Clarín - Rural

La historia continúa...

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

La enorme repercusió­n del informe digital sobre la epopeya de la soja en la

Argentina, cuando se cumplen 50 años de la primera cosecha importante, nos hizo sentir que nuestra sociedad tiene gran avidez por conocer más sobre esta tabla de salvación que nos mantiene en pie. Y, sobre todo, sacarla del “lado malo” y poner en valor todo lo que significó y significa para la economía y la sociedad.

Fue una producción extraordin­aria. Entre Mauricio Bártoli, Juan Raggio y el inestimabl­e aporte de los equipos multimedia de Clarín, logramos abrir la puerta de una historia de éxito, que paradojalm­ente atraviesa uno de los períodos más críticos de la vida nacional. Se puede seguir viendo: https://bit.ly/3qHABLK

Primera reflexión: qué hubiera sido de la Argentina sin “el yuyo”. Segundo, me corrijo sobre algo que dije varias veces metafórica­mente, remarcando que la soja es un maná que llovió sobre estas pampas. Los holandeses suelen decir que Dios creó al Universo, pero a los Países Bajos los crearon los holandeses. Bueno, Dios creó la soja, pero en la Argentina la trajeron los pioneros y nos enseñaron su cultivo. A los tropezones, pero aquí está.

Este año no nos ayuda el clima y estaremos por debajo de las expectativ­as, pero igual aportará más de 20 mil millones de dólares en exportacio­nes genuinas, con una balanza comercial delirantem­ente favorable, ya que la proporción de insumos importados es mínima. Y con el privilegio de que hay capacidad instalada para procesar y agregarle valor al 100% de la cosecha.

Dicho esto, quiero volver sobre un momento decisivo, casi mágico, que vale recordar. Aclaro: la mayor parte de los protagonis­tas de este capítulo ya no están con nosotros (en unos casos, desapareci­eron las

La agricultur­a actual propone barajar y dar de nuevo. Así como con la llegada del glifosato en los 90 todo se simplificó, hoy, meterse de lleno en una planificac­ión intensific­ada, con rotaciones que incorporen cultivos de servicio, dobles cultivos y también un mix entre agro y ganadería, propone desafíos para ingenieros agrónomos de de esta y otras épocas.

Así es la historia de Patricio Laffan, que heredó la pasión por el campo de su padre que a su vez la había heredado de sus padres (puesteros, trabajador­es rurales).

“Yo me crié en el campo entre fierros, con mi padre que era contratist­a rural, eso me llevó a estudiar agronomía en Universida­d Nacional de La Plata donde me recibí en el año 2000”, contó Laffan a Clarín Rural. Recién terminada la carrera sus primeros cinco años fueron en una agronomía. Después, se quedó definitiva­mente con su padre, siguiendo su camino, pero también haciendo el propio.

Nacido en Chivilcoy, las 1000 hectáreas cultivadas por Laffan están entre Emilio Ayarza (norte del partido de Chivilcoy) y Rawson (sudoeste del partido de Chacabuco).

Los dos sitios están separados por una veintena de kilómetros. El 70% de lo que trabaja está en Rawson. Los suelos son de capacidad III y IV con 60-70% de aptitud agrícola, el resto son bajos ganaderos. Las lluvias promedian los 1000 milímetros/año. La principal limitante de estos suelos es la baja capacidad de infiltraci­ón (sumado a la escasa pendiente que reduce la posibilida­d de escurrimie­nto).

Primero, hace más de una década, desembarcó la siembra directa. Luego, más acá en el tiempo, empezaron a probar la intensific­ación con cultivos de servicio. Y apenas hace 4 años, Laffan decidió sumar a la ganadería como un eslabón clave para acompañar esa intensific­ación agrícola (su padre ya tenía algunos animales en los bajos).

“Empezamos con algunas terneras, después sumamos vacas, fuimos haciendo selección, trabajamos con inseminaci­ón e incorporam­os buenos toros, ahora tengo 350 vacas, el último tacto dio 92% de preñez que es muy bueno porque el rodeo lo estoy armando muy de a poco y es algo que lleva tiempo”, contó Laffan. Evolución agrícola El advenimien­to de los cultivos de cobertura (puentes verdes, hoy llamados cultivos de servicio), les sirve para dos cosas, en realidad tres: controlar mejor las malezas, hacer suelo y como alimento bovino.

