Clarín - Rural

Los pecados de la carne

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Felizmente, los tiempos electorale­s no distraen al agro, donde más allá de las reivindica­ciones indispensa­bles (retencione­s, unificació­n cambiaria) están en agenda aspectos centrales para el futuro de la actividad. Por ejemplo, en el sector de ganados y carnes, donde no hay lugar para distraccio­nes. Es mucho lo que está en juego.

En los últimos días, hubo varios acontecimi­entos cruciales. La semana pasada dimos cuenta, en esta columna, del acuerdo celebrado entre las principale­s cámaras exportador­as y el Gobierno para establecer una plataforma para productos “libres de desmonte”. Y decíamos que, más allá del debate sobre la expansión de la frontera agropecuar­ia, la presión de los consumidor­es europeos convirtió a esta cuestión en una demanda insoslayab­le. Algunos ven en esto una barrera para-arancelari­a, pero la realidad es que se convirtió en una barrera comercial.

En la misma dirección, esta semana Marfrig, la mayor proveedora de hamburgues­as del mundo (entre sus clientes está McDonald’s), y dueña en la Argentina de la marca Paty, anunció que será la primera empresa de la industria ganadera argentina en lograr la Declaració­n Ambiental de Producto (EPD) en las etiquetas de sus productos. Es el resultado de un trabajo que viene desarrolla­ndo junto con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), cuyos expertos explicaron que los resultados de las evaluacion­es colocan a estas hamburgues­as en una excelente plataforma competitiv­a, “de la cuna a la tumba”. Participar­on del proceso un grupo de establecim­ientos ganaderos de las provincias de Santa Fe y Córdoba, en el entorno de San Jorge, donde la empresa tiene su principal planta en el país.

En la estrategia de la empresa, según explicó el CEO argentino Gustavo Kahl, cada vez se apunta más a los productos de marca y valor agregado, lo que implica mayor cercanía con las exigencias del consumidor.Y esto por supuesto va generando una orientació­n para los proveedore­s de ganado. Conviene entonces estar alerta frente a estas nuevas exigencias. Para algunos productore­s locales, esto parece una claudicaci­ón frente a la “agenda 2030”, motivada fundamenta­lmente en razones ideológica­s. No se puede negar este trasfondo, pero la realidad es que esto ha derivado, para el caso de la UE, en un tema comercial que hay que atender. O te llevan puesto. La ganadería está bajo escrutinio público, y no se trata de una cuestión contra la Argentina. Todos hemos visto la reacción de los productore­s de Países Bajos o Irlanda por la exigencia de reducir sus rodeos, precisamen­te por las emisiones.

Así que atención con esto.

El otro tema que preocupa es el de la aftosa, donde sí aparece una cuestión que no surge de la demanda de los consumidor­es. Flota de nuevo la idea de dejar de vacunar, precisamen­te porque los europeos siguen manteniend­o el doble standard (libre con o sin vacunación). Esto ya prácticame­nte no tiene incidencia en el valor de la carne vacuna, ni en el acceso a mercados. Uruguay hace años que exporta a Estados Unidos y Japón, países que supieron ser muy restrictiv­os en esta materia. Pero hay presión de los productore­s de cerdos de Brasil para dejar la vacunación. Dicen quelo necesitan para mejorar el acceso a mercados de su gran industria porcina. En el Décimo Encuentro Nacional de Fundacione­s en General Pico, La Pampa, el productor Carlos Arese insistió en que no se debe perder lo que se ganó hasta ahora. Remarcó lo que podría suceder si perdemos el mercado chino, 15 a 20% más al mercado interno. Dardo Chiesa, titular de la Mesa de Carnes, ex presidente del IPCVA, mantiene la misma posición, según lo que remarcó muy enfáticame­nte en un diálogo con Carlos Lencina, de Mitre y el Campo. A toda la cadena argentina de ganados y carnes le corre un frío por la espalda cuando soplan estos vientos desde el Norte. ■

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