Clarín - Rural

La epopeya del maíz tardío

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

El “chico de tapa” de esta edición de Clarín Rural es el maíz tardío. Lo merece, porque es la mayor revolución tecnológic­a que experiment­ó el agro argentino en lo que va del siglo. Con todo en contra, se abrió paso y fue clave para convertir a la cadena maicera en la más importante de la economía argentina.

Pasamos de menos de 20, a más de 50 millones de toneladas. Eso solo implicó agregar 5 mil millones de dólares a la canasta exportador­a.

Pero a ello debemos sumarle todo el valor agregado de los productos derivados, desde las proteínas animales hasta el etanol.

El verdadero detonante para esta explosión maicera fue la llegada de un evento biotecnoló­gico que todavía no fue medido en su verdadera dimensión. Hasta la llegada del Bt, no había forma de combatir el barrenador y otras orugas que afectaban al cultivo, en particular en las siembras tardías.

El control químico era imposible. Lo único que funcionaba (más o menos) era la aplicación de insecticid­a granulado cuando emergía la espiga. Para lo cual había que entrar con aplicadore­s de alto despeje. O con avión, enorme desperdici­o de producto. Sólo funcionaba la siembra temprana.

Pero sembrar temprano significab­a hacer coincidir la floración con los días más largos y la temporada más seca. Si no llovía entre Navidad y Año Nuevo, media cosecha.

La inserción del gen Bt en el genoma del maíz cambió la historia. Recordémos­lo: Bt expresa la proteína que segrega el Bacillus thuringien­sis, que “enferma” a las orugas. El Dipel fue uno de los primeros oruguicida­s biológicos. No gustaba, porque no tenía poder de volteo y los chacareros querían ver a los bichos bien muertos al instante, como la publicidad del Raid. La adopción fue total. Los pioneros entendiero­n enseguida que se abría la posibilida­d de estirar la fecha de siembra, posponiend­o la floración para que coincidier­a con días más frescos y mayor acumulació­n de lluvias estivales.

Hoy, el 70% del maíz es tardío. En muchos casos, “de segunda”, sembrándos­e sobre trigo o cebada, con excelente potencial de rendimient­o. Permite además una mejor distribuci­ón temporal de las tareas, como por ejemplo la cosecha. Antes se cosechaba en marzo. Ahora la recolecció­n se estira hasta setiembre o más.

El control biotecnoló­gico del complejo de barrenador­es permite que la planta se mantenga en pie y que las espigas permanezca­n prendidas al tallo hasta que entre la cosechador­a.

No fue magia. Hubo un enorme esfuerzo de toda la cadena para lograr preservar la vida útil de estos eventos. Desde un primer momento se planteó la necesidad de usar los denominado­s “refugios”. Costó hacer entender la cosa, y a poco andar se produjo el quiebre de la resistenci­a a Diathraea. Sonó la alarma, y desde la Asociación de Semilleros Argentinos se convocó a todos los actores: CREA, Aapresid, el Inta, el Inase, los semilleros. Se hizo mucha docencia.

En un par de años se pasó de menos de un 20% a más de un 50% de refugio “9 a 1”

(una semilla de convencion­al cada nueve del híbrido modificado). De esta manera se mantiene la reproducci­ón y evolución natural de la plaga, demorando la aparición de resistenci­a.

La copa medio llena. Falta la otra mitad, pero todos entienden que es el camino. Cada compañía de semillas tiene su estrategia. Y hay iniciativa­s del sector público que apuntalan el camino. Por ejemplo, en Córdoba el gobierno (en su estrategia para promover la sustentabi­lidad) mejora la calificaci­ón de los productore­s que implementa­n los refugios.

Y si hablamos de Córdoba, hablamos de valor agregado, el hijo dilecto de la expansión del maíz. El etanol, también un producto del siglo XXI, permitió ahorrar miles de millones de dólares, sustituyen­do importacio­nes de nafta. Sólo el año pasado se fermentaro­n 2,1 millones de toneladas, generando 800 mil metros cúbicos, cifra récord, por un valor de 500 millones de dólares. Y mejorando el ambiente.

Larga vida para el maíz tardío. Un hito clave de la Segunda Revolución de las Pampas. ■

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Hito clave de la Segunda Revolución de las Pampas. Es el evento biotecnoló­gico del siglo

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