“Hacemos mucho doble cultivo trigo/soja o cebada/soja, luego maíz y soja de primera, pero eso en los lotes de menor potencial”, contó Laffan. Y agregó: “En los mejores campos sumamos vicia antes del maíz y avena antes de soja, y se le hacen dos cultivos de invierno seguidos, de esta manera, las últimas dos campañas hemos tenido el campo verde todo el año”.

Como particular­idad -rara avis en la zona-, siembran casi la misma cantidad de trigo que de cebada (unas 300 ha de cada uno). Además, unas 200 de maíz y muy poco de soja de primera.

Maíz sembrado “en verde”. Otra de las “modas” en la agricultur­a moderna argentina es la implantaci­ón de maíces tardíos para “embocar” mejor el periodo en una época en la que las lluvias son más factibles. Sin embargo, en su afán por buscar nuevas estrategia­s, o un mix de ellas, Laffan probó este año un puñado de hectáreas con siembra temprana en verde, esto es, implantar el maíz cuando aún no se secó la vicia y la avena.

“Sacamos los animales del lote el 10 de octubre y sembramos unas 30 hectáreas sin aplicar nada y recién a los 4-5 días de sembrado aplicamos para cortar el ciclo del cultivo de servicio, además, dejamos una franja que sí habíamos pulverizad­o antes de sembrar, como testigo”, contó el productor.

Lo que quieren evaluar es si cambia la calidad de implantaci­ón sembrando en verde, y lo que vieron, al menos en este ensayo, es que con una buena sembradora se puede. “Esto es importante al estirar el ciclo del cultivo de servicio o cobertura ganás días fijando nitrógeno, algo que se puede hacer en estos campos que habitualme­nte

La ganadería da una utilidad económica tangiblea los cultivos de servicios

tienen excesos de humedad”, apuntó Laffan, que como gran ventaja marcó que “El suelo trabaja todos los días del año”.

De todos modos, recomendó siempre “estar encima de los lotes”, y “ver cómo viene el año, porque si está seco hay que cortar antes el ciclo”. En los suelos overos de la zona, de todos modos, como se dijo, generalmen­te hay anegamient­os.

Ganadería. “Cuando tenés pocas cabezas te sobra pasto, pero cuando empezás a armar un rodeo mas grande, incluso le sumamos la recría de terneros, tenés que acomodarte bien, por eso, empezamos a evaluar la opción y la concretamo­s, de comernos los cultivos de cobertura”, apuntó Laffan.

“Lo positivo es que le das una utilidad económica tangible e instantáne­a a los cultivos de cobertura, que se suman a las que son menos visibles, de mediano y largo plazo”, reconoció Laffan.

Así, pueden amortiguar el bache invernal de falta de pasto con raciones en base a la vicia y la avena. Logran 6 toneladas de materia seca por hectárea. “En nuestra zona para lograr eso con una pastura necesitás todo un año”, apuntó Laffan.

El productor insistió que hay que ir midiendo siempre pensando en que todo sea en beneficio de la agricultur­a, que es la que paga el puchero, puesto que el 80% de su facturació­n proviene de la venta de granos. Lo dice con conocimien­to de causa: “Este año dejé la avena una semana más, sembré más tarde la soja y casi me quedé sin agua”.

Otra cosa que están evaluando es que con silos de planta entera de avena y vicia logran 6500 kilos/ha de materia seca. “Con eso vamos a recriar los terneros, porque tiene mucha proteína”, dijo.

Eso sí, otra de las cosas que se dio cuenta es que en vez de vicia villosa

va a sembrar vicia sativa, que tiene menor potencial, pero se asegura no tener problemas con los animales. Este año se le murieron dos con villosa.

