Cómo recuperar 6.000 kilos de alimentos por día
La FAO llamó a reducir las pérdidas. Un caso de éxito en el Mercado Central de la ciudad de Buenos Aires.
Desde 1945, cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación con el propósito de generar conciencia sobre el problema alimentario global y promover la unión para luchar contra el hambre, la pobreza y la desnutrición. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) el número de personas afectadas por el hambre ronda las 828 millones, y se calcula que 3.100 millones de personas no tienen acceso a una dieta saludable.
En ese contexto, uno de los puntos en los que la organización viene poniendo el foco es la reducción de pérdidas en la producción y distribución de alimentos. Se calcula que cerca del 30 por ciento de los alimentos producidos en el mundo se desperdician, lo que equivale a 1.300 millones de toneladas. En todo el mundo, un 14 por ciento de los alimentos producidos, con un valor estimado de 400.000 millones de dólares, se pierde entre la cosecha y la distribución, y otro 17 por ciento se desperdicia en la distribución y entre los consumidores finales. Según estima la FAO, los alimentos que se pierden y desperdician podrían alimentar a 1.260 millones de personas por año.
“La pérdida y el desperdicio de alimentos representan además entre el 8 y el 10 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que contribuye a un clima inestable y a fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones. Estos cambios repercuten negativamente en el rendimiento de las cosechas, reducen potencialmente la calidad nutricional de los cultivos y provocan perturbaciones en la cadena de suministro”, añaden desde el organismo, y remarcan que dar prioridad a la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos es fundamental para la transición hacia sistemas agroalimentarios sostenibles, que hagan más eficiente el uso de los recursos naturales y garanticen la seguridad alimentaria.
“Necesitamos medidas colectivas a fin de ampliar los esfuerzos para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos al tiempo que se limitan las emisiones de gases de efecto invernadero”, señaló Qu Dongyu, Director General de la FAO.
Una experiencia local
En Argentina hay una experiencia de reducción de pérdidas que vale la pena conocer para poner en valor y replicar. Se trata del Programa de Reducción de Pérdidas y Desperdicios y Valorización de Residuos llevado a cabo por el Mercado Central de la ciudad de Buenos Aires con los objetivos de brindar alimentos aptos para consumo humano a organizaciones sociales y comedores populares, valorizar los residuos orgánicos mediante la producción de compost, y brindar asesoramiento y capacitación a productores y operadores sobre manejo de pérdidas y desperdicios.
“Desde su puesta en marcha en agosto de 2020, el volumen total separado, entre comida, residuos y compost supera los 17 millones de kilos, de los cuales el 45 por ciento se recuperó de alguna manera. El programa recuperó 3.552 toneladas de alimentos para el consumo humano, esto equivale a 6.000 kilos por día, suficientes para alimentar a 37.134 personas por semana. Y además generó unos 8.000 kilos de compost por día”, dijo la Gerente de Calidad y Transparencia del Mercado Central, Marisol Troya, esta semana en un encuentro con periodistas realizado por el INTA y la FAO.
Luego detalló que en la ejecución del programa se empleó a 30 personas para la separación y clasificación de residuos y de alimentos que por diversos motivos no están aptos para la comercialización pero sí para el consumo. Muchas de esas personas ya tenían la experiencia de hurgar los contenedores para recuperar alimentos por su propia supervivencia, y ahora lo hacen como un trabajo en blanco, con todos los beneficios que eso conlleva y generando un beneficio para la sociedad y el ambiente.
El año del mijo
En el marco del encuentro realizado por INTA y FAO, el representante de la FAO en Argentina, Jorge Meza, afirmó: “Podemos lograr un mundo donde nadie pase hambre, donde todos tengan acceso a alimentos nutritivos y donde la agricultura sea sostenible para las generaciones futuras, lo cual implica producir más alimentos con menor consumo de agua”.
En esa línea, el organismo decretó el 2023 como el “Año del Mijo” con el objetivo de aumentar la conciencia sobre este cultivo versátil y su potencial para abordar los desafíos alimentarios y agrícolas globales.
La extensionista del INTA Bahía Blanca Andrea Lauric contó cómo en el sur bonaerense la implantación de mijo perenne como base forrajera está revolucionando los sistemas ganaderos.
“Tolera climas difíciles, tolera la vulnerabilidad y limitación de los suelos, contribuye a generar alimentos como carne y cereales en ambientes frágiles e implica bajo costo para los productores. El rendimiento puede variar entre los 2.000 y 4.000 kg/ha MS y puede durar hasta 30 años”, sintetizó la especialista. ■
El 30 por ciento de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia