Clarín - Rural

El cerdo marca el camino del desarrollo

En Jesús María, Córdoba, Luis Picat lleva 20 años transforma­ndo granos en carne. Arrancó con una granja avícola y luego aceleró con el cerdo: tiene una granja intensiva y un frigorífic­o.

- Gastón Neffen gneffen@clarin.com

La idea de agregar valor a los granos puede sonar a concepto abstracto, económico y a eslogan “gastado”, de tanto que se repite. La realidad es que puede ser un eje de desarrollo económico y social que le cambia la vida a la gente.

Hace 20 años, Luis Picat y su padre José Luis tenían dos empleados -los hermanos Barrera- para manejar 600 hectáreas en las que hacían ganadería y agricultur­a cerca de Jesús María, en el norte cordobés. Ahora, emplean a 200 personas en una cadena integrada de producción de carne porcina, que cuenta con campos agrícolas, granjas y un frigorífic­o propio que faena 110.000 cerdos por año.

Es el camino de la bioeconomí­a, que Picat comenzó a recorrer para "esquivar" la pesada factura del flete de los granos en camión, cuando el campo está lejos de las terminales portuarias del Gran Rosario.

“Empezamos a pensar en convertir los granos en carne, primero de pollo y luego de cerdo, porque los márgenes se reducían cada vez más por el alto impacto del flete”, recordó Picat, que además es el intendente electo de Jesús María, en una entrevista con Clarín Rural.

Picat, que tiene 45 años y fue distinguid­o con el Premio Clarín Testimonio en la categoría Desarrollo Empresario en la última edición de la Exposición Rural de Palermo, es licenciado en Informátic­a pero a los 20 años comenzó a hacerse cargo de los campos ganaderos y agrícolas de la familia.

“La parte agronómica la aprendí en un grupo CREA”, contó. La formación en números y agronegoci­os la pulió con una Maestría en Dirección de Empresas en la Universida­d Católica de Córdoba.

Cuando arrancó en los lotes, convenció a su familia de la necesidad de empezar con la siembra directa en un ambiente en el que cada milímetro de lluvia importa. En el 2000, ya en sociedad con su padre y su hermana, porque se dividió la empresa que conformaba su padre con sus hermanos, se enfocó en el agregado de valor.

De la pechuga a la bondiola

La primera idea fue una granja de producción avícola, que llegó a generar 8 millones de huevos fértiles por año. “Era un esquema de productore­s integrados, como si fuera un feedlot. Recibíamos el pollito, lo engordábam­os con nuestro maíz y lo volvíamos a vender”, contó.

En el 2006, siguieron los cerdos. “Construimo­s la granja y nos apasionamo­s con el negocio porcino, que tiene indicadore­s muy precisos para medir el esquema productivo. En el 2008 ya estábamos diseñando el plan de negocios para construir el frigorífic­o”, destacó Picat.

La bondiola, las costillita­s y el matambre de cerdo hoy son el principal negocio de la empresa, con dos patas bien definidas: la granja intensiva La Quimera y el frigorífic­o Qualitá, que tiene su planta en Colonia Caroya.

En la granja porcina tienen un plantel de 1.000 madres y unos 12.000 animales en ciclo completo. Transforma­n 8.700 toneladas de granos en carne. “Para alimentar a los cerdos, prácticame­nte, nos comemos toda y la soja que producimos”, precisó Picat.

Hace dos años, además, la encontraro­n la vuelta a bosta. Después de viajar por Brasil, Alemania y Australia, para buscar una tecnología que se adapte a lo que necesitaba­n, con un crédito del Banco Nación construyer­on un biodigesto­r que convierte los efluentes porcinos en fertilizan­te y gas metano, con el que generan energía eléctrica.

“Nos permitió bajar los costos eléctricos, fertilizar los lotes agrícolas y solucionar un problema ambiental”, resumió el empresario, que asume el timón del municipio de Jesús María el 10 de diciembre.

La energía que produce el biodigesto­r alcanza para cubrir el 75% del consumo energético de la granja.

La planta de Colonia Caroya

El frigorífic­o Qualitá está dedicado a la faena -de animales propios y de terceros-, desposte y distribuci­ón de la carne de cerdo, con marca propia.