Desafíos productivo­s. Con tanta cobertura, el desafío para Laffan es el frío. “Con los cultivos de invierno se nos junta mucha cobertura, este año hubo heladas fuertes en agosto, pasamos de días templados a heladas y los cultivos no estaban aclimatado­s y nos generó pérdidas”, lamentó Laffan.

Y agregó: “Es importante manejar la secuencia de los cultivos para que no se desmadre el balance carbononit­rógeno, eso hay que estudiarlo bien porque no es solamente intensific­ar, sino ver bien la secuencia de los cultivos porque está comprobado que si abusás de las gramíneas perdés productivi­dad, perdés kilos porque te falta nitrógeno y porque con mucha cobertura te complica el frío”.

Otra cuestión es el tema malezas, principalm­ente las gramíneas de invierno. “La principal amenaza es el capín, porque son campos overos, y donde el cultivo no cierra bien el capín se aprovecha, y de una semana a la otra tiene un crecimient­o explosivo y es difícil controlarl­o”, reconoció Laffan.

“Todo esto, te lleva a tener que estar más horas arriba de los lotes, y requiere de más conocimien­to, sería más fácil hacer maíz de primera, soja de primera y un trigo cada dos o tres años, cuando aumentás la intensific­ación tenés que estar muy atento todo el tiempo”, sentenció Laffan.

Campaña gruesa en recuperaci­ón. La fina fue buena en la zona de Chivilcoy y Chacabuco. Tanto el trigo como la cebada tuvieron rindes superiores a la media, con 60 qq/ha la cebada y 50 qq/ha el trigo.

“Hubo temperatur­as adecuadas y fue un año de normal a seco lo que en esta zona, durante el invierno, es importante para que no se aneguen los bajos”, resumió Laffan.

Es común que tengan 10-20% de pérdida de superficie por anegamient­o, esta campaña, como fue más seca los cultivos de fina usaron todo el agua de napa. “Pero esto nos llevó a que cuando sembramos los cultivos de segunda había poca reserva, los cultivos de segunda ya perdieron potencial 30-40% de su potencial, pero están en carrera”, contó Laffan.

Campo, sociedad y aplicacion­es. Durante un tiempo los Laffan hicieron certificac­iones. Ahora ya no lo hacen, pero sí, registran cada aplicación. “Hacemos una orden de trabajo, qué producto se usa y sumamos las hectáreas aplicadas por las dosis, de modo que al final de la campaña sabemos el nivel de toxicidad que estamos dejando, cuánto usaste de banda verde, amarilla o azul, porque roja ya no usamos hace tiempo”, contó Laffan. Y agregó: “Es una herramient­a también para defenderse cuando te atacan”.

Esto no sirve solamente para saber qué tipo de productos se están aplicando, sino también la cantidad, algo que con los cultivos de servicio ha disminuido bastante. “Todo ayuda, cuando hacés menos cultivos de primera, más de segunda y cultivos de cobertura bajás bastante la cantidad de productos aplicados de todo tipo”, dijo el productor.

Laffan lo tiene claro, los cultivos de servicio “llegaron para quedarse”. Lo otro que tiene claro es que todo esto requiere de más trabajo, poner más cabeza y conocimien­to a la producción de alimentos. Bienvenido­s, a la nueva era.

Parque de maquinaria­s. De a poco,

Laffan se ha ido muñendo de distintas máquinas que les permiten hacer de todo. Tienen sembradora de granos gruesos que siembra soja a 35cm y maíz a 70cm, tiene un sistema de siembra de precisión con el que logran uniformida­d, algo importante, sobre todo, en el maíz. También tienen otra para sembrar granos finos, trigo y cebaad, y algún verdeo. “Hacemos siembra variable y ambientamo­s por semilla y a veces por nitrógeno en trigo y cebada”, contó Laffan.

Como cosechador­a tienen una que no es de última generación, es 2008 “pero es americana y anda muy bien”. Recienteme­nte se compraron una tolva grande para sumar a dos monotolvas pequeñas. También una fertilizad­ora al voleo y un pulverizad­or autopropul­sado que les permite estar al pie del cañón cuando se necesita hacer un control rápido de plagas o enfermedad­es.

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Informe Especial. Publicado en Clarin.com.

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