólares.

Ah, y la semana próxima tenemos el Congreso Trigar en Córdoba. Se viene otro aluvión.

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