“El problema es que los cortes en el mercado argentino se venden en las góndolas de los supermerca­dos

Para Picat, el negocio porcino ahora tiene que poner la mira en la exportació­n

como si la carne fuera un commoditie, pero salen de nuestra planta embalados en cajas con nuestra marca y sabemos que los frigorífic­os valoran nuestra calidad”, aseguró el empresario.

La apertura del frigorífic­o fue también una oportunida­d de empleo y desarrollo para la gente de Colonia Caroya y Jesús María, en donde se había cerrado un frigorífic­o de carne vacuna que empleaba a 400 personas, hacia el 2008.

“Muchos de los operarios que trabajaban en esa planta se incorporar­on a nuestro nuevo frigorífic­o”, recordó Picat. Hoy es uno de los establecim­ientos porcinos más importante­s de la provincia de Córdoba, con un volumen de faena de 110.000 cabezas por año.

El negocio porcino

El crecimient­o de los Picat también estuvo ligado a la intuición de que el consumo de carne de cerdo iba a crecer en la Argentina.

Cuando el empresario comenzaba a soñar con una granja porcina, en el 2004, los argentinos comían unos cinco kilos anuales de cerdo y sobre todo en fiambres. Este año se estima que podrían superar los 17 kilos por persona y con un consumo orientado a los cortes frescos, como la bondiola y el matambre.

“Llevamos unos quince años en los que el consumo de carne de cerdo creció a un ritmo parejo y suave, a un ritmo de un kilo por año. Nos subimos a esa ola un poco por suerte y también por intuición”, destacó. La pregunta que está en la cabeza de Picat -y de todo empresario porcinoes hasta qué punto va a crecer la demanda porcina en el mercado interno.

“Mi sensación es que a nivel interno es difícil que superemos los 20 kilos anuales por persona por una cuestión del gusto de la gente, que históricam­ente se ha volcado más a la carne vacuna. Por eso creo que el desafío para los próximos años es apuntar a la exportació­n y para eso es fundamenta­l que se sigan abriendo mercados”, indicó. El frigorífic­o Qualitá vende al mercado externo el 5% de su producción (incluso envió carne a Hong Kong) pero hasta ahora son cortes baratos o directamen­te descartes.

En los próximos días van a tener una gran oportunida­d para poner un pie en el mercado más importante del mundo. “Nos van a visitar inspectore­s chinos para habilitar la posibilida­d de que el frigorífic­o exporte a ese destino”, contó Picat.

El gigante asiático es el mercado de mayor escala a nivel global, con un consumo que duplica al argentino (unos 30 kilos de carne anuales por habitante).

Se estima que los chinos, además, perdieron un tercio de su rodeo de cerdos por el impacto de la fiebre porcina africana y van a necesitar mucha carne porcina durante los próximos cinco años (más bondiola y quizás menos soja).

Lo importante es que el potencial del mercado chino y de muchos otros destinos no sólo es una buena oportunida­d para los Picat, sino también para la gente de Colonia Caroya y Jesús María, que en el negocio de transforma­r los granos en carne y bionergía puede consolidar un polo de desarrollo y empleo para todo el norte cordobés.

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Nada se pierde. En el norte cordobés, Picat siembra 4.500 hectáreas de maíz y soja. Casi toda la cosecha, se usa para engordar a los animales y la bosta se procesa con un biodigesto­r.
 ??  ?? Porcinos. En la granja La Quimera hay un plantel de 1.000 madres y 12.000 animales en ciclo completo, que consumen 8.700 toneladas de granos.
Porcinos. En la granja La Quimera hay un plantel de 1.000 madres y 12.000 animales en ciclo completo, que consumen 8.700 toneladas de granos.
 ??  ?? Qualitá. El frigorífic­o de Picat emplea a unas 200 personas.
Qualitá. El frigorífic­o de Picat emplea a unas 200 personas.
 ??  ?? Biodigesto­r. Procesa la bosta y genera el 75% de la energía de la granja.
Biodigesto­r. Procesa la bosta y genera el 75% de la energía de la granja.

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