Fertilización para maximizar rindes
Qué nutrientes son indispensables para el cultivo. Pasos a seguir y tecnologías para dosis balanceadas.
La brecha entre los rendimientos potenciales y los obtenidos por los productores de la región pampeana en condiciones de secano en el cultivo de maíz se ubica alrededor del 47%. Esa diferencia podría reducirse significativamente incorporando tecnologías de procesos e insumos.
Un paso fundamental en ese camino es medir, entre 60 y 90 días previos a la siembra, el contenido de agua útil en el perfil, una variable que determina la viabilidad de hacer o no ese cultivo, ya que define entre el 75 al 80% del rinde final en maíz. En ese momento también es clave realizar un análisis de suelo para diagnosticar el contenido de nutrientes y, a partir de allí, establecer una estrategia de fertilización balanceada en función de las necesidades de cada híbrido y cada ambiente, que permita maximizar los rindes y las interacciones positivas entre los distintos nutrientes.
“Uno de los principales nutrientes para el cultivo de maíz tardío es el nitrógeno, ya que es la llave para la construcción del rendimiento y se encuentra asociado a la mejora de la eficiencia del uso del agua”, señaló el ingeniero agrónomo Matías Saks, coordinador técnico de Bunge Argentina.
Otro de los nutrientes esenciales en un plan de nutrición balanceada de maíz es el fósforo. “El 70% se encuentra con un nivel de fósforo inferior a 15 partes por millón (ppm), es decir, por debajo del nivel crítico para maíz, que es de 14 a 18 ppm”, contó el especialista. Este elemento “no solo mejora el desarrollo inicial, la implantación, la profundidad y abundancia efectivas de raíces, sino que además, dentro de la planta su función es ser generador de energía, es el combustible para lograr un buen rendimiento del cultivo”, detalló el ingeniero. Años atrás, las respuestas a la fertilización con fósforo en maíz tardío eran erráticas pero fueron aumentando y ahora son prácticamente iguales a las obtenidas en maíz temprano.
Otros nutrientes de segundo orden son el azufre y el zinc. “Entre el 70 y el 80% de la región pampeana tiene niveles medios a bajos de azufre, y se han medido respuestas de 400 a 500 kilos de grano de maíz por incorporar de 15 a 18 kilogramos de azufre por hectárea”, indicó Saks.
Por su parte, el zinc, es un micronutriente que aparece como deficiente en gran parte de la región pampeana, con contenidos inferiores al nivel crítico de respuesta de 1 ppm. “Hemos capturado respuestas de 450 a 500 kilogramos de grano por hectárea aplicando entre 1 y 1,2 kilo de zinc por hectárea”, detalló el técnico de Bunge.
“Nitrógeno, fósforo, azufre y zinc son los cuatro nutrientes que no deberían faltar en un plan de fertilización balanceada y de los cuales hay información validada y publicada luego de muchos años de investigaciones”, subrayó el especialista.
Bunge presenta una oferta variada para la nutrición balanceada de maíz. Para la aplicación a la siembra, cuenta con Nutrimax, incorporando al superfosfato simple zinc de excelente eficiencia permitiendo ajustar la concentración de nutrientes de acuerdo con las necesidades de cada productor; y Microessentials, línea premium de fertilizantes que, en una de sus formulaciones, brinda la posibilidad de fertilizar con nitrógeno, fósforo, azufre y zinc a la vez, con la misma concentración de nutrientes en cada gránulo. Además, para aplicaciones posteriores, la compañía ofrece Solmix Zinc, un fertilizante líquido que permite aplicar en un mismo momento nitrógeno, azufre y zinc, en una combinación a medida de cada agricultor.
"El cultivo de maíz es uno de los cultivos que expresa mayor respuesta a la incorporación de tecnología, por eso, nuestra recomendación siempre es poder capturar esa posibilidad de maximizar rendimiento que nos ofrece el cultivo", subrayó el técnico. ■