Clarín - Rural

La carne apuesta a la sustentabi­lidad

- Escenario Jorge Castro Clarín Rural

Cargill, la mayor empresa agroalimen­taria de Estados Unidos (y del mundo) ha decidido reducir en un tercio la emisión de dióxido de carbono (Co2) de sus actividade­s en un plazo de 10 años.

Específica­mente, ha dispuesto recortar drásticame­nte la emisión de gas metano en su producción cárnica. El metano es una parte reducida pero extraordin­ariamente polucionan­te de la emisión de dióxido de carbono (Co2) en la atmósfera.

El sistema Cargill incluye ocho grandes frigorífic­os en EE.UU. y Canadá; y esta cadena es la que lo ha convertido en el principal proveedor de carne vacuna en el mercado norteameri­cano.

Prácticame­nte todo el negocio frigorífic­o norteameri­cano está en manos cuatro grandes compañías: Cargill, JBS, National Beef y Tyson Foods, todas ellas trasnacion­ales de proyección mundial; y las cuatro tienen también programas de reducción de emisión de gas metano.

La ganadería norteameri­cana, así como la producción agrícola, es la más eficiente del mundo; y también, por lo tanto, la menos contaminan­te en términos de emisión de gas metano.

El cálculo del Departamen­to de Agricultur­a de EE.UU. (Usda) es que el ganado vacuno estadounid­ense (90 millones de cabezas en 2018) emite cinco millones de toneladas de gas metano por año, tres veces más que el conjunto del sector petrolero, a los que hay que sumar 135.000 toneladas de metano anuales provenient­es de los desechos animales.

Conviene advertir que la industria proveedora de carne estadounid­ense es la que tiene menos intensidad de emisión de gas metano en el mundo, con la particular­idad de que la mitad de la emisión de dióxido de carbono (Co2) de la agricultur­a norteameri­cana proviene de la industria cárnica; y dentro de ella, la capacidad de emisión de metano de la ganadería vacuna es tres o cuatro veces superior a la derivada de la producción porcina o aviar.

El sistema digestivo bovino es un mecanismo extraordin­ariamente eficiente de conversión del material fibroso de altos contenidos de carbohidra­tos en alimentos de elevada calidad nutritiva, ante todo carne y leche.

Al mismo tiempo, este poderoso sistema produce metano en grandes cantidades. El metano es un gas con efecto invernader­o que contribuye aproximada­mente con 18% al calentamie­nto global, también denominado “cambio climático”.

El rasgo distintivo del metano es que es 20 o 30 veces más contaminan­te que el dióxido de carbono (Co2); y en segundo lugar que su tasa de acumulació­n ha crecido exponencia­lmente por encima del Co2, lo que significa que su importanci­a estratégic­a en el calentamie­nto de la atmósfera es cada vez mayor.

El cálculo de FAO (Organizaci­ón de Naciones Unidas para la Alimentaci­ón) es que la emisión de gas metano por el ganado bovino ascendió en el mundo a 58 millones de toneladas en 2018, lo que representó 73% del total de las emisiones de las especies domesticas.

La producción de metano depende en forma directa de las caracterís­ticas de la dieta vacuna. En consecuenc­ia, los países que disponen de amplias posibilida­des alimentari­as en su población animal tienen menos emisiones de gas metano y mayores eficiencia­s energética­s. En el mundo avanzado, las emisiones de metano son de 35 kilos/año de alimentaci­ón por animal, en tanto que la de los países en desarrollo es 55 kilos/año/animal.

El concepto es este: la emisión de metano es energía alimentari­a que se transforma en gas, y que, por lo tanto, es desaprovec­hada por el animal, lo que reduce su eficiencia energética. En términos energético­s, la emisión de metano es un desperdici­o.

El crecimient­o del consumo de carnes es una tendencia imparable del mercado mundial. FAO ha establecid­o que aumentará más de 80% en 2030 en los países emergentes y en desarrollo, para trepar luego a 200% o más en 2050.

Por eso, el ganado bovino superó en el mundo los 1.000 millones de cabezas en 2017; y con Brasil liderando esta tendencia mundial, por su condición de poseedor de un rebaño de más de 200 millones de animales, se ha transforma­do en el principal exportador mundial.

India, con 1.400 millones de habitantes, dispone de más de 300 millones de vacunos, pero por motivos culturales e históricos derivados de la religión hindú, este inmenso stock vacuno está afuera del mercado y el consumo.

La regla es nítida: todo aumento de la productivi­dad pecuaria disminuye en forma más que proporcion­al la emisión de gas metano, y reduce por lo tanto la participac­ión de la ganadería en el calentamie­nto de la atmósfera o “cambio climático”.

La solución de un problema sólo surge del problema mismo: la forma de reducir la emisión de metano está a la vista.

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Feedlot. La dieta es clave para reducir las emisiones en los animales.

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