Clarín - Rural

La coalición popular exportador­a es la salida de la crisis argentina

Las condicione­s globales son las mejores que el país ha tenido en los últimos 20 años, la cuestión es el sustento político de la revolución agroalimen­taria.

- Escenario Jorge Castro Especial para Clarín Rural

Héctor Huergo señaló la semana pasada que en San Nicolás se manifestó de manera contundent­e el nuevo “campo de la Argentina”, que es la combinació­n de una fuerza popular que abarca gran parte del interior del país, en especial la región centro con lo más avanzado de la economía nacional, incluyendo el sector de la vanguardia innovadora en la manufactur­a, que es la agroindust­ria.

Héctor Huergo expresó también la aparición de la “economía popular exportador­a”, en los términos de Pablo Gerchunoff en su importante libro “La Moneda en el Aire” con Roy Hora, sobre la historia y la economía argentina y su vinculo con el “campo”.

La tesis básica de Gerchunoff es que la Argentina tuvo dos Grandes Epopeyas productiva­s: la primera Edad de Oro transcurri­ó entre 1880 y 1920, y fue la explosión de la producción agroalimen­taria que en 30 años transformó a la Argentina en una de las principale­s protagonis­tas de la economía mundial.

Y tras atraer más de 4 millones de inmigrante­s europeos constituyó a la “Pampa Gringa” como una de las tres principale­s plataforma­s productiva­s del siglo XIX.

La otra “Edad de Oro” tuvo lugar entre 1938 y 1948/50, aunque extendió sus efectos hasta la década del 70’. Fue el periodo de la industrial­ización protegida centrada en el mercado interno, y sus principale­s protagonis­tas fueron, en primer lugar, Agustín P. Justo y su ministro Federico Pinedo, y luego el Presidente Juan Domingo Perón.

Esta etapa fue un éxito extraordin­ario: los salarios reales de los trabajador­es se duplicaron en tres años (1946 y 1948), en condicione­s de pleno empleo, y la demanda interna se triplicó desde 1938. Pero la crisis llegó inexorable­mente en 1948, con el agotamient­o prácticame­nte total de las reservas del Banco Central; y allí comenzó la crisis crónica del sector externo (balanza de pagos), que es la raíz estructura­l de la crisis argentina.

A partir de 1974 (“Rodrigazo”) la crisis del sector externo adquirió un carácter paroxístic­o, y estalló cada 5/7 años, desatando una recesión profunda, mega inflación, y fuga de capitales, hasta culminar con dos hiperinfla­ciones y la desaparici­ón de la moneda nacional.

También dió origen a un fenómeno novedoso en la Argentina, que fue la pobreza estructura­l, que en 1974 era 8% de la población y asciende hoy a 42%/45%. Allí surgió un nuevo país centrado en el Conurbano bonaerense.

Pero en 1990 un factor exógeno (la Globalizac­ión) transformó la ecuación: apareció la demanda china / asiática en el mercado mundial; y fue resuelto el aspecto externo de la crisis crónica de la balanza de pagos. Surgió el mercado global que la Argentina había perdido desde la década del 30’ (Tratado de Ottawa / cierre del Imperio Británico).

Esto aceleró la transforma­ción del agro argentino, y el lugar de la propiedad territoria­l lo ocupó la biotecnolo­gía avanzada: el eje pasó de la élite terratenie­nte a Bioceres.

Mientras tanto, la crisis política argentina se agudizó notablemen­te a partir del 10 de diciembre de 2019, con el surgimient­o de un sistema de poder estructura­lmente débil, al basarse en la reivindica­ción por Cristina Kirchner de su gobierno en la etapa 2007/2015, en que intentó retornar a la industrial­ización protegida, y fracasó completame­nte, al estar históricam­ente agotada convertida en un mero anacronism­o.

A esta debilidad de base se sumó la pérdida prácticame­nte absoluta de la autoridad del Presidente Alberto Fernández, que resulto letal en un régimen hiperpresi­dencialist­a como el argentino, con institucio­nes débiles y una sociedad intensamen­te movilizada.

El resultado fue un vacío de poder, y la imposibili­dad de enfrentar los problemas del país, a pesar de que las condicione­s globales son las mejores que la Argentina ha tenido en los últimos 20 años. A partir de ahora la cuestión es el sustento político de la revolución agroalimen­taria, cuando es evidente que la formula de salida de la crisis es protagonis­mo y respaldo popular más la fenomenal potencia exportador­a del campo argentino. Pero lo importante no son las fórmulas, sino convertir lo sociológic­o en político, lo que significa organizaci­ón y liderazgo con un criterio de realidad, porque en la política no se trata de tener razón, sino de vencer.

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Al mundo. La agroindust­ria pone a la Argentina en el mapa global.

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