Más allá de la comida...
sin poder ver donde se agazapa el enemigo, y con los pasajeros gritando desde el asiento de atrás. Tampoco es momento para hacer marketing sobre “lo heroico” de la gestión de cada uno. Los únicos héroes reales son los que están en el frente de combate, y así lo reconoce la sociedad con sus aplausos de todas las noches.
Los demás sólo tenemos obligaciones. Que coinciden con la defensa del rol de producir alimentos. No hay dicotomía: es necesario para la sociedad, y es necesario para que la empresa siga adelante. Son fantásticos los esfuerzos por vencer todas las trabas, las viejas y las nuevas. Pero allá afiliados agitan vergonzosamente un riesgo que está suficientemente acotado. Sobre todo en los puertos, donde los protocolos sanitarios se cumplen bajo el control de funcionarios y la propia responsabilidad de las empresas.
Así, venciendo las dificultades del día a día, los alimentos están fluyendo a las ciudades y los pueblos. Los frigoríficos la pelean, llenos de dificultades porque allí trabaja mucha gente, y hay que redoblar los protocolos sanitarios. Tienen a su favor que en la actividad hay mucho expertise en el manejo del Hazard, los puntos críticos de control higiénico, la normas de “zona sucia” y “zona limpia”. Están operando bien, con la colaboración de los trabajadores, a quienes se toma la temperatura diariamente. La mayor complicación, es la acumulación de cueros, porque las curtiembres no los están retirando.
Los granos llegan a las plantas de los puertos con menor ritmo del necesario para mantener a pleno su funcionamiento, pero la presión que está metiendo el gobierno nacional sobre los intendentes en rebeldía va a dar resultados más pronto que tarde.
Su deber es darle tranquilidad a la gente de los pueblos respecto a que todo se mueve dentro de parámetros estrictos de seguridad. Los transportistas se quejaron de la falta de comida, con las estaciones de servicio cerradas y los pueblos tapiados. Reaccionaron las petroleras. Shell y enseguida YPF y Puma dieron directivas fuertes, se garantizó un funcionamiento más pleno y –quizá lo más importante—les dieron un fuerte espaldarazo con un reconocimiento explícito a la importancia de su labor.
Pegó mucho un video sobre una parrilla en una ruta de España, que tuvo que cerrar por la cuarentena, pero el dueño puso un food truck con comida y bebida gratis para autoservicio de los camioneros.
“No se acepta dinero”, decía. Toda una metáfora: hay cosas que se compran con plata. Otras, se pagan con una mercadería mucho más escasa en tiempos de grieta: la empatía y el afecto. Y la empatía y el afecto no se logran arrogándose superioridad moral, o en la función económica o en la función social.
Llegan solos. Y si no llegan…Bueno, ahí hablaremos. Nada sabemos del futuro. La única certeza es que hay futuro, pero será diferente. El coronavirus no se va a llevar puesta a la humanidad. Y quizá nos está dando la oportunidad de que, “el día después”, nos encontremos con que hemos construido un puente sobre la grieta